Opinion

TLCAN: el imperio contraataca

Pascal Beltrán del Río
Analista

2017-08-17

Hemos comentado en este espacio que los conflictos que enfrenta el presidente Donald Trump podrían orillar a su gobierno a endurecer la pierna en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al tratar de anotarse un triunfo a costa de México y Canadá.
Durante su campaña para llegar a la Casa Blanca, Trump convirtió los acuerdos comerciales firmados por Estados Unidos en su caballito de batalla, alegando tramposamente que eran responsables de la pérdida de miles de empleos manufactureros.
Por más que fue refutado por diversos expertos, que le informaron que los cierres de fábricas en zonas como el llamado Rust Belt eran más resultado del cambio tecnológico (robotización) que de la reubicación de plantas en México u otros países, Trump siguió machacando el discurso.
Eso le redituó electoralmente, pues justo en los lugares donde se levantan como fantasmas las antiguas instalaciones industriales, Trump sacó los votos suficientes para hacerse del triunfo en el Colegio Electoral y llevarse la Presidencia.
Durante el periodo de transición, Trump siguió machacando sus lemas de campaña en el rubro comercial, amenazando a empresas para que cancelaran sus planes de reubicación en el extranjero. Eso orilló a Ford, por ejemplo, a desistirse de construir una planta en San Luis Potosí.
Durante enero y febrero, la retórica de Trump aumentó, al punto de que amenazó con sacar a su país del TLCAN, lo cual impactó en la cotización del peso frente al dólar y puso en tensión la economía nacional.
Sin embargo, en los siguientes meses el gobierno de Estados Unidos relajó su posición sobre este tema.
Por ejemplo, al anunciar al Congreso estadunidense las intenciones de renegociar el tratado, el 18 de mayo pasado, el representante comercial Robert Lighthizer bajó sustancialmente el tono contra el TLCAN y afirmó que la idea era adecuar el acuerdo a los tiempos.
“Es de hacer notar que el TLCAN fue negociado hace 25 años y si bien nuestra economía y nuestros negocios han cambiado considerablemente en ese lapso, el TLCAN no lo ha hecho”, escribió.
También contribuyó a la distensión el hecho de que el gobierno mexicano no se enganchara en las bravuconadas de Trump.
Todo parecía listo para que la primera ronda de la renegociación –iniciada el martes en Washington, DC– se desarrollara en un ambiente de objetivos compartidos, haciendo del TLCAN un mejor instrumento para los tres países firmantes.
Sin embargo, unos días antes, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, hizo una declaración que dio lugar a pensar que el ambiente interno de las conversaciones previas a las rondas ya no era tan cordial como se pensaba.
México podría dejar de apoyar a Estados Unidos en materia de migración y seguridad, advirtió Guajardo, si la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN) no lograba concretarse.
Como le relaté ayer, durante la semana previa al inicio de la renegociación en Washington, el clima político en Estados Unidos se complicó para el presidente Trump.
A la investigación en curso sobre la relación de su equipo de campaña con Rusia se agregaron turbulencias en su gabinete, el conflicto con Corea del Norte y, finalmente, el enfrentamiento entre grupos racistas y antirracistas en Virginia, todos los cuales impactaron en la popularidad del mandatario.
Será casualidad –yo lo había anticipado sólo como un escenario posible–, pero en el discurso de ayer de Lighthizer revivieron súbitamente todos los argumentos de campaña de Trump sobre el TLCAN, entre ellos los que lo señalan como generador de un déficit comercial y de la pérdida de miles de empleos.
A diferencia de lo que puso en su carta de mayo pasado, el representante comercial se olvidó de consideraciones técnicas y dijo ayer que a Estados Unidos no le interesaba hacer cambios cosméticos, sino aprovechar la “histórica” ocasión para “arreglar” el tratado, de manera que dejara de “fallar” a los estadunidenses.
¿Qué implica ese cambio? ¿Es la aparición del estilo negociador de Trump de golpear primero y platicar después o son las ganas de recuperar fuerza política sonándose a los hermanos menores?

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