Opinion

Un solo popote

Cecilia Ester Castañeda/
Escritora

2017-08-16

El popote se ha convertido en uno de los símbolos más recientes en la lucha por reducir la contaminación. En restaurantes de varios países hace varios años se empezó a dejar de servir automáticamente bebidas con dicho utensilio, mientras que, en México, en algunas ciudades ya se ofrece a los clientes la opción de apoyar la denominada campaña #antipopotes destinada a disminuir la basura no biodegradable.
Al parecer el impulso decisivo fue un video subido en el 2015 a YouTube donde se extrae un alargado objeto de plástico de las fosas nasales de una tortuga, según National Geographic. Para entonces, dice a la revista el fundador de la ambientalista Alianza por la Recuperación del Océano, el uso de los tubitos de plástico se había disparado a raíz del temor a las epidemias de influenza.
¿Qué tanto daño a la naturaleza puede llegar a hacer un utensilio pequeño de apariencia tan inofensiva? Por su sencillez y su efectividad el popote es un soberbio ejemplo del ingenio humano, de las leyes de la física en todo su esplendor. Basta aspirar o soplar para poner en acción un útil o divertido producto tan ligero como portátil.
Se cree que en Mesopotamia los sumerios —eso quiere decir una de las primeras civilizaciones— ya empleaban tallos de paja para beber cerveza. Luego, a finales del Siglo XIX se patentó la “pajilla” de papel y en los años 60 se inventaron las versiones de plástico. Hoy en día el cálculo más difundido indica que, tan sólo en Estados Unidos, a diario se consumen medio millón de popotes añadidos a todo el resto del plástico tirado a la basura.  
Paradójicamente, lo práctico de los popotes vuelve más difícil su eliminación. Son desechables. Su pequeño tamaño complica recogerlos para ser reciclados y resulta peligroso para los animales, que pueden tragarlos o enredarse con ellos. Y, como con todos los productos de plástico, pasan muchos, muchos años antes de desintegrarse. 
Pero su popularidad permite tomar medidas a nivel masivo. Todo mundo usa popotes. En consecuencia, cada persona puede medir su propia contribución para resolver un problema que atañe a la sociedad entera: medirla en unidades fáciles de contar durante oportunidades presentadas prácticamente a diario en su propio domicilio y fuera de él.
Además, los popotes constituyen más un estilo de vida que una herramienta necesaria. Salvo los casos de personas enfermas y ciertas situaciones específicas —como ingerir bebidas en el camino—, es posible acostumbrarse a no utilizarlos. Se trata de algo importante. Hemos llegado a un punto cuando el medio ambiente está en peligro de no poder seguir tolerando las grandes cantidades de desechos descartados por el ser humano. Necesitamos cambiar dicha tendencia. ¿Qué mejor que empezar a hacerlo mediante un producto tan sencillo y fácil de controlar?
Esta semana, precisamente, El Diario informó que la ONU reconoció a Biogas de Juárez por transformar en energía el gas metano producto de la descomposición de residuos orgánicos locales. Si, como dice la nota, el relleno sanitario se puede aprovechar a efecto de iluminar la ciudad, ¿no podremos los habitantes fronterizos contribuir también a un entorno más saludable?
Los popotes nos ofrecen un medio para entender nuestro impacto directo sobre el medio ambiente, ese medio ambiente cuyo aire respiramos. No sé si en Ciudad Juárez existan restaurantes adscritos a la campaña #antipopotes. Pero los juarenses podemos disminuir individualmente nuestra “huella ecológica” con tan sólo modificar unos cuantos hábitos al ingerir bebidas y poner así un granito de arena —o, mejor dicho, dejar de poner un tubito de plástico— a fin de mantener por el mayor tiempo posible las condiciones óptimas ambientales para la vida humana y de otras especies.
Quién sabe. Tal vez decidamos que no es tan difícil combatir el cambio climático. Las medidas tomadas en el uso de clorofluorocarbonos con el propósito de proteger la capa de ozono están surtiendo efecto. Quizá un día los juarenses decidamos caminar más o tirar menos contaminantes al suelo porque nuestro planeta lo vale. Por lo pronto, podemos empezar optando por no usar popote.

ceccastaneda@hotmail.com

X