Opinion

No es el apocalipsis, son las elecciones

Vianey Esquinca/
Analista

2017-11-05

Ciudad de México— Así como las celebraciones del Día de Muertos van presididas por clásicos símbolos como son las flores cempasúchil, las calabazas, los altares y el pan de muerto, la Navidad, con los árboles navideños, las luces y las nochebuenas, hay señales que anuncian la llegada de las elecciones.
El nerviosismo se comienza a respirar en el ambiente; de la nada, varios funcionarios públicos y legisladores que habían permanecido en el completo anonimato buscan “difundir” el trabajo que hasta ese momento era desconocido. Los informes de gobierno o de labores se hacen más frecuentes y estos personajes buscan proactivamente a los medios y reporteros a los que antes ignoraban o incluso les huían.
También comienzan a aparecer nuevos medios de “circulación nacional” que sólo se distribuyen en unos cuantos puestos de revista, pero que ven en las elecciones una fuente de recursos. No importa si desaparecen con la misma prontitud que aparecieron, quieren llevarse algo del pastel electoral.
Estos medios son frecuentemente utilizados por los políticos que dan “entrevistas exclusivas” taaaaaan interesantes que merecen estar en portada, y no sólo eso, sus opiniones son taaaaaan relevantes y esperadas que forman parte de una costosa campaña de espectaculares que son desplazados lo largo de la ciudad o incluso del país.
Las ciudades se llenan de espectaculares o anuncios con rostros desconocidos de distintos políticos. Algunos sonríen con tal entusiasmo que parece que están anunciando una pasta dental o alguna clínica dental; otros pretenden mostrar firmeza y cruzan los brazos; están también los que se llevan la mano a la barbilla para que vean que tienen la capacidad de pensar y parecer muy reflexivos. El nombre en grande, por supuesto, para que se vea y la gente los recuerde para lo que se ofrezca. Otra señal de que las elecciones se aproximan es que aparecen “investigaciones periodísticas” que, tras “muchos meses” de indagación, logran amplios reportajes contra un político interesado en ser abanderado de un partido. Por supuesto, no tardan en salir los audios con conversaciones o información comprometedora.En esta época, además, surge una plaga de chapulines. Políticos y funcionarios que van de un lugar a otro buscando seguir alimentándose del calcio que les proporciona el hueso. No importa que hayan dicho que nunca, que jamás de los jamases, iban a dejar el cargo al que llegaron por voto popular, el poder del hueso es irresistible. Este año, al más viejo estilo de las plagas de Egipto, se desatará la voladera de estos ortópteros hasta que los tiempos electorales lo marquen.Esta temporada, además, crea relaciones clandestinas entre dirigentes, romances prohibidos entre la derecha y la izquierda y rupturas o divorcios escandalosos. El amor entre los militantes de los partidos dura hasta que viene la elección de los candidatos. La disciplina partidista queda para otros momentos. Esta temporada es de ganar o morir, es obtener la candidatura o irse a ofrecer su amor a otro instituto político que sí los valore. Las causas del rompimiento son las mismas: “no hay condiciones”, “el partido perdió rumbo”, “dejó de ser democrático”, “se apoderaron del partido grupos ajenos”, etcétera.Y, por supuesto, está por arrancar la espotiza a la que someten a los ciudadanos, que lo único que les queda por hacer es cambiarle cuando ven el vigésimo octavo anuncio político del día. Pero, aunque todas estas lo parezcan, no son señales del apocalipsis, sino signos de que cada vez están más cerca las elecciones de 2018.

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