Opinion

Margarita y Anaya (o la estrategia kamikaze)

Yuriria Herrera/
Analista

2017-10-06

Ciudad de México.– Cuando Vicente Fox fue designado candidato del PAN a la Presidencia a muchos les pareció más un montaje que un acto democrático. Y es que el partido mantuvo abierta la inscripción de aspirantes, pero Fox ganó en automático, porque nadie más se anotó. A pesar de eso, la mesa y las urnas para la elección interna estaban puestas. Y esa habrá sido una de las cualidades que les valió para sacar al PRI de Los Pinos. Su naturaleza democrática.
Cuando en 2006 Felipe Calderón ayudó al PAN a conservar el Poder Ejecutivo, su candidatura había resultado de un proceso interno democrático en el que venció a un grupo de aspirantes conformado por Alberto Cárdenas Jiménez y Santiago Creel. La elección interna, Calderón la ganó por más de 50 por ciento. Ya para 2012, Josefina Vázquez Mota le ganó a Ernesto Cordero y Santiago Creel. Aunque había más aspirantes, poco a poco éstos se fueron bajando; los escenarios para algunos se estaban construyendo y con ello, deconstruyendo las posibilidades de los otros. Ahí tampoco hubo dedazo, sino urnas y voluntad interna de demostrar que la democracia se ejercía.
Traigo estos tres ejemplos porque el PAN, por encima de sus adversarios, siempre ha resaltado por sus métodos democráticos internos. Así siempre eligieron, o al menos a sus últimos candidatos presidenciales. Incluso aquí mismo, en este espacio y en diferentes momentos, he subrayado esa cualidad de los blanquiazules, por encima del dedazo del PRI o del caudillismo de AMLO en el PRD y hoy en Morena. Los panistas siempre le dieron voz a todos quienes lo integran, ya sea grupos o militantes.
O al menos eso fue entonces. Para nadie es secreto que los panistas de hoy están divididos, que las fotos donde se ven todos tomados de las manos, como las que vimos en la elección mexiquense, sólo son eso, fotografías: momentos que producen para destantear al enemigo (aunque ni se las crean). Y si en el Senado la fractura fue evidente cuando panistas se opusieron a la designación de Ernesto Cordero como presidente de la Mesa Directiva, en el CEN la cosa se puso peor:
¿Por qué los panistas estarían dispuestos a que su personaje mejor posicionado rumbo a 2018 se vea obligada a abandonar sus filas? ¿Así de fuerte fue su lealtad al partido o así de fuertes son los compromisos que tienen con Ricardo Anaya? El presidente de Acción Nacional no ha ocultado su enemistad con los llamados “calderonistas”.
Hizo votos Anaya —figurados, por supuesto— para que Zavala no se fuera del que siempre fue su partido, pero tampoco pudo ocultar su obcecación por convertirse en candidato. Por más que lo ha negado, no ha logrado convencer, y menos con los movimientos que realiza desde la presidencia del partido, que sólo buscan beneficiar su posición. Tan es así que a Margarita, la favorita de la mayoría de los militantes afiliados y de los votantes que no elegirían ni a El Peje ni a un priista (ahí están las encuestas) fue acorralada, con todo y su vasto apoyo alrededor del país.
Lo cierto es que Margarita ha trabajado desde que anunció su intención de ser candidata para construir una imagen que la separe de esos lazos inevitables. Ya recorrió el país y cuenta con el apoyo de una parte importante del sector empresarial. Es, pues, una candidata a la que sólo le falta ser nombrada así. Tanto que, aunque AMLO lleva meses intentando minimizar su fuerza electoral, ayer le dio la bienvenida, pues sabe que si Anaya no cede, para Morena mejor cuánto más dividido esté en voto de sus oponentes (bueno, hasta invitó a Osorio Chong a revelarse e inscribirse como independiente, por las mismas razones, evidentemente).
Esperamos a que Anaya no se convierta en el kamikaze que dinamitó un siglo de construcción partidista opositora, aunque sea él mismo quien termine también por volar en pedazos con su propio cinturón de dinamita.
#MeCuentan. Que los obstáculos anayistas que Margarita Zavala debe superar son de tal nivel que, por orden del CEN blanquiazul, se cerraron todas las “Oficialías de Parte” en las que la exprimera dama podía entregar su carta de renuncia al partido. Y es que, sin renuncia aceptada, los anayistas asumían que no podría registrarse como independiente. Como tácticas de terroristas.

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