Opinion

¿No hay quinto malo?

Vianey Esquinca/
Analista

2017-09-03

Ciudad de México— El presidente Enrique Peña Nieto llegó a su quinto informe de gobierno flaco, ojeroso, cansado y ¿sin ilusiones? Esto último no se sabe con seguridad, pero las encuestas de su aprobación y las de intención de voto para las elecciones presidenciales del próximo año, le quitarían la ilusión a cualquiera.
Ayer, el mandatario dio un mensaje en Palacio Nacional. Como siempre sucede con todos los presidentes y sus informes o mensajes, a él también se le cuestionó no ser autocrítico. Sin embargo, esto no iba a suceder por dos razones. La primera es que es una fiesta del Presidente y nadie va a inmolarse en su celebración, y segundo, porque esta administración no incluyó la palabra autocrítica en su diccionario.
Ése ha sido el problema durante estos cinco años. Pese a la gravedad de los escándalos y las crisis que ha enfrentado el gobierno como son Ayotzinapa, la Casa Blanca, espionaje, aumento de la violencia y muchos etcéteras más, nunca se ha visto una respuesta contundente que hiciera pensar que en Los Pinos se estaba recapacitando o cambiando.
Al contrario, se la pasaron dilapidando una y otra vez el capital político y la credibilidad que les quedaba. Una muestra de esto se está dando en los últimos días. Los priistas, en complicidad con los del Partido Verde y algunos panistas, están decididos a convertir al procurador Raúl Cervantes en el próximo fiscal general. Todo indica que prefieren cuidarse las espaldas antes de mostrar vergüenza y consideración ante las voces que cuestionan esta pretensión. Seguramente en Los Pinos hacen el cálculo de que éste es un tema para el círculo rojo y para los informados. En la Presidencia, como siempre, “están viendo y no ven”.
Además, en estos cinco años Enrique Peña Nieto siguió arrastrando percepciones, injustas o no, a nivel personal. No hubo campaña o acción que lograra cambiarle la imagen de inculto que fue forjada desde su campaña. Esta situación se convirtió en el tema preferido de la memegrafía popular: “Échate la de felices los 4. Señor soy Malala no Maluma”, “Ya te dije que no soy Gaspar el rey mago, soy el rey saudí Salman bin Abdelaziz”, “¿Qué opina del papanicolau?, que me caía mejor el papa Juan Pablo II”, son ejemplos de lo que se convirtió en el meme nuestro de cada día.
Pero tampoco lo han ayudado sus colaboradores. Los escándalos que protagonizaron el extitular de Pemex Emilio Lozoya Austin; el extitular de la SCT, Carlos Ruiz Sacristán, o los gobernadores priistas, entre otros, contribuyeron en crear la imagen de corrupción. Incluso la primera dama que estaba destinada para ser un activo de su administración, se convirtió en un dolor de cabeza y fuente de chismes y rumores.
Todo esto ha creado la tormenta perfecta en la imagen presidencial que se refleja en las encuestas, porque si bien lo bueno cuenta y cuenta mucho, lo malo cuenta y cuenta más.
Al Presidente le quedan muy pocos meses antes de que se convierta en un lame duck, término usado para describir a quien está próximo a dejar el cargo, lo cual se acentuará cuando el candidato del PRI a la Presidencia sea elegido. Le quedan muy pocos meses de gobierno efectivo, por eso cada acción que tome debe preguntarse: ¿cómo quiere que lo reciban en los restaurantes en los que llegue a comer?, ¿podrá ir libremente por las calles sin que le digan algo?, o ¿se irá a vivir a Irlanda unos cuantos años? Debe pensar en el legado que va a dejar y para qué le alcanza en el futuro, porque lo que sí es muy poco probable es que una universidad internacional de prestigio lo invite a ser catedrático o a dirigir alguna de sus escuelas.

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