José Ignacio Gallardo/
Analista
Si hay algo que el actual gobernador Javier Corral no puede negar es que construyó su discurso político, el cual utilizó antes, durante y después de ser candidato, a partir de la creación de un supervillano de película.
Ese personaje siniestro al que se refería Corral no era otro que su antecesor, César Horacio Duarte. Primero como senador de la República, luego como candidato, después como gobernador electo y luego ya en funciones, Corral siempre ha utilizado la figura de Duarte para acarrearse las simpatías de la ciudadanía.
Lo acusó de todo, e incluso fue más allá, al ofrecer meter a la cárcel al ahora prófugo exgobernador chihuahuense.
Durante meses el monotemático discurso de Corral se enfocaba al estado en que había dejado las finanzas la administración anterior. Convenció a los que lo quisieron escuchar, de que César Duarte debería de convertirse en el villano favorito de los chihuahuenses. Y posiblemente lo consiguió, pero sólo durante los primeros meses.
El problema para el actual mandatario estatal es que pasan los días y sin darse cuenta poco a poco él mismo empieza a convertirse en lo que tanto criticó de su antecesor. El gobernador ha empezado a transformarse paulatina, pero constantemente en el villano favorito de los chihuahuenses.
A pesar de los enormes esfuerzos que hacen en la actual administración estatal por seguir vendiendo la idea de que todos los males que aquejan a la entidad son culpa de Duarte, los ciudadanos ya no se están creyendo ese cuento tan fácilmente. Empiezan ya, a culpar a la presente administración de lo que ocurre y también de lo que no está ocurriendo.
La seguridad es un renglón en donde no se ve la más mínima intención de que las cosas mejoren. Las buenas intenciones sólo se ven reflejadas en discursos que ya ni siquiera el equipo más cercano del gobernador da por válidos. No hay avances en materia de seguridad por más declaraciones que den. La promesa de esclarecer los asesinatos de periodistas en esta entidad, sólo han quedado en eso, en promesas. No se puede esperar otra cosa en estos momentos en que la relación del gobernador con los medios de comunicación se encuentra brutalmente hecha pedazos, tal y como empezó, en franco declive.
A nivel económico, pasa exactamente lo mismo. Muchos viajes a la Ciudad de México, pero pocos resultados. Ya pocos le creen al gobernador sus discursos triunfalistas. A nivel político ni se diga, el gobernador Corral sigue los mismos pasos de su antecesor Duarte, ya que intenta mantener el control político de los tres poderes sin recato alguno, tal y como lo hizo Duarte. Porque para nadie es un secreto el intento de Corral por someter a sus designios la voluntad del Congreso local y del Poder Judicial en el estado.
Lo que Corral tantas veces criticó en tribuna, en los meses de campaña y en un sinfín de entrevistas, es exactamente lo mismo que ocurre en estos momentos en la entidad. Pero el asunto de Ciudad Juárez, merece comentarios aparte. La relación del actual gobierno estatal con esta frontera ha sido demasiado tormentosa desde su inicio y en muy poco ha mejorado. Han existido momentos francamente molestos e indignos para los juarenses por parte del mandatario estatal. Ha fallado el apoyo estatal y la coordinación en materia de seguridad en esta frontera, también ha fallado el equipo de estrategas políticos, si es que existen. A pesar de que existen cuantiosos recursos, la obra pública tampoco se asoma a las avenidas, calles o colonias juarenses.
Un gobernador alejado y ajeno a esta frontera es lo que han podido constatar los juarenses en este último año. Con este sombrío panorama es difícil imaginar que los resultados vayan a ser positivos para los deseos y los intereses del gobernador.
Y esto que ocurre proporciona dos visiones de la situación, por un lado da la impresión de que a Corral le importa muy poco lo que pase en las elecciones y por eso se comporta con tanta insolencia y descuido por las formas. Por otro lado, la lectura que se le puede dar es que Corral se siente tan seguro que cree que el discurso del villano favorito todavía le puede alcanzar para ganar las próximas elecciones.
Habrá que advertirle al gobernador del golf y las carreras que el exceso de confianza es lo que tiene a más de un ex gobernador sufriendo penurias. Si piensa que él no se verá en ese espejo, más vale que lo piense dos veces. Porque el gober Corral en poco tiempo se estará convirtiendo en el próximo villano favorito, y no solo ante su propio partido, sino ante la ciudadanía.
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