Sixto Duarte/
Analista
Debo empezar mi participación de esta semana expresando mi apoyo y solidaridad para la directora editorial de este medio informativo, Rocío Gallegos, por los señalamientos vertidos en su contra por el titular de Ejecutivo del Estado. Las manifestaciones del gobernador afectan no únicamente a ella y al gremio periodístico; afectan a la sociedad en su conjunto pues se ataca una de las más elementales garantías de todo pueblo que se precie de ser democrático: la libertad de prensa.
Una de las cantaletas recurrentemente utilizadas por el nuevo amanecer siempre que es señalado por alguna omisión en su función gubernamental, es echar la culpa a su antecesor. A más de un año de asumido el poder, el Gobierno de Chihuahua sigue empeñado en responsabilizar a la administración anterior de cosas o asuntos que sucedieron después de que Duarte dejó el poder.
“Es que las cosas no se arreglan en un año”, dicen muchos apologistas y defensores del Gobierno del Estadio. Estoy de acuerdo en arreglar lo que haya que arreglar. Sin embargo, por las vísperas se sacan los días. ¿Las cosas podrán “arreglarse” entonces en cinco?. ¿O acaso tampoco es tiempo suficiente?.
Si se dice que el gobierno actual quiere contraer más deuda, el argumento oficial de defensa es que la administración anterior contrajo más deuda. Si se dice que el Ejecutivo vulnera la división de poderes, se responde que el anterior también lo hacía. Si se señalan actos de corrupción, se dice que antes también se cometían actos de corrupción. Y así un sinfín de argumentos que, lejos de resolver las crisis que el gobierno ha enfrentado, evidencian una profunda falta en el sentido de responsabilidad gubernamental, al querer contrastar de manera constante al antes y el después. El resultado ha sido que están haciendo lo mismo que criticaron por años. Parecen olvidar que, si la gente hubiera querido lo mismo que antes criticaban, hubieran votado por las mismas opciones. No se ve siquiera la intención de mejorar.
Uno de los temas en los cuales el gobierno actual no ha podido compararse o contrastarse con el gobierno anterior, es precisamente el tema de seguridad. En un hecho que hasta los más feroces críticos reconocen, se admite que los índices de criminalidad descendieron en la administración anterior. Hoy, los índices de inseguridad en el Estado van en aumento. El gobierno de Corral no puede hablar de cifras maquilladas, o de manipulación de la opinión en este tema, pues las cifras eran manejadas por una “Mesa de Seguridad”, un organismo ciudadano que era encabezado por quien hoy ocupa un cargo de primer nivel en el gabinete de Corral.
Criticar el trabajo de dicho organismo, equivaldría a criticar el trabajo de su Secretaria de Innovación. Como en este rubro, el gobernador Corral no puede criticar a la administración anterior, ni al organismo ciudadano referido, entonces el Gobernador opta por culpar a la prensa.
En su fijación, el gobernador responsabiliza a todos los medios por difundir lo que pasa en el Estado. ¿No es esa la función de la prensa? Nuevamente, el argumento que utilizan los oficialistas para desestimar el trabajo periodístico son los contratos de publicidad que se suscriben con los medios de comunicación.
La forma en que el gobierno ha respondido a las crisis de seguridad que Chihuahua ha enfrentado, parece responsabilizar a la prensa. Es decir, se culpa únicamente al medio que dice qué es lo que pasa en el Estado. En un uso impecable de una falacia de asociación por parte del gobierno, se pretende culpar al mensajero del problema de inseguridad. Es importante recordar a los apologistas del Nuevo Amanecer que, quien tiene el deber de garantizar seguridad es el Estado, no los medios de comunicación.
En días recientes, la difusión de un video del crimen organizado haciendo señalamientos concretos sobre sus actividades, parece haber molestado al gobierno en turno. Se puede tener una opinión al respecto, pero hay algo que no se puede ocultar: ese video representa el grado de inseguridad que se vive en el Estado.
Lo retraten o no los medios de comunicación, en Chihuahua se vive más violencia, más muerte, más inseguridad. No es un espejismo, ojalá lo fuera; es una realidad palpable.
sixto.duarte@gmail.com