Opinion

El acoso a Peña por todos los flancos

LA COLUMNA
de El Diario

2017-10-21

El fin de semana quedó en su punto el PRI para encaminarse a la recta final de una determinación pletórica del rancio ceremonialismo que le caracteriza para efectos de concebir a su candidato a la Presidencia de la República. Los dos sexenios del PAN figuraron como excepciones a una regla por poco octogenaria.
La clase política priista ha dado luz verde con sus valores entendidos a Enrique Peña Nieto para que sea el que disponga quién abanderará a la coalición de partidos encabezados por el PRI hacia la contienda del 2018.
Repetirá el presidente la chisporroteante tradición. Ciertamente lo hará como lo hicieron sus antecesores pero bajo una inédita presión descomunal que no guarda semejanza ni con la vivida por Carlos Salinas con el asesinato de Colosio (hasta después de su muerte fue reconocido el equívoco en la decisión) ni con la correspondiente a Zedillo que íntimamente gustoso entregó los bártulos al blanquiazul y su lenguaraz Vicente Fox Quesada.
Peña tiene la última palabra y concedido el beneficio de la duda pero acosado por sus asesores, sus miembros del gabinete y por algunas poderosas tribus en los estados. También es apremiado por las circunstancias políticas y sociales que vive el país; por el creciente poderío del crimen organizado, supremo ya en incontables porciones del territorio nacional... Deben ser sofocantes su propia calificación contigua al cero y un Morena y un frente opositor PAN-PRD-MC aceptablemente pertrechados en primero y segundo lugar de los sondeos.
Al interior del Revolucionario Institucional se agolpan intereses que tendrán los mismos escrúpulos, ninguno, de hace 17 años cuando fue entregada la Presidencia al PAN si el presidente comete el menor error en la designación. Destierro y/o huelgas de hambre serían pocos. El equívoco no contempla únicamente un escenario de derrota para el PRI, considera también el contexto de un tricolor victorioso pero un sucesor desleal como el sufrido por Carlos Salinas.
Todos los ingredientes para la traición están picaditos y listos en el sartén. Es Chihuahua el estado más grande de la República, y aunque lejano y de modesta representación política por su escuálido tres por ciento en el padrón electoral, debe voltearse a ver y tener en cuenta la experiencia de la llegada al poder de Javier Corral, que se ha llegado a comparar con Nicolás Maduro, y un ultra confiado en su propio espejo César Duarte que no vio el mundo que le caía encima. Extraviada la visión periférica, estaba entretenido herrando como de su propiedad las vacas importadas de Nueva Zelanda con cargo al gobierno chihuahuense.
La derrota y la posterior cárcel no llegaron por la fuerza del entonces candidato azul, aparecieron por las conjuras, maquinaciones y complots de los mismos priistas, insuperablemente bien coronados con la entrega como obsequiosos testigos protegidos de los mismos que recibieron generosos beneficios de los delitos cometidos contra el patrimonio de gobierno. Unos procesados, otros prófugos y otros más perdonados pero inhabilitados política y quizá legalmente para ejercer cargos públicos en el futuro. Un auténtico desastre provocado por la mala selección de candidato. Historias similares recorren varios estados, las suficientes como para tomarlas en cuenta en su conjunto si Chihuahua no parece suficiente.
¿Quién será el primero en levantar la mano para acogerse a los criterios de oportunidad sobre la desaparición y muerte de los 43 de Ayotzinapa? ¿El secretario de la Defensa Nacional en turno? ¿El jefe de la Policía Federal? ¿El ya estoy cansado procurador general de la República? ¿Los jefes de Seguridad Nacional? ¿A dónde será enviada la solicitud de extradición contra Peña?. El guión perfecto para seguidilla de una serie arrancada en Chihuahua y otros estados.

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Es muy sencillo para el presidente determinar quién será el nominado. Gane o pierda, él dejará incluso de formar parte de la clase política nacional porque es otra característica del vetusto ritual. No habrá en el futuro más allá de apariciones protocolarias o intervenciones públicas carentes de trascendencia. Convencionalmente así debería ser.
Las palabras mayores en el actual discernimiento deben llevar a un colofón con garantía de certidumbre en todos los sentidos. No puede quedar en el aire ningún factor de análisis sin ser desmenuzado.
El secretario de Hacienda, José Antonio Meade, ha demostrado que es un hombre institucional pero partidariamente tibio, lo que se dice ni frío ni caliente, característica que le ha redituado ser secretario de Estado en gobierno panista y priista. Esa es una gran desventaja para él entre las cúpulas tricolores recalcitrantes pero es considerada ventaja para quienes leen que puede jalar votos del PAN, incluida la eventual suma de Margarita Zavala.
A su falta de sello priista indeleble debe sumarse su distancia en el equipo próximo, y peor aun, la escasa ascendencia hacia el terreno personal del presidente. La desconfianza debe ser significativa. Sumemos a esos dos factores que no es garantía de triunfo por su falta hasta de apellido atrayente para las clases populares y concluiremos que su posibilidad es reducida.
Luis Videgaray y Aurelio Nuño, Relaciones Exteriores y Educación, responden a la confianza de Peña, pero de manera íntegra, completa, solo Videgaray. El secretario de Educación comparte sus lealtades con el expresidente Salinas. Ambos precandidatos mantienen fuertes lazos de poder en las cúpulas empresariales y el extranjeros pero son escasamente conocidos, hasta ahora, entre el electorado mexicano. Tampoco será fácil venderlos en los escasos meses de la campaña proselitista.
Nos queda el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Analistas nacionales lo ubican un día muy próximo a Peña Nieto pero otro día muy retirado. Una ocasión hombre muy confiable, otra un político que ha traicionado al presidente con cifras falsas sobre seguridad pública, por ejemplo.
Si diéramos por salvada la confianza con el principal inquilino de Los Pinos, Osorio podría representar al candidato idóneo para Peña. Metido hasta la médula con el priismo de todo el país y quizá el único de todos que ha cuajado esa relación; es quien mejor representaría los intereses institucionales-partidistas y no traicionaría al eventual expresidente. Su mayor debilidad y flanco de ataque, justo la inseguridad. Es considerado el principal responsable de no coordinar con eficacia a las corporaciones para frenar la violencia que aterroriza al país.
Caballos negros pudieran ser hasta Emilio Gamboa o Manlio Fabio Beltrones, ambos acaso los mayores conocedores de la entraña política nacional pero con igual fama de truculentos y poco confiables. Emilio juega golf con el presidente pero más por sociedad y complicidad que por amistad o familiaridad. Paréntesis, un político rico jugando golf, cuyo “servicio” a la nación durante toda su vida ha conseguido mantenerla en el tercer mundo, con cinturones de extrema pobreza por donde se le mire.
Conocen Manlio y Emilio a detalle cada nervio y cada vena tricolor por todos los rincones del país. Conocen su ánimo y cada latido de su corazón. Tienen toda la capacidad en grado doctoral para engañar y no ser engañados, para sorprender y no ser atrapados, pero indudablemente aplicarían jonguitudinazos, quinazos, elbazos... Sin ser presidente Manlio ya barrió a través de Claudia Pavlovich contra el exgobernador Guillermo Padrés y al menos un par de decenas de sus excolaboradores que se metieron con su familia e intereses en Sonora.
El inconveniente mayor de ambos dinosáuricos tricolores es que pertenecen a la publicitada mafia del poder que le ha redituado óptimos bonos a “El Peje”. Representarían una diana como ninguno de los otros para el tabasqueño y el resto de los candidatos(as) de otras fuerzas opositoras. Improbable sea depositado en cualquiera de ellos el dedo presidencial, salvo que no halla más.
La fecha límite de Peña es el 15 de diciembre. Deberá iniciar el periodo navideño con el nombramiento correspondiente y santiguarse en espera de que el ungido no lo ponga en la cruz durante la campaña, tenga el suficiente carácter e inteligencia para superar el adverso tercer lugar presente y alfombre con agradecimiento su retiro. Un sueño mágico lejanamente alcanzable.

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