Opinion

Reconstrucción

Sergio Sarmiento

2017-10-03

“Les quiero pedir a las mujeres que lo que va en las tarjetas se destine a la reconstrucción.”
Enrique Peña Nieto

 

Ciudad de México.– La tragedia empieza a quedar atrás, pero comienza la reconstrucción, un período que puede ser muy importante. Para algunos es el inicio de un esfuerzo de renovada actividad económica, para otros el riesgo de un nuevo desperdicio de recursos gubernamentales.
Este 2 de octubre el presidente Enrique Peña Nieto entregó en Ixtaltepec, Oaxaca, los primeros apoyos para los damnificados del sismo del 7 de septiembre. Esta ayuda se está dando a través de tarjetas de Bansefi, el banco gubernamental de ahorro popular. Las personas que hayan perdido su vivienda recibirán 120 mil pesos en cuatro mensualidades. Quienes han sufrido solamente daños, obtendrán 15 mil pesos, pero la cantidad podrá ampliarse en algunos casos. Habrá créditos para quienes deseen más.
Esta primera entrega surge de un fondo de 7 mil millones de pesos constituido por los gobiernos federal y oaxaqueño, el cual a su vez forma parte del total de 37,500 millones de pesos en recursos públicos que el presidente ha declarado podría costar la reconstrucción por los sismos del 7 y el 19 de septiembre. A esto habría que sumar las inversiones de familias y empresas privadas.
¿Son mucho o poco estos 37,500 millones de pesos? La verdad es que representan sólo el 0.7 por ciento del gasto neto total de 5 billones 201 mil 700 millones de pesos que el sector público ha presupuestado para 2018. No es un recurso suficientemente grande para impulsar un mayor crecimiento de la economía mexicana, como lo han sugerido algunos.
La cantidad sí es importante, empero, si se compara con lo que pagamos los contribuyentes a los partidos políticos y al Instituto Nacional Electoral, que será de unos 52 mil millones de pesos en 2018. Equivale también, aproximadamente, a los 37 mil millones de pesos que se han presupuestado para la Secretaría del Medio Ambiente.
Si esos 37,500 millones de pesos se invierten bien, sus beneficios serán significativos. Para las familias de escasos recursos que perdieron todo en el sismo, recibir un apoyo de 120 mil pesos puede ser la diferencia entre el hambre y una oportunidad de salir adelante.
La decisión de dar el dinero directamente a las familias afectadas ha sido controvertida. Tradicionalmente los gobiernos han entregado despensas o materiales de construcción o han edificado conjuntos de viviendas. Algunos críticos piensan que el dinero puede ser mal utilizado por las familias y gastado en todo menos en reconstrucción. Temen que los jefes de familia se apropien del subsidio y lo usen en fiestas o bebidas alcohólicas. Otros simplemente piensan que las familias no están calificadas para edificar sus viviendas y que las que construyan pueden volver a caerse.
Las críticas son comprensibles, pero la experiencia nos dice que cuando el gobierno construye unidades habitacionales y simplemente las regala, muchas se quedan vacías. En cambio, cuando las familias se involucran en la reconstrucción, y edifican las viviendas dónde y cómo las quieren, tienen más posibilidades de quedarse en ellas, lo que significa un menor desperdicio de recursos.
De momento, hay que concederle al gobierno el beneficio de la duda. La reconstrucción es indispensable para miles de familias que se han quedado sin casa. Esperemos no empezar a ver ejemplos de corrupción o ineficiencia. La reconstrucción será el esfuerzo que al final identifique a este gobierno. Sus consecuencias también se verán reflejadas en las elecciones de 2018.

 

Muertos por arma
Han muerto más estadounidenses por disparos con arma de fuego en la Unión Americana que en todas las guerras de ese país tan militarista. Los muertos en guerras ascienden a 1,396,733. Los de armas de fuego, nada más de 1968 a 2015, son 1,516,863 (politifact.com).

Twitter: @SergioSarmiento

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