Opinion

El factor Monreal

Jorge Fernández Menéndez/
Analista

2017-08-18

Ciudad de México.– Lo que genera mayor desconfianza en Andrés Manuel López Obrador es la inocultable veta autoritaria que lo caracteriza. Ha ganado presencia y perdido elecciones por ella; ha tratado de ocultarla, pero la misma reaparece una y otra vez. Por ese autoritarismo que no admite divergencias rompió con los hombres y mujeres que le permitieron llegar al primer plano del PRD, sobre todo, con Cuauhtémoc Cárdenas y con quienes le permitieron ganar la Ciudad de México, en forma principalísima con la entonces sucesora de Cárdenas en la jefatura de Gobierno, Rosario Robles. En cuanto llegó a esa posición, se deshizo de ambos.
Tuvo, durante dos campañas presidenciales, bajo su control al PRD, pero no pudo aceptar que en ese partido hubiera posiciones distintas a la suya, que se le debatiera y discutiera. Dicen que no hay críticos más duros contra Andrés Manuel que quienes fueron algunos de sus compañeros de ruta. Puede ser verdad, pero resulta que son ellos quienes mejor lo conocen. Rompió con el PRD y formó un partido político con sus incondicionales, Morena, colocando en un papel relevante a sus hijos y donde pueden encontrar cobijo desde Manuel Bartlett hasta Lino Korrodi, desde
Alfonso Romo hasta Rigoberto Salgado, sólo con una condición: ser incondicionales al propio Andrés Manuel.
Precisamente por eso es importante lo que sucederá este fin de semana con Morena en la Ciudad de México. Por primera vez ese partido tendrá que elegir un candidat@, sin que esa decisión no provenga directamente de López Obrador. Y ha sido así por una sola razón, porque el delegado en la Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, quien fue, incluso, su coordinador de campaña en el 2012, insistió en que hubiera algún tipo de proceso abierto, estando él en primer lugar en todas las encuestas, mientras que
Andrés Manuel y sus más cercanos querían designar para esa posición a la delegada en Tlalpan, Claudia Sheinbaum.
Claudia y Ricardo representan dos estilos completamente diferentes de hacer política y de entender su propio papel en Morena. Claudia es una extensión de Andrés Manuel. Desde que se incorporó a la política profesional (antes había sido, a fines de los 80, dirigente del CEU) ha sido sombra y discípula de López Obrador. Era comprensible que Claudia, por formación, fuera secretaria de Medio Ambiente en el gobierno capitalino de López Obrador, pero no que fuera la responsable de los segundos pisos y otras obras de infraestructura o que luego saltara a convertirse en vocera del propio candidato. Lo fue por la cercanía y la disciplina tipo soviética al líder. Y ahora es una muy probable candidata al gobierno de la ciudad por las mismas razones, más allá de que es una mujer con talentos propios. Es por ser, dice su propia gente, “la que está en el corazón de Andrés Manuel”.
Monreal es un personaje con 40 años de vida política. Ha sido tres veces diputado, dos veces senador, gobernador de Zacatecas rompiendo con el PRI y aceptando una candidatura del PRD cuando nadie competía por ésa, entonces 1997, era una locura. Es controvertido, tiene historias de enfrentamientos y fidelidades que se arrastran de mucho tiempo atrás. Pero se le reconoce como un político de palabra: que cumple sus compromisos, incluso con sus más connotados adversarios. Se puede estar de acuerdo o no con él, pero siempre se puede dialogar con Ricardo: conoce y frecuenta gente de todos los partidos, no es extraño verlo en mesas plurales y tiene ideas propias. En términos reales es, dentro de Morena, el único político profesional de primer nivel que no es una simple extensión de AMLO: que tiene ideas y perfiles propios.
Mientras Andrés Manuel (y Claudia y Martí Batres) aspira a un gobierno vertical, sólo con los suyos porque son los puros y los demás son la mafia en el poder, Monreal propone un gobierno abierto, con participación de otros. Mientras Andrés Manuel ha dado la orden de boicotear la administración de Miguel Mancera, al que considera un enemigo, Monreal asume que no se puede gobernar aislado y mantiene, desde la delegación Cuauhtémoc, una relación profesional con el Gobierno de la CDMX, más allá de las diferencias políticas que mantiene con Mancera. Mientras ninguno de los otros dirigentes de Morena se aparta un ápice del discurso del líder, Monreal propone, sin romper con la línea general de Andrés Manuel y Morena, una visión distinta, más amplia y plural, básica para gobernar la ciudad. Por eso opina que se debería realizar una alianza de izquierda, incluyendo al PRD, para gobernarla. Para Andrés Manuel, Claudia o Martí, no hay más alianza que seguirlos a ellos. Mientras en Morena se gobierna con base en la ortodoxia que deviene del verticalismo y el estilo autoritario del líder, Monreal es un pragmático.
Y todo eso, que debería ser un factor que lo acercara (porque le da beneficios) a los círculos de poder de Andrés Manuel, en realidad lo aleja. Esta semana se realizará la encuesta que definirá la candidatura de Morena en el DF y al momento de escribir estas líneas no se habían definido ni las preguntas ni quién la realizaría. La propuesta de Andrés Manuel es que sea el Consejo de Morena en la ciudad el que la realice. O sea que los encuestadores no sólo no serían profesionales, sino también juez y parte del proceso. Monreal pide que haya dos encuestas espejo, levantadas en domicilios (porque son más confiables) realizadas por encuestadoras profesionales acreditadas ante el INE.
Es una forma de evitar la tentación del dedazo. Recordemos que Andrés Manuel no responde muy bien a las encuestas que le son adversas. Que le pregunten si no a Marcelo Ebrard hace seis años, cuando tuvo que resignar la candidatura presidencial aunque las encuestas levantadas entonces lo ponían con mayores preferencias que López Obrador.
Y un punto que no es menor. La dirigencia de Morena en la Ciudad es de Martí, pero el control real es del hijo de López Obrador, Andrés Manuel López Beltrán, al que llaman Andy. Es, pese a su juventud y poca experiencia, el sucesor evidente, el que verdaderamente está en el corazón de López Obrador. Claudia o Martí no disputarían jamás esa sucesión. Monreal tendría historia y perfil como para hacerlo.

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