Opinion

Señor Corral: la aldea está en llamas

Carlos Murillo/
Abogado

2017-09-09

En la narrativa de radiopasillo, la vox populi registra para la historia lo que la gente cuenta sobre los ricos, famosos y poderosos.
En esa lógica, las escaleras de Palacio son el lugar perfecto para transmitir información privilegiada. Siempre hay alguien que sabe y que desea los demás le reconozcan que sabe. Así que platican anécdotas personales del gobernador en turno para demostrar el grado de cercanía que tienen con quien detenta el poder. Gracias a estos informantes anónimos sabemos lo que hacen y piensan en privado los gobernantes; fuera del guión del discurso político, que pocas veces es la verdad.
En el Palacio de Gobierno de Chihuahua, entre los murales de Aarón Piña Mora, el Altar a la Patria de Miguel Hidalgo y las escaleras donde le metieron un balazo a Patricio Martínez, corren las versiones de los colaboradores más cercanos a Javier Corral que se desviven por alabar a su guía político-espiritual. Hay que recordar que finalmente los partidos políticos son una especie de religión y, como en toda representación de la fe, eventualmente hay cierto nivel de fanatismo mesiánico en los más obsesionados.
Al interior de su secta, los seguidores de Corral coinciden en tres características de su mesías: la primera es que “Javier está en otro nivel”, así lo dicen; y lo explican señalando que el pueblo de Chihuahua no es digno de un gobernante con tanto capital político y cultural, Javier se codea con el jet set  del medio académico, intelectual, político y empresarial del país. Por lo tanto, la gubernatura le encorseta, le queda chica al señorón que se habla de tú con los meros-meros. Contra ese argumento no hay mucho que decir, efectivamente no somos dignos de este Coloso de Nerón del Siglo XXI.
La segunda característica que tiene Javier –dicho ya en tono de confianza– es que, al estar en otro nivel, las cuestiones domésticas del estado le parecen nimiedades frente a los grandes temas del debate nacional que, dicho sea de paso, Corral domina en el lobby político de Polanco como los Hermanos Escamilla florean la reata, así que “los problemas de Chihuahua no están en su agenda porque son herencia del gobierno anterior, que los resuelva la federación”, así lo dicen intentando justificar su menuda apatía por lo local.
No por nada Corral, el gobernador cosmopolita, soltó la expresión de “aldeanismo” en el que, según él, ha vivido Chihuahua hasta ahora, que nos han sacado del ostracismo político para entregarnos la luz de la sabiduría. Sapiencia que por cierto está en manos de los viejitos Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo –aunque ambos ya chochean pero poseen la lámpara de Diógenes según los corralistas–. Entonces, debemos estar agradecidos con nuestros salvadores que tienen 60 años arreglando el país y nomás no le hallan, pero no perdonan al erario público, comen y beben como los peces en el río con cargo al Nuevo Amanecer o a cualquier gobierno ingenuo que se deje vender espejitos.
Fíjese nomás, ¡cuánto tiempo Chihuahua vivió en el error!, separados de las cúpulas que deciden en la Ciudad de México. Por esta gran aportación –de quitarnos lo aldeanos–, debemos estar agradecidos y, aquí viene una manda: no vale la pena distraer con temas terrenales al rockstarsote; por lógica, debemos entender que no hay tema del estado que capte su interés, ni siquiera la #OperaciónJusticiaParaChihuahua que ya está más desinflada que una pelota de 10 pesos del Parque Borunda, ahora ya andan deteniendo a parientes en tercer grado del exgobernador, a este ritmo, al final del quinquenio hasta “Meny” el bolero va a ir a la sombra por su relación con Duarte.
Y, la tercera premisa de la secta corralista es que nadie, absolutamente nadie, ni su secretario Jáuregui, ni el fiscal Peniche, ni el aviador Gustavo Madero, que trafica contratos, mucho menos el resto del gabinete, nadie lo entiende, porque son enanos comparados con Corral y nadie logra comprender su estrategia genial porque…¡sí!...¡le atinó!, ¡el señor está en otro nivel!, así que no trate de descifrarlo, simplemente hay que aceptarlo como es.
Entonces en resumen, Javier Corral es un genio de la política nacional, no le interesan los temas locales y nadie lo entiende. Con esas premisas, es lógico que el estado se encuentre de cabeza.
Hoy, la aldea está en llamas. Mientras Javier Corral organiza el Frente Amplio entre el PAN-PRD y Convergencia, el estado regresa a los índices de violencia que provocaron el caos en el 2008.
Ya no hay forma de justificar la ineficacia del Gobierno estatal en el tema de seguridad, porque los descuidos son cada vez más evidentes; en el sur de Chihuahua los delincuentes se enfrentan en las calles a plena luz del día como en el viejo oeste; en Juárez y Chihuahua los carjackings, robos con violencia a casa-habitación, asaltos en bancos y homicidios dolosos de alto impacto se han incrementado de forma alarmante, gradualmente regresamos a la peor época. Pero ese parece ser un asunto ajeno al gobernador Javier Corral.
Por si fuera poco, el absurdo divorcio del Gobierno del Estado con la administración municipal de Armando Cabada está causando más rezago en la infraestructura de la frontera del que ya había. No hay presupuesto, ni voluntad para resolver los problemas por parte del Gobierno estatal, ¡claro! ¡a menos que se trate de alguna ocurrencia para hacer grilla con los aliados nacionales de palacio, para eso la chequera no está limitada, ni hay crisis, ni se necesita un préstamo, ni Madero requiere permiso.
Si no lo han notado, se los diré lo más claramente: la aldea, o sea Chihuahua, está en llamas, las corporaciones policíacas están en alerta máxima y el crimen organizado amplía su cobertura de control en las calles.
En las últimas fotos de la Fiscalía Zona Norte, brillan por su ausencia el gobernador y su gabinete en los honores al oficial asesinado por sicarios, los policías ministeriales en Juárez lucen como están: solos. Y, como dice la ley de Murphy, “si las cosas van mal, seguramente empeorarán”; así, con este diagnóstico de inseguridad y la efervescencia política a nivel nacional en su punto más álgido son una mala combinación, porque significa menos interés por Chihuahua de su propio gobernador.
Javier Corral está a menos de un mes de cumplir el primer año sin nada plausible y relevante qué informar, el abandono del estado es evidente y contrasta con su activa participación en el plano nacional.
Los corralistas siempre replican estas críticas con un “sí, lo que quieras, lo que sea menos corrupto”. Pero se equivocan, en primera porque la ineficacia es la peor forma de corrupción, en segunda porque la falta de control al interior del gabinete sí ha generado una rampante corrupción del Nuevo Amanecer y en tercera, suponiendo que no existiera corrupción (que sí la hay), entonces Corral pasará a la historia como el gobernador que abandonó la aldea en llamas para irse a Polanco y hacer política en el centro del país, hasta ahorita esa su impronta.

murillonet@yahoo.com

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