Opinion

La llamada incómoda

Vianey Esquinca
Analista

2017-08-06

Ciudad de México— El 27 de enero de 2017, a unos días de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca, sostuvo una llamada telefónica con el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Esa conversación, de poco menos de una hora, estuvo en medio de la polémica cuando días después se filtraron supuestos fragmentos de esa plática, los cuales sirvieron como armamento de ataque en contra del gobierno federal.
En ese momento se dijo, entre otras cosas, que Estados Unidos había amenazado con enviar a sus tropas para combatir a los “bad hombres”. La historia completa, según la versión estenográfica que liberó este jueves el periódico estadunidense The Washington Post de la dichosa llamada, demostró otra historia.
Sin embargo, no hay que esperar que quienes filtraron, reprodujeron, avalaron y utilizaron esas supuestas filtraciones vayan a recular diciendo que se equivocaron, no, al contrario, es altamente probable que sigan utilizando lo que les convenga para construir “su verdad”. Seguramente dirán: “En un fragmento de la conversación, Trump dice: ‘Tienes hombres muy duros en México y podrían necesitar ayuda y nosotros estamos dispuestos a ayudarte… Sé que es un grupo duro de personas. Tal vez sus militares tienen miedo de ellos, pero nuestros militares no tienen miedo, y nosotros les ayudaremos con eso 100% porque está totalmente fuera de control’, eso es una amenaza muy contundente que está presente entre líneas y de forma muy velada, pero que no hay lugar a dudas de que Trump amenazó con enviar militares”.
También se afirmó que supuestamente Trump había dicho que no necesitaba de los mexicanos ni de México, que iban a construir el muro y que el país lo iba a pagar les gustara o no, la realidad fue que el estadunidense pidió al mexicano que dejara de decir que no pagarían el muro porque éso lo iba a tomar la prensa y él no podía vivir con ello.
Sobre el tema de la sumisión, tampoco van a cambiar su versión: “Por supuesto que hubo sometimiento, porque a lo largo de la conversación se escucharon frases tan serviles como: ‘¿Cómo está usted? Qué bueno hablar con usted’; ‘Aprecio profundamente la apertura de su equipo’, ‘Quiero agradecerle personalmente’, ‘Yo lo exhortaría, señor Presidente, a que dejemos espacio para buscar una nueva solución entre nuestros países’”.
Y es que, seguramente, los que después de leer la versión completa continuaron diciendo que Peña Nieto se había humillado, hubieran preferido que le dijera a su homólogo: “mira pinche gringo, estás muy pend!%&% si piensas que voy a dejar de decir que México no va a pagar el muro y como estoy hasta la madre de tus penD#$&%, te voy a colgar”.
Pero por supuesto si algo medianamente similar hubiera dicho Peña, entonces igualmente hubiera ardido Troya: “¿Qué se está creyendo el Presidente al mandar al cuerno al hombre que gobierna el país más poderoso del mundo, nuestro principal socio comercial?, ¿con quién vamos a trabajar para combatir el narcotráfico, qué tenía en la cabeza?”.
Hubo también quienes señalaron que durante la conversación no se veía una clara agenda bilateral de parte de Enrique Peña. Parece que esos críticos esperan que la llamada se convirtiera en una Cumbre o una visita de Estado.
Pegarle al Presidente se ha convertido en un deporte nacional altamente rentable, fácil y cómodo, y el gobierno federal se esmera todos los días para que no decaiga esa práctica en la población. Sin embargo, cuando se llega a los extremos de la crítica gratuita y el regateo político que no conceder una sola, se cae en la mezquindad tan común en nuestros tiempos.

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