Opinion

Jalando El Sarape

Sergio Sarmiento

2017-11-16

"El fanatismo viene de cualquier forma de ceguera elegida que acompaña la defensa de un solo dogma."
John Berger

Ciudad de México.– Hace ya un buen rato que la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México no tiene sesiones, por lo menos no que sean legalmente válidas. Los gritos, descalificaciones, manoteos y hasta mordidas han reemplazado las discusiones, acuerdos y votaciones desde el pasado siete de noviembre. Todo es culpa de un sarape o, más bien, de El Sarape.  Los diputados empezaron a pelearse a partir de la discusión de una planta de "termovalorización" llamada El Sarape. Los diputados de Morena tomaron la tribuna para evitar que se votara el proyecto y desde entonces no han permitido las actividades normales de la Asamblea. La propia presidenta, la morenista Flor Ivone Morales, fue destituida por un voto de los demás partidos, aunque al parecer la sesión que tomó esta decisión y otras posteriores no contaron con el quórum legal. Hoy realmente no sabemos ni siquiera quién preside la Asamblea.
La planta de termovalorización no es otra cosa que un horno en el que se quemará basura inorgánica para generar electricidad. Será construida por una empresa privada, Termo WTE, filial de la francesa Veolia. Quizá de ahí proceda la oposición de Morena, un partido al que la inversión privada le genera urticaria.
Según Morena la construcción de la planta dejará a la Ciudad de México con una deuda de más de 100 mil millones de pesos, aunque en realidad el costo de la planta será inferior a 12 mil millones. La empresa concesionaria recuperaría su inversión vendiendo electricidad y las compras ya están aseguradas, porque buena parte sería adquirida por el Sistema de Transporte Colectivo Metro. Después de un tiempo, la planta pasaría a ser propiedad del gobierno. Es un buen esquema. La ciudad está ofreciendo garantías que sólo se convertirían en pagos si se cancela el proyecto de manera unilateral (por ejemplo, en un gobierno de Morena).
Cada vez es más urgente encontrar una forma de manejar los residuos sólidos de la Ciudad de México. La urbe se ha visto obligada a cerrar el tiradero del Bordo Poniente, mientras que el Estado de México es reacio a seguir recibiendo la basura capitalina. Pero ésta no va a desaparecer por arte de magia. Es necesario depositarla en algún lugar, reciclarla o quemarla.
La propuesta de la termovalorizadora pretende matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, eliminaría buena parte de la basura inorgánica de la ciudad; por la otra, generaría electricidad que de todas maneras se necesita. Que el proyecto lo haga una empresa privada especializada es una buena decisión. La idea de algunos políticos de que el gobierno debe hacer todo es obsoleta y peligrosa, y al final cuesta más a los ciudadanos por la creación de burocracias permanentes.
Hay cuestionamientos más serios a la planta, que al final es una termoeléctrica que en lugar de usar combustóleo quema basura. Esto genera emisiones de gases contaminantes que agravan el problema de contaminación del aire. Siempre será menos contaminante tener otras formas de generación como, por ejemplo, las plantas de ciclo combinado de gas.
Los diputados de la Ciudad de México, sin embargo, no están discutiendo ni estos temas de fondo ni nada más. A lo mucho se gritan y se insultan. El pleito entre Morena y el PRD es cada vez más irracional. Este 15 de noviembre César Cravioto de Morena llegó al pleno de la Asamblea con un megáfono, pero un megáfono no permite argumentar. El Sarape es la excusa. El problema de fondo es que tenemos diputados que no entienden qué es ni cómo funciona la democracia.

Desencantado
Sergio Ramírez es el ganador del Premio Cervantes de Literatura. Los cuentos y novelas del nicaragüense son una delicia, pero también sus ensayos, como Adiós muchachos, una crónica desencantada de la revolución sandinista.

Twitter: @SergioSarmiento

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