Opinion

Neonazismo y ultraderecha: la cercanía

Samuel F. Velarde/
Académico

2017-08-21

Si bien es cierto la coyuntura política de la era Trump de alguna manera ha justificado las posiciones políticas ultraderechistas y hasta neonazis, es también cierto que los supremacistas blancos han existido en Estados Unidos antes de Trump. Los KKK han dado guerra desde los tiempos de la administración Kennedy. Hay que recordar los linchamientos de negros en Alabama, Georgia, Mississippi.
Aquella famosa película de Alan Parker  “Mississippi burning” es un ejemplo que ilustra acerca del odio racial que ha imperado en amplios sectores de blancos estadounidenses. Si nos vamos más atrás, lo anterior proviene de la Guerra de Secesión, donde el racismo quedó históricamente plasmado como un rasgo cultural del sureño blanco estadounidense.
Los últimos acontecimientos que sucedieron en  Charlottesville, Virginia, no son otra cosa más que el reavivamiento del supremacismo blanco, como una postura política e ideológica que desafortunadamente adquiere cobijo bajo el discurso de odio del presidente Trump. Y esto es muy desafortunado para una sociedad norteamericana que ha basado su estilo de vida y su estructura política en un fuerte liberalismo social.
Es un liberalismo que tuvo la capacidad para construir una sociedad de migrantes y en cierta forma de tolerancia, pero también una sociedad liberal que pudo mantenerse fuerte ante una persecución macartista, donde el mismo Charles Chaplin fue víctima de ese  “anticomunismo inventado” por los sembradores del odio estadounidenses. 
La simpatía por el nazismo en territorio estadounidense no es novedosa, el fundador en 1959 del partido nazi en ese país fue George Lincoln Roswell,  quien incluso participó en la Segunda Guerra Mundial; además de ser un negacionista del holocausto nazi este personaje se encargó de difundir un pensamiento racial en el vecino país. Pero también es conocido el acercamiento, al menos ideológico, del famoso Henry Ford con el nazismo por sus posiciones antisemitas, el mismo Henry Ford fue condecorado por el gobierno nazi con la gran Cruz de la Orden Alemana en 1938. Asimismo la simpatía por el nazismo del famoso piloto Charles Lindbergh el primero que cruzó el atlántico piloteando un avión. Estos serían algunos ejemplos que nos muestran que la simpatía por el nazismo en el vecino país, no es cosa de ahora.
Así pues los peligros que las posiciones neonazis y ultraderechistas representan en Estados Unidos son demasiadas, sobre todo en este paraguas de protección de los sectores conservadores incrustados en el gobierno de Trump, si bien es cierto varios republicanos y políticos del actual régimen se han deslindado del odio racial, es también verdad que los grupos supremacistas actuarán bajo  dicho paraguas de protección con mayor descaro. Por otro lado el peligro en esta situación sería la posible radicalización de estos grupos, si en un momento determinado accionan métodos violentos sistemáticos que les permita una respuesta similar y así justificar una escalada de violencia generalizada.
Si el mundo se asusta con el yihadismo islámico que ha causado la muerte de cientos de personas en países europeos, no desestimemos el odio racial, hay que recordar que antes del derrumbamiento de las torres gemelas por grupos islámicos, un fanático racista dinamitó en Oklahoma un edificio completo.
Como entidad fronteriza donde varios de nosotros tenemos amigos, familiares y conocidos en el lado estadounidense, debemos alertar y combatir con las ideas al supremacismo, no solamente porque representa una postura que va contra la naturaleza humana, sino contra los derechos elementales del ser humano, el ser diferente. Esperemos que los ciudadanos blancos de las comunidades heterogéneas de El Paso y áreas circunvecinas, no se dejen seducir por el odio racial y el neonazismo. La segunda guerra mundial no fue cualquier cosa.

samuelfvelarde@gmail.com
 

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