Opinion

¿Gobernador mentiroso u olvidadizo?

Francisco Ortiz Bello/
Analista

2017-10-14

Es una línea muy delgada la que divide las fronteras entre la mentira, el olvido y la realidad, sin embargo, y pese a que hay diferencia fundamental entre mentir y olvidar, el efecto final es el mismo: incongruencia entre lo que se piensa, dice y hace, con todo lo que eso implica.
Mentir, implica una voluntad deliberada de torcer la realidad, de engañar a quien nos escucha, con un fin predeterminado para obtener provecho de la mentira. Olvidar es un acto más bien de incapacidad mental o cerebral para recordar cosas, eventos, personas o promesas que, si bien no es malintencionado en sí mismo por su naturaleza químico-cerebral, no deja de traer las mismas consecuencias negativas que una vil mentira.
El gobernador del estado, Javier Corral Jurado, ha mostrado desde el inicio de su gestión, una marcada propensión al conflicto mediático. Él dice “verde”, los medios reproducen el mensaje: “verde”. Pero luego, inexplicablemente, el primer mandatario estatal corrige. “No, no dije verde. Dije color de la esperanza, de la naturaleza”, aunque sea cosa de matices y de interpretaciones que en el fondo significan lo mismo, y así nos hemos llevado ya más del año, entre dimes y diretes que han enfocado la atención de la opinión pública, y de la publicada, en todo, menos en lo importante, en lo nodal, en lo significativo y central.
El gobernador Corral llamó mentirosos y malintencionados a los medios de comunicación, por publicar que la renegociación de la deuda pública del estado significaba la contratación de deuda, acusándonos de mentirosos, malintencionados, desinformados, parciales y hasta vendidos. Lo dijo durante un evento en Samalayuca.
Si bien la renegociación de los compromisos financieros del estado no significa más deuda, sí representan contratación de deuda. Es decir, sí es deuda. No aumenta la deuda existente, porque se cambia una deuda vieja por una nueva en mejores condiciones financieras, pero sí es deuda.
Bueno, pues este prurito exacerbado por lo términos usados (que el lector o lectora sabrán perdonar y entender como una cita necesaria) en el tema de la renegociación de la deuda pública, llevó a Corral a extremos insospechados en su tormentosa relación con los medios de comunicación. Tan insospechados como innecesarios.
Pero también lo llevó a mentir descaradamente al afirmar que la contratación de nuevos créditos no eran deuda pública, cuando todo mundo sabíamos que sí lo eran. Peor aún, lo llevó a sostener públicamente dicha mentira a pesar de las múltiples reacciones negativas que generaba, y de la importante afectación a la credibilidad social que todo mandatario necesita.
Ese es sólo uno de decenas de casos que hay ya documentados, en los que el gobernador Corral se ha visto como un mentiroso patológico. Miente casi por necesidad.
Son ampliamente conocidos por la sociedad chihuahuense y juarense, los casos en los que Corral ofreció durante su campaña a la gubernatura cumplir algunas promesas como la de la educación gratuita a estudiantes universitarios, o eliminar las fotomultas en la capital del estado, o acabar con la inseguridad en las calles de la entidad, o la de eliminar el cobro de la tenencia vehicular, solo entra las que más destacaron y que una vez instalado en el poder, ya nunca más se volvió a hablar de ellas.
Fue célebre aquella frase de su secretario de Educación y Deporte, Pablo Cuarón Galindo, cuando fue cuestionado por qué no se cumplía lo de la educación gratuita a estudiantes universitarios, y él respondió que había sido una promesa del corazón, y no de la razón. Lo cual es simplemente inaceptable en un funcionario y servidor público del nivel de Corral.
Sin embargo, hay otras promesas incumplidas, o mentiras, que le vienen apareciendo al gobernador como pesadas losas en su espalda.
Hace unos días, en el espacio de La Columna de este rotativo, se documentó con absoluta precisión y puntualidad, la forma en que Javier Corral Jurado, durante su campaña por Guerrero, prometió a un niño y a los habitantes de esa ciudad por supuesto que, si llegaba a la silla de gobierno, les enviaría un millón de pesos para la construcción de un gran parque y para la comunidad revolucionaria de Pascual Orozco.
Bueno, pues no solamente no ha llegado el dichoso millón de pesos a ese lugar, sino que ni siquiera representante envió al informe del alcalde de Guerrero, Luis Fernando Chacón, y ni la molestia se ha tomado de explicar ni su ausencia, ni la falta de cumplimiento de su compromiso.
Curiosamente, como dato interesante y a propósito de las promesas y visitas del gobernador, durante la reciente gira que hiciera Andrés Manuel López Obrador por diez ciudades de la sierra chihuahuense, ese fue el común denominador que encontró el tabasqueño en todas las ciudades visitadas: Corral no se ha parado por ahí, simplemente en todo este primer año de gobierno, la ausencia del gobernador en las poblaciones de la sierra ha sido más que evidente. Salvo la visita a Madera, desde donde se ordenó implementar un esquema de intervención social, en el que todas las dependencias del gobierno estatal participarían, y que hasta la fecha es solo eso, un bonito proyecto sin cumplir. Excepto por la Secretaría de Innovación y Desarrollo Económico que es la única dependencia que ha dado seguimiento al proyecto en esa zona.
De diez ciudades visitadas por AMLO, solo en una había tenido una muy reducida presencia Corral en todo un año. Lamentable.
Las mentiras han venido sucediéndose en cascada. Una tras otra. Como lo fue en el lamentable asesinato de la colega periodista Miroslava Breach. El gobernador aseguró, y se comprometió a ello, que habría justicia en este caso. Han pasado ya más de seis meses y la justicia aun no llega.
Sin embargo, la presión mediática y social han llevado a Corral a mentir de nuevo. Ha asegurado el gobernador, y por ende todos sus colaboradores involucrados en la investigación, que el asunto está resuelto. Sí, que ya se resolvió. Según él, ya se sabe en dónde están los asesinos y quiénes son, tanto los intelectuales como los materiales, incluso señalando en lugar en el que se encuentran y sus nombres. Ha dicho que sólo falta capturarlos, para lo cual requiere de la intervención y apoyo de las fuerzas federales, por tratarse de una célula importante del narco, y porque están en una zona de muy difícil acceso.
A ver, analicemos con prudencia y sensatez. Ningún caso criminal está resuelto hasta que ocurren las siguientes etapas: investigación, detención de los supuestos responsables, enjuiciamiento de los mismos y sentencia condenatoria por un tribunal. Sólo entonces se puede hablar de que el caso está resuelto. Antes no.
Pero supongamos que es verdad que las investigaciones han dado como resultado, los nombres y ubicación de los probables responsables. Aun no los detienen. Y las declaraciones públicas del gobernador, del fiscal y del coordinador de comunicación social, ya los pusieron en alerta de manera imprudente e irresponsable.
Pero sigamos suponiendo. Supongamos que los detuvieran. Aún con la detención todavía no está resuelto el caso. Faltaría que un juez lo declare culpables y los sentencie a cumplir una condena por el delito de homicidio agravado. Eso aun no ocurre, y por lo que vemos, todavía falta mucho para que pase. A menos claro, que Corral esté completamente seguro de que, una vez detenidos y puestos a disposición de la autoridad judicial, serán declarados culpables. Seguridad que solo puede tener si existe un acuerdo previo para ello.
Ahí está la historia de un gobierno estatal que ha ido mentira tras mentira, lesionando de manera grave la credibilidad social tan necesaria para su gestión. ¿Por qué miente tanto Corral? No lo sé. Quisiera pensar que son solo lamentables olvidos que lo hacen decir y hacer cosas distintas a las que dijo o hizo en primera instancia.
Es el accidentado camino que lo ha llevado por la senda que lo aleja de la sociedad, de la percepción ciudadana y del obligado y necesario contacto con los medios de comunicación.

fcortizb@gmail.com

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