José Ignacio Gallardo/
Analista
Para muchos juarenses que tuvieron oportunidad de salir de vacaciones, regresar a esta frontera siempre representa un inevitable choque de sentimientos y emociones. Por un lado se añora esta tierra sobre todo después de varios días de andar fuera por motivos de trabajo o de vacaciones. Todo se extraña, los seres queridos, los amigos, las mascotas, el hogar, la cocina, la sala... bueno, incluso el sanitario personal se extraña.
Conforme se va acercando el viajante a su destino de origen ya lo que quiere es llegar, y más cuando se encuentra cansado, asoleado y ya sin recursos para proseguir con el viaje.
Sin embargo, de igual manera muchos juarenses experimentan irremediablemente una extraña combinación de indignación con depresión al retornar a esta frontera después de visitar otras ciudades.
En muchos sentidos es lastimosa y a la vez preocupante la comparación de esta comunidad respecto de otras con similares características. Y la referencia no es precisamente a ciudades del extranjero, sino a urbes mexicanas que se encuentran mucho más adelantadas en cuanto a infraestructura urbana y atractivos turísticos, sólo por mencionar algunos aspectos.
Por ejemplo, el hecho de que Ciudad Juárez se ubique en un área desértica debería ser motivo para sacarle mucho mayor provecho a esa circunstancia.
La oferta turística en esta zona es demasiado reducida y Juárez es mucho más que las Dunas del desierto de Samalayuca. Incluso ese atractivo turístico bien pudiera ser mejorado y complementado con muchos otros atractivos y servicios que también van relacionados con actividades en el desierto.
Si existiera la suficiente creatividad y voluntad por parte de autoridades de los tres niveles de gobierno y de la iniciativa privada, se pudieran capitalizar las grandes fortalezas que tiene esta ciudad para convertirla en un gran polo de desarrollo turístico. Pero eso no pasa y tal parece no va a pasar en mucho tiempo.
Al menos por parte del Gobierno del ‘nuevo amanecer’ no se habla de grandes planes y proyectos en materia turística y si existieran en la administración que encabeza Javier Corral, pues sólo ellos lo saben. Porque en cuanto a lo que se refiere a la industria sin chimeneas, los que cobran como funcionarios estatales en materia turística se limitan a generar los trillados spots con imágenes de las Barrancas y de las dunas. Y hasta ahí llega el trabajo de los empleados de estas dependencias.
Es más, parece que el gobernador del estado, tiene más interés en promocionar Mazatlán, Sinaloa, por las constantes visitas que realiza a este paradisiaco puerto, que a la entidad chihuahuense. En los otros ámbitos de gobierno la situación no es muy distinta.
A nivel federal no hay voluntad, eso está más que claro, y a nivel municipal de plano no hay recursos. Por el lado de las administraciones federales, la actual y las anteriores, no ha existido verdadero interés en apoyar a esta frontera. Incluso por un tiempo ciudad Juárez fue excluida de los spots institucionales de la Secretaría de Turismo del gobierno federal.
En verdad, no se entiende por qué a esta región se le ha condenado por siempre a carecer de otros atractivos turísticos. Es realmente injusto lo que le hacen a esta ciudad. El desdén del gobierno estatal se suma a la ancestral inequidad redistributiva con la que la federación ha tratado a los juarenses. Siempre ha sido más lo que Juárez aporta al gobierno federal y al estatal que lo que le regresan estas dos esferas de gobierno. Debería ser todo lo contrario. Y así, Juárez generaría una mayor derrama económica que también se traduciría en más ingresos para el estado y para la federación. Convirtiéndose en un círculo virtuoso.
Desafortunadamente esto ocurre en una ciudad donde nadie se pone de acuerdo en nada. En donde todo mundo trabaja para sus propios intereses sin importarles nada absolutamente sobre el futuro, el desarrollo armónico y el bienestar de esta comunidad. Lo más triste y desalentador es que parece que a nadie le interesa realmente que a Juárez le vaya mejor, ni a la clase política, tampoco a los empresarios fronterizos pero sobre todo a la apática y conformista sociedad juarense.
Los juarenses no deberían de claudicar en la búsqueda de una mejor ciudad. No se debe de renunciar al anhelo de tener un Juárez a la altura de las grandes urbes. No reconocer lo que esta zona necesita es seguir condenándola al atraso. Esta frontera tiene que recibir lo que merece y cerrando los ojos no se va a lograr que esto cambie. Claro que se puede, recursos existen, voluntad no.
reflejojuarez@yahoo.com.mx