Opinion

Presidente Cabada

Adela S. González/
Analista

2017-10-22

Con característica de independiente, Armando Cabada llegó a la Alcaldía de Juárez ofreciendo la premisa de transformar la comunidad que siempre espera algo mejor.
Su administración comenzó con dos significativos enfrentamientos: con el gobernador, que ha impactado directamente cuestiones de seguridad y con el sindicato de trabajadores municipales acostumbrado a exigir privilegios laborales e incorporar pensionados y jubilados sin cumplir requerimientos propios del retiro, empezando por la edad. Se “descubrieron” situaciones anómalas de las que no se había hablado hasta ahora en que los propios sindicalizados acusan de deshonestidad a sus dirigentes.  El presidente Cabada dice no mover dedo en contra ni a favor.
El distanciamiento con Gobierno del Estado remitido al nombramiento del director de Seguridad Pública Municipal en un personaje de alcurnia en el Ejecutivo anterior, se ha reflejado en descoordinación para acotar la violencia mientras se enseñorea el capricho u orgullo de los mandatarios de uno y otro nivel, quienes a veces se sonríen y otras se dan la espalda, con ciudadanos de por medio expuestos a la criminalidad.
Nada detiene las irregularidades que frenan el avance de la ciudad que se permite organizar eventos de divertimiento masivo sin atender urgencias urbanas y planear nuevas políticas públicas favorables al común. Plan Estratégico de Juárez presentó informe sobre los recursos del Municipio encontrando que gran parte se invierten en nóminas de empleados activos, jubilados y pensionados y sus prestaciones; otra parte considerable es para pago de deudas contraídas por administraciones pasadas; la más cuantiosa, del PMU (para nada sirvió a la transformación urbana ofrecida como justificante del adeudo) y la más reciente dejada por Serrano-González Mocken, para alumbrado público. Sin recursos para infraestructura no hay posibilidad de nuevas obras o simplemente, conservar lo existente.
Las lluvias sabemos lo que dejan, un desastre urbano que ningún gobernante puede corregir por la eterna falta de recursos, deficiencias, el “ahí se va” y aspiraciones que indican el mandato no está centrado en el manejo correcto de la ciudad y su impresionante crecimiento, pues el foco de la atención está en otra meta política, en su caso, la posible reelección.
Sin pertenencia política, la administración actual no difiere de las precedentes de manera que empuje al presidente Cabada a otro período. Ciertamente, el lastre del adeudo heredado lo limita y no deja otra salida para contar ingresos que subir el impuesto predial o el monto de infracciones administrativas (reversa en las de Tránsito) y con ello continuar manteniendo la creciente nómina de burócratas, pagar deuda y cero para inversión en infraestructura. La pregonada austeridad es simple ejercicio de distracción. Los regidores, al lado.
Es norma de políticos en campaña autoevaluarse como los más aptos para el cargo. El fracaso de las administraciones y las constantes promesas incumplidas que como petardos explotan en sus manos deriva de la idea de que desde el poder todo se puede. Cabada no es la excepción.
La  alcaldía es imán y muchos la quieren aunque no precisamente para mejorar la ciudad. Hace un año los juarenses creyeron encontrar la mejor opción de gobierno en Armando Cabada quien como independiente ofrecía mucho. Ahora preguntamos ¿es mejor?
Ante el revuelo político provocado por la inscripción numerosa de candidatos independientes en la macroelección del año entrante,  es notable el rechazo a los partidos que han desvirtuado su característica de organizaciones ciudadanas y ser hasta hace poco los únicos facultados para entregar gobernantes al poder. Urge un ejercicio electoral exento de politiquería que evite tropezar con la misma piedra. El gasto federal, y el estatal de 333 millones para elecciones es mucho para equivocarse.
asierra040@gmail.com

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