Opinion

Contradicciones migratorias

Juan Carlos Loera de la Rosa/
Empresario

2017-09-03

Durante mi visita a La Habana, en Cuba, un comentario que me causó un fuerte impacto fue de uno de sus habitantes llamado Humberto;  chef de profesión, pero de oficio taxista, desde su punto de vista la terminación de la política migratoria de Estados Unidos en relación a la isla, “pies secos, pies mojados” tenía un carácter humanístico de gran valía. Una insólita paradoja de gran verdad.
Analicemos: Desde 1966 como parte de una estrategia política de sabotaje contra el recién instalado régimen socialista en Cuba, Estados Unidos otorgó un trato preferencial a los migrantes cubanos; todo aquel cubano que llegara a suelo estadounidense tendría el derecho de permanecer en dicho país y eventualmente legalizar su residencia, luego en 1996, Bill Clinton, determinó que todos aquellos cubanos detenidos en alta mar serían devueltos a su país, pero aquellos que lograran pisar la costa estadounidense serian beneficiados con su regularización migratoria.
Originalmente dichas estrategias fueron planteadas para ayudar a refugiados por cuestiones políticas, sin embargo, en los hechos, el factor económico como en todo fenómeno migratorio jugó un papel mucho más importante, a esto se le agregó la decisión de George Bush en 2006 de otorgar visas a todos los médicos cubanos que se acercaran a las embajadas estadounidenses en los países donde formasen parte de misiones médicas, un “robo de cerebros”, lo denunció Fidel Castro. 
El bloqueo comercial de Estados Unidos hacia Cuba, es indudablemente el factor más importante por el cual ésta ha sufrido estragos en su economía, asimismo esta política migratoria ha jugado un papel clave para incentivar la deserción y formación de grupos anticastristas desde el exterior, lo cual ha tenido poco eco dentro del país caribeño. Veamos: ¿Por qué para Humberto la decisión de Obama de terminar con el “beneficio” migratorio tendría un sentido humanitario? Al no garantizarse la estadía legal en Estados Unidos por tan solo pisar su territorio, perdía sentido arriesgar la vida en altamar, por ello muchos cubanos desistirían de semejante aventura reduciendo así la cantidad de ahogados en altamar. Razonable, pero... ¿Y el derecho a viajar y buscar una vida mejor? La respuesta radicaba en el propio Humberto; hace ya varios años, el gobierno cubano flexibilizó el otorgamiento de pasaportes, hoy se requiere únicamente (además de dinero), el visado del país por visitar. Por ejemplo, Humberto emigró legalmente a Argentina, donde trabajó un par de años sin lograr adaptarse al estilo de vida consumista donde derechos elementales como la salud, la educación y la vivienda son parte de las mercancías comercializadas a diario. “Si los norteamericanos quisieran ayudar a los cubanos a emigrar, simplemente les otorgarían las visas sin necesidad de arriesgar la vida”, fue su reflexión.
¿Y a qué viene todo esto? La necesidad que millones de mexicanos y centroamericanos han tenido de abandonar su lugar de origen ha sido un imperativo. Aunada a la pobreza se suman los niveles de inseguridad, ya no se habla solamente de migración, hay un fenómeno de desplazamiento humano en varias regiones de nuestros pueblos por una razón: salvar la vida.
¿Y a qué se enfrentan los migrantes? Hoy comparten el mismo drama de los balseros cubanos, el riesgo de perderlo todo, incluso la vida. Desde la aplicación del operativo “Hold theLine” en 1993, en el cual se reforzó la vigilancia de la Border Patrol en las principales ciudades fronterizas, las rutas de migrantes hacia Estados Unidos se movieron hacia lugares más peligrosos: el desierto y el Río Bravo donde se incrementa su corriente. 
Hoy en día, el uso de altas tecnologías, la militarización de la frontera y la política racista y xenófoba de Donald Trump, hacen cada vez más complicado y peligroso cruzar sin documentos la frontera. Paralelamente el crimen organizado ha ejercido un control férreo sobre los “coyotes” que trafican con seres humanos. El laberinto en el que se encuentran los migrantes, no termina, ni acabará nunca, a pesar de que el flujo hacia el norte es cada vez más peligroso y exageradamente caro.
El incremento en el número de fallecimientos al intentar cruzar el Río Bravo, las personas atrapadas en contenedores asfixiantes, los secuestrados por las mafias exigiendo el pago de rescate a familiares ya instalados en el norte, el abarrotamiento en centros de arresto de migrantes en Estados Unidos, indican claramente que ni el más alto de los muros evitará que la gente busque mejores horizontes, aun a costa de abandonar su familia y arriesgar la vida.
El propósito principal es que ninguna vida debe perderse en busca de la felicidad, lo contrario sería absurdo,
Un estado que brinde bienestar, otorgue educación a niños y jóvenes, que garantice empleos dignos, donde la atención al campo sea parte de una política nacional, derecho a la salud y la vivienda para todos; es lo que mantendrá a la gente en sus lugares de origen.  Por el contrario, la marginación y la inseguridad los alejará.
juan@alumi-tec.com

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