Sergio Conde Varela/
Abogado
Una reflexión de impacto manifiesto para nuestro tiempo apareció en un volumen de la Editorial Progreso que está ligada a publicaciones de la Arquidiócesis de México y que se estima de peso considerable en la opinión pública.
Dice el escrito: “Cada año, el diccionario Oxford, registra las palabras creadas los últimos doce meses, en esta ocasión registró la palabra ‘postverdad’ ( post truth) para designar las circunstancias en que hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a las emociones.
Con lo anterior cada quien va creando su verdad, propagando sus creencia y visiones sesgadas de la realidad como si fueran la verdad objetiva. Esto, añaden, resulta especialmente riesgoso en el mundo de las redes sociales, donde los rumores se propagan con rapidez y numerosas personas los dan por válidos. Un académico de Harvard ha escrito que Facebook se ha convertido en una alcantarilla de desinformación.
La sabiduría evangélica insta para buscar no sólo la información válida, sino saber apropiarnos de esa información, para tomar las mejores decisiones y vivir sensatamente esta “cultura de la incultura” que nos bombardea cada día formada fundamentalmente de propaganda y rumores.”
El anterior criterio choca con las personas que utilizan las redes sociales de manera mayúscula, sobre todo en estos días, previos al 2018 en donde se llevará a cabo lo que denominamos “la madre de las elecciones”.
Un caso sobre este tema, se desprende de una entrevista celebrada en días pasados por Andrés Manuel López Obrador y la conductora de noticias Carmen Aristegui de la cadena CNN y entre otros temas apareció el de las redes sociales.
El tabasqueño se quejó con la entrevistadora que en el 2006 y en el 2012 ninguno de los grandes diarios ni el imperio televisivo de México le dio oportunidad de dar a conocer sus ideas, sus proyectos, sus planes y programas por los precios tan altos que le fueron fijados y las inclinaciones políticas que esos medios tenían, sin embargo las cosas han cambiado y no volverán a pasar en estos nuevos años, porque ahora están con influencias manifiestas las redes sociales.
Benditas sean las redes sociales dijo el Peje, frente a la sonrisa de la periodista.
Buena parte de los interesados en la contienda política por venir, busca con frenesí patético los medios que les permitan darse a conocer aunque su vida previa no los proyecte como servidores del pueblo y también lo poco que ha cambiado materia de medios tradicionales de tratar los asuntos políticos. La mayoría de los políticos noveles no han dejado huellas para seguir acciones y sus mensajes son volátiles y sin impacto serio.
Comparando lo escrito con la dinámica social que existe en las redes son diferentes y a veces se proyectan con la velocidad del rayo y en otras con el triste caminar de carruaje antiguo.
El señalamiento que se hace en la publicación de Progreso se insiste en la opinión del maestro de Harvard en el sentido de que el Facebook es una alcantarilla de desinformación.
Tenemos que subrayar que Donald Trump utiliza el Twiter, día tras día, minuto tras minuto, a más no poder y tiene un año capturando la atención no solo de la ciudadanía del vecino país, sino buena parte de la población del mundo entero y nadie puede negar este hecho porque está a la vista de quienes tienen televisores, internet y demás medios.
Como consecuencia de lo anotado y tomando en consideración los acontecimiento que seguramente se presentaran cuando la elección futura tome sus cauces obligados, se vale buscar la buena y puntual información, seria, apropiada, fundamentada y recibirla para tomar las mejores decisiones y vivir sensatamente la “cultura de la incultura” que nos bombardea con propaganda bruta y rumores a raja tabla. No hay más. Punto
condevarela81@hotmail.com