Opinion

Respeto ¿Lujo o necesidad?

Carlos Irigoyen/
Analista

2017-08-10

Se avecina la segunda cuesta de enero, la cuesta de agosto para miles de padres de familia que literalmente tenemos que salir a “cazar” ofertas escolares por doquier con la esperanza de que los útiles que son necesarios para los niños salgan un poco más económicos. Y es que a la par del regreso a clases, el mantenimiento de la casa y la comida no pueden parar.
El INEGI menciono que la inflación que está sufriendo nuestra ciudad es la mayor en 17 años. Hay una presión económica extra para un entorno de por si complejo como el fronterizo.
Hay un calentamiento social que se vuelve más visible cuando los tentáculos de la violencia siguen tocando fibras muy sensibles y cercanas; borrachos amanecidos e inconscientes que toman sus autos y van a estamparse con personas que sin deberla ni temerla terminan pagando una imprudencia y las reflexiones nos llevan al mismo lugar, el seno familiar.
Es ahí donde debemos de empezar a reconstruir nuestra ciudad, en la educación y motivación a las nuevas generaciones por tener respeto a la sociedad y el entorno donde viven, habrá que generar espacios culturales y sociales donde los valores familiares sean resaltados, donde el crecimiento personal provenga de una sólida base familiar que le permita al individuo aprender a respetar los derechos de los demás. Benito Juárez dijo “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Ha de ver con inquietud nuestro comportamiento como sociedad, no comprendemos o no queremos ver lo importante de este concepto; golpizas en antros, guiadores del tipo “pega y huye”, asaltos a mano armada a plena luz del día, housejacking, carjacking, violencia de género, violencia familiar.
Me ha tocado ir manejando y voltear a ver automovilistas con un alto grado de estrés, hablando por celular, texteando, gritando, pasándose los altos en rojo como si fuera un trofeo a su palmarés de corrupción; empinarse la botella del “caguamón” mientras manejan y ya no hablemos del uso de las direccionales y la civilidad para manejar; el miedo y un poco de prudencia han bajado el uso de recordatorios de progenitora en peripecias de automovilistas.
Luego se junta con la infraestructura citadina que en algunos tramos es no de bajo nivel, es lo que le sigue; la percepción es que nuestra ciudad tiene condiciones muy diferentes a las que debería de merecer, pero si seguimos esperando a que estas se compongan por obra y magia del gobierno, una divinidad o bien una puntada de alguien más, nuestra ciudad seguirá en franco deterioro.
¿Qué estamos esperando? Somos un millón 400 mil habitantes y no se siente la fuerza, unos cuantos quieren controlar el destino de la frontera, otros tantos quieren simplemente servirse del lugar y hasta cuándo vamos a poder construir la frontera que queremos, hasta cuándo vamos a ser realmente la puerta latinoamericana que deberíamos de ser; la mayoría de la población está harta de ver cómo se diluyen los esfuerzos por construir una ciudad competitiva y atractiva para vivir, con un estándar de vida sobresaliente y una calidad de vida que convenza a los inversionistas y a los ciudadanos a creer en el concepto llamado Ciudad Juárez.
Y no se trata de estarse quejando de forma perenne y sistemática, eso es una pérdida de tiempo, no se trata de estar señalando los errores nada más, esa es la peor habilidad de muchos en la cultura mexicana, quejarse de todo y por todo, contra todo y a favor de todo, pareciera que el deporte extremo es ver quién se queja de forma más contundente, quién alardea más; la solución es tan compleja por ser tan sencilla: respetar a los demás. Y ahora un jaloncito más a la cuerda, una “pequeña” escalada inflacionaria, justo cuando viene la segunda cuesta de gastos en el año.
Una oportunidad y una amenaza para el comercio. En contra porque la competencia con El Paso es encarnizada, de descuentos y hasta con exención de impuestos; a favor porque si hacen una oferta atractiva el consumidor en Juárez se queda a comprar aquí, ojalá y que no apliquen esa frase de “dáselos al mayor precio, lo tienen que comprar”, Profeco tendrá sin duda un largo camino que andar en este y el siguiente mes.
Ya están tres de los cuatro jinetes del apocalipsis en nuestra frontera, la inflación, el desbalance social, la reyerta política y el cuarto está en gestación avanzada en forma de apatía social. Ahí es donde debemos trabajar, rapidito y sin contemplaciones, sin descanso y sin tregua. Activemos el sentido de urgencia para evitar que nos alcance el apocalipsis citadino y termine por cimbrar la frontera, la mejor forma de combatir los problemas es anticiparse a los mismos.

cirigoyen@itesm.mx  

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