Opinion

Niñas en peligro

Cecilia Ester Castañeda/
Escritora

2017-10-18

La violencia de género continúa. No importa que la alerta sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez se haya dado desde hace más de 20 años. Independientemente del activismo, de la creación de agencias especializadas, fiscalías o institutos estatales sobre el tema, sigue tratándose de un crimen arraigado. Más allá de recomendaciones y fallos de instancias internacionales, o de comisiones y leyes a nivel nacional, de terminología nueva, de campañas de concientización, de técnicas policiacas, de capacitación, de talleres, terapias, albergues, condenas, de indemnizaciones, seguimos teniendo un problema muy serio.    
En los primeros 15 días del presente mes, según notas de El Diario, siete mujeres han sido asesinadas en Ciudad Juárez. Entre las víctimas se cuentan dos niñas pequeñas: en un lapso de 48 horas una menor de un año tres meses y una de tres años perdieron la vida en condiciones violentas dentro de su propio hogar.
¿Qué estamos haciendo mal?. ¿Por qué a pesar de los innegables avances en materia judicial y conocimientos sobre los “feminicidios” continuamos cayendo en ese hoyo negro del cual surgimos con fama de ser una ciudad “donde se mata a las mujeres”? Alegar que servimos de punta del iceberg en un problema que —a juzgar por las noticias— está probando no limitarse a la frontera no brinda mucho consuelo. Urge replantear la estrategia.
Ciertamente los asesinatos de mujeres se llevan a cabo en un ambiente violento y de impunidad generalizada. Ambos factores inciden para perpetuar las condiciones que permiten dichos crímenes. Sin embargo, si bien resulta imperativo seguir presionando a fin de que la respuesta institucional sea eficaz la lucha por prevenir los crímenes de género tiene varios frentes. A todos nos corresponde trabajar, por lo menos, en alguno de ellos.
Los embarazos de adolescentes —y las niñas asesinadas nacieron cuando sus madres eran menores de edad— son sintomáticos de falta de atención y oportunidades. ¿Cómo podemos reducir la exclusión social? Volviendo a los datos publicados sobre los dos recientes infanticidios: los sospechosos en ambos casos son los padrastros. Yo me pregunto ¿qué papel tenían aquí los padres biológicos de esas menores? Aparentemente las jóvenes mamás aceptaron parejas físicamente abusadoras, tanto de ellas como de sus hijas. ¿Por qué?
No se trata de juzgar, sino de intentar comprender las causas de la violencia doméstica para poder actuar en consecuencia.
En un entorno violento de autoritarismo patriarcal el hombre manda, no se cuestionan sus órdenes y se disciplina a gritos y golpes. ¿Cómo transmitimos estos valores? Sólo hace falta ver un poco algún medio masivo: casi siempre los hombres poseen la autoridad, las mujeres están para complacer y los niños para obedecer. ¿Y en nuestro propio hogar? Mientras ignoremos —o minimicemos— las necesidades de todos sus integrantes estamos propagando la fórmula para el abuso.
Luego está la respuesta ante las frustraciones, el manejo de la ira, la resolución de conflictos. De alguna manera en nuestra sociedad se repite en demasiadas ocasiones la violencia como recurso único para afirmar la identidad. Debemos encontrar medios destinados a procurar el desarrollo del respeto y el pluralismo; enseñar las técnicas de autorregulación, debate y toma de decisiones grupales. En el hogar o fuera de él, dichas herramientas conducen a una cultura de la paz.   
Inclusión, equidad, diálogo. Son ideas vagas o pasos prácticos para contrarrestar la violencia. Pero requieren implementarse forma sostenida en todos los espacios, hasta que se vuelvan hábitos. Propongámonos aprenderlos y adoptarlos a diario.
En el caso de la violencia de género, toda mujer debe saber que no tiene que tolerar malos tratos y dispone de apoyo. También necesita identificar las señales de un agresor potencial. Esos mensajes deben llegarle por varios medios, sobre todo a través de programas a los cuales pueda acudir en busca de asesoría o techo.
Quizá difundiendo esta información y transmitiendo a más hombres que su valor, su identidad como seres humanos, no sólo radica en el uso de la fuerza y en el control ya no haya mujeres o niñas asesinadas.

ceccastaneda@hotmail.com

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