Cecilia Ester Castañeda/
Escritora
El centenario del natalicio de Pedro Infante celebrado el pasado 18 de noviembre me hizo recordar el 2015. Ese año, específicamente el 19 de septiembre, Germán Valdés hubiera cumplido 100. Igual que en la población donde creció Pedro, en Ciudad Juárez también se planeó inaugurar un museo en tributo a un ídolo nacional de raíces locales. A diferencia de Guamúchil, Sinaloa, aquí seguimos esperando la cristalización del proyecto.
¿Por qué? Ciertamente Pedro Infante merecía un homenaje de ese tipo en la ciudad de su juventud. Sin duda su legado es único. Basta ver una sola película suya o escucharlo cantar para entender la razón de que siga siendo uno de los grandes ídolos de México. Y hace falta difundir su obra entre las nuevas generaciones, de las cuales muchos miembros se han criado viendo producciones hollywoodenses y carecen de referencias firmes sobre la época de oro del cine nacional.
Pero Germán Valdés también es un protagonista importante de esa era. No sólo probablemente haya sido el actor cómico más completo en la historia de nuestro país —quizá incluso el mejor— sino que además tuvo una prolífica carrera en la cual se reinventó en varias ocasiones y que, según analistas, reflejó los vaivenes de la industria del cine mexicano.
Tin Tan fue asimismo el iniciador de la dinastía de los Valdés. ¿Quién iba a pensar, por ejemplo, que Manuel fuera a tener una carrera tan prolongada o Ramón llegara a ser la estrella de la familia décadas después de interpretar papeles menores en las películas de su hermano mayor? No estaría mal alguna calle local llamada Hermanos Valdés —que yo sepa, la colonia Manuel Valdez se bautizó así en honor a un profesor, no al único de los Valdés Castillo nacido en Ciudad Juárez.
Porque no hubiera podido haber Tin Tan sin la franja México-Estados Unidos ni la influencia fronteriza hubiera sido igual sin Germán Valdés causando revuelo con el personaje que lo hizo famoso: el pachuco.
Verán, hizo falta una conjunción de factores a fin de que se desarrollara el fenómeno conocido como Tin Tan. Los Valdés Castillo llegaron a la frontera por el empleo del padre de la familia en la Aduana. Germán hacía gala de gracioso, espontáneo, extrovertido. Ciudad Juárez era pionera en la radio mexicana, durante un tiempo cuando en micrófonos y escenarios se daba rienda suelta al talento, mientras que a la Avenida Juárez llegaban espectáculos musicales de vanguardia. Rafael Valdés consiguió trabajo para su inquieto hijo en la radiodifusora de su amigo Pedro Meneses, la XEJ. El joven Germán absorbió la cultura binacional y la aprovechó espléndidamente creando un personaje urbano propio.
Yo no creo que el impacto de Tin Tan hubiera sido el mismo si no hubiera vivido por años e iniciado su carrera en Ciudad Juárez. Aquí tuvo acceso a otras influencias de las que hubiera experimentado en el interior del país, sin contar con su incursión en los espectáculos gracias a una relación aduanal. Eso le brindó elementos distintivos al entrar al medio artístico mexicano.
Por ello, me parece, resulta tan importante recordar su vínculo con la frontera. En particular en este momento, conviene tener presente un éxito logrado a raíz de elementos muy nuestros.
Entiendo que haya habido errores de construcción, falte presupuesto o voluntad política. Rosalía Valdés, tengo entendido, suele cobrar mucho por los derechos de la obra de su padre. El centenario del natalicio de Germán Valdés ya pasó y la muerte de Juan Gabriel lo opacó, robándole hasta el nombre de la plaza planeada.
Sin embargo, no es posible que Guamúchil, con 20 veces menos habitantes que Ciudad Juárez, ya cuente con el museo más grande dedicado a Pedro Infante mientras nosotros aún no logramos un edificio medianamente digno para el Pachuco de Oro a más de dos años de la fecha anunciada.
Existen valiosas colecciones fotográficas sobre la vida de Germán Valdés en la frontera, en varios libros se describe su carrera en la XEJ, modernos pachucos han convertido en punto de reunión el centro histórico. Bueno, ¡hasta en Guamúchil se exhibe un jeep que Pedro Infante adquirió en Ciudad Juárez!
Y nosotros seguimos desperdiciando nuestros lazos con Tin Tan.
ceccastaneda@hotmail.com