Opinion

Duarte es mejor que Corral

Carlos Murillo/
Abogado

2017-08-19

Me encanta cocorear a los corralistas diciéndoles una frase arrastrando las sílabas: “César Duarte es el mejor gobernador de la historia de Chihuahua”. Al instante los veo retorcerse en el suelo soltando espuma por la boca y en esas criaturas me imagino a Javier Corral furioso, arqueando las cejas y apretando con sus manos las coderas de la silla, con la fuerza de las garras de un cuervo al pepenar la carroña que le servirá de cena.
En un arrebato, seguramente el gobernador me avienta como a Itzel Ramírez, reportera de El Diario que fue agredida el pasado jueves.
Pero de entrada hay que hacer una distinción: ser corralista no significa ser panista. La secta de supremacistas demócratas que en lugar de la insignia del Ku Klux Klan usan el logo piratón del Nuevo Amanecer –pero son lo mismo–, se distinguen por ser una masa amorfa sin ideología; lo mismo pueden ser exmorenos, experredianos, exindependientes, ex o-ene-ges, exciudadanos o hasta priistas que siguen chapaleando en el pozo por un huesito y ya se hicieron cómplices de Corral. Son un mazacote político (como lo bautizó el abuelito alcohólico de Porfirio Muñoz Ledo) y, paradójicamente, la minoría de ese grupúsculo son panistas. ¿Alguien ya lo había notado?
Paréntesis, todo mi respeto para los panistas auténticos, son personas de razón con las que se puede hablar a diferencia de estos fanáticos.
Para ser corralista se necesita tener la misma tara mental: se creen dueños de la democracia pero su discurso ultra moralista raya en el ridículo después de ver su hoja curricular. Ninguno se salva de la corrupción que tanto critican, ni de su vida parasitaria con cargo al erario público. Así, con esa doble moral se atreven a dar y quitar legitimidad a quien les conviene. Estos divinos creen que tienen el don de escuchar en la regadera la voz de un pueblo imaginario, cualquiera sabe que esto no es hacer política, más bien lo que hacen es crear dogmas de religión a través del falso don de omnisciencia. Estará de acuerdo conmigo de que así no se puede dialogar.
A ellos, a los que están tocados por el profeta divino, son a los que me encanta molestar. Pero no es solamente el morbo de verlos sufrir al decirles que Javier Corral es un pésimo gobernante, es también una realidad; en su primer año –que hasta ahora es el periodo que podemos comparar–, las evidencias estadísticas nos dicen que Duarte fue mucho mejor que Corral. Elija usted cualquier indicador (en el rubro que sea) y verá que es suficiente para destrozar el pobre desempeño de Javier Corral durante su primer año.
Reto a un debate público al funcionario que quiera comparar datos duros del INEGI y de las Organizaciones de la Sociedad Civil o de las Universidades, cifras sin una gota de maquillaje que permitan comparar el periodo octubre-octubre de 2010 a 2011 y 2016 a 2017. Se darán cuenta de que, ni en desarrollo social, ni en seguridad, ni en economía, ni en inversión de infraestructura, ¡ni en deuda pública tiene mejores resultados Corral!, su fracaso en el gobierno estatal ya es épico.
Como le dijo Javier Corral a Calderón en la famosa carta de desamor que le escribió en 2012: “lo sabes bien, ese momento condensará como ninguna crítica o análisis, tu fracaso”. Parece que Corral comenzará pronto a comerse sus propias palabras.
Pero no son solamente los indicadores de la administración pública, César Duarte comenzó con el pie derecho su administración y, aunque salió por la puerta de atrás después de la larga campaña negra que le montaron, sus indicadores se mantuvieron.
Corral, al contrario, comienza con el pie izquierdo su administración y desde ahora le vaticino una salida peor que la de su antecesor; seguramente quedará como el gato: odiado por el perro y aborrecido por los ratones.
¡Y yo creía que tendría que esperar hasta el tercer o cuarto año para ver a Javier Corral en la bancarrota moral y política! pero parece apresurarse para llegar antes al precipicio y, honestamente, no creo que logre llegar al segundo año sin caer en una crisis de legitimidad social de dimensiones históricas.
No existe un solo sector de la población que le aplauda a Javier Corral su gestión durante el primer año, ni los profesores, ni las policías, ni los empresarios, ni la iglesia, ni los trabajadores, ni siquiera los panistas. Esto es al principio ¿cómo será al final?
De nuevo cito a Javier Corral en la famosa carta a Felipe Calderón cuando le augura “espérate a que conozcas la condición humana a partir de que dejes el poder y entiendas que lo que más te ha perjudicado eres tú, tu carácter colérico al que le gana el coraje en cualquier momento”. Por respeto yo le hablo de usted: espere lo mismo gobernador Corral.
Por cierto que en el 2010, mientras Felipe Calderón era presidente de la república, aquí se instalaron las mesas de trabajo del Programa “Todos somos Juárez”, los secretarios de estado acudían a Juárez y, aunque el gobierno de César Duarte era opositor a la federación, sacaron adelante los proyectos estratégicos para la reconstrucción del tejido social.
La inversión del Gobierno Federal fue histórica durante los primeros dos años de la administración anterior, pero no se quedó ahí, los siguientes cuatro años se incrementó; César Duarte un día declaró que había logrado meterse hasta la cocina con Felipe Calderón pero con Peña Nieto era el cocinero. Fue cierto.
Otro paréntesis, seguramente aquí entra la clásica falacia ad hominem, que en lugar de atacar el argumento ataca a la persona y los Corral-Zombies contestarán en automático “¿Y todo lo que se robo qué?”, con los ojos desorbitados. Mi mejor respuesta es: lo que dicen que se robó, lo tienen que demostrar ante el juez y César Duarte, como cualquier ciudadano, tendrá derecho a defenderse. Esto le pone más chile piquín a la herida.
Entonces, a pesar de lo que digan, nadie puede negar que César Duarte fue un excelente gestor de recursos para el Estado y uno de los mejores operadores políticos del país, si alguien sumaba amigos con poder político y económico de todos los colores era el ex gobernador de Parral, hoy satanizado como Carlos Salinas durante el sexenio de Ernesto Zedillo.
Pero el linchamiento contra César Duarte y la persecución política siguen siendo la banderita de Javier Corral, cada vez más desgastada y porosa. La fórmula es vieja, Salinas metió a la cárcel a Joaquín Hernández García “La Quina”, líder del poderoso sindicato de PEMEX, después Zedillo metió a Raúl Salinas para demostrar su poder, Fox y Calderón siguieron la liturgia del viejo sistema presidencialista y Peña Nieto también repitió la dosis al encarcelar a la Maestra Elba Esther Gordillo.
Finalmente, la historia la escriben los vencedores y a eso se atiene Corral, su versión de la realidad ganó en las urnas, pero la verdad no se vota. En realidad, no han podido demostrar su teoría del caso contra César Duarte, a pesar de que tienen suficientes testigos protegidos para demostrar que un ovni bajo y destruyó todo con su rayo laser (léase rassho lazzer arrastrando la ese y la zeta).
En resumen, Javier Corral se enfrentará en los próximos meses a su peor enemigo: él mismo. Porque el rencor combinado con su carácter impulsivo y la falta de oficio político para gobernar son un lastre que carga mientras intenta superar la sombra de su archienemigo, César Duarte, que de acuerdo a los resultados que conocemos hasta hoy, podemos decir que fue mejor gobernador.

murillonet@yahoo.com

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