Opinion

Trump no podrá con el muro

Jorge Fernández Menéndez/
Analista

2017-08-04

Ciudad de México.– Hay de llamadas telefónicas a llamadas telefónicas. Nadie puede olvidar aquella, divulgada con saña por Fidel Castro, que mantuvieron el eterno dirigente cubano con el presidente Fox antes de una cumbre en Monterrey, donde Fox quiere evitar que Castro se tope con el presidente estadunidense George W. Bush en Monterrey. El “comes y te vas” de aquella conversación quedó marcado en el inconsciente colectivo de una manera indeleble, más allá de que en la propia argumentación, y si se ponía en contexto lo que estaban hablando los dos mandatarios, había muchos temas en los que Fox tenía razón. Pero el “comes y te vas” fue lapidario.
Ahora, The Washington Post devela la transcripción de la llamada que mantuvieron el 27 de enero pasado el presidente Peña y el recién llegado mandatario estadunidense Donald Trump. Ahí está todo el estilo Trump: bravuconadas, halagos (tan gratuitos las primeras como los segundos), algunas reflexiones interesantes y un sustrato que permite entender, perfectamente, lo que mueve a Trump: no son las convicciones, sino la imagen, las impresiones y los gestos.
Hay muchas partes notables en la plática, como cuando Trump dice que el Ejército mexicano le tiene miedo a los narcotraficantes, pero el estadunidense no, pero no le da tiempo a Peña de contestar algo porque renglón seguido está ya hablando de un tema comercial. Es interesante escuchar cómo reconoce que hay lugares de su país inundados de droga, pero también acepta que el muro es lo menos importante de la relación bilateral, aunque por cuestiones mediáticas para él es fundamental.
Pero es interesante constatar que el presidente Peña responde con atingencia y precisión a cada una de las cosas que dice Trump. Le dice que en el tema de la droga el problema son los consumidores que la reclaman al otro lado de la frontera y que los grupos criminales se alimentan de dinero y armas estadunidenses; tiene una buena respuesta sobre los temas comerciales y rechaza la pretensión de colocar impuestos fronterizos. No cae en la respuesta al halago fácil de Trump de que lo “estudió” positivamente cuando lo conoció hace un año en su visita a México.
Pero, sobre todo, no se doblega ante la insistencia de Trump de que deje de decir que México no pagará el muro. Diga “ya lo solucionaremos” le propone Trump, a lo que Peña le reitera que es un tema de respeto y de dignidad nacional, y que siempre seguirá diciendo que México no pagará el muro. La respuesta de Trump lo fotografía de cuerpo entero: “Si vas a decir que México no va a pagar el muro, no quiero entrevistarme con ustedes nunca más porque no puedo vivir con eso”. Inmediatamente después se canceló la visita de Peña a Washington.
Pero, incluso, con esa bravuconada (motivada por un tema netamente mediático como implícitamente lo reconoce el propio Trump en la conversación) el Presidente estadunidense no rompe las vías de contacto y relación, aunque las delega en otros funcionarios, sobre todo, Kushner y John Kelly, que entonces acababa de asumir su cargo en el Homeland Security y hace una semana despacha como jefe de gabinete de la Casa Blanca.
Una llamada privada, así sea entre dos presidentes, cuando se ha acordado mantenerla en ese estatus, debe conservarse como tal. Divulgarla, por la razón que sea, es una suerte de falta de respeto hacia el otro interlocutor, pero sirven, también, en muchas ocasiones, para calibrar de qué están hechos, como son esos interlocutores.
No hubo errores del presidente Peña en esa conversación con Trump, como no los ha habido, por lo menos hasta ahora, en la forma en que se ha encarado, pese a todas las turbulencias, la relación con la administración Trump. En todos los ámbitos centrales, desde la renegociación del TLCAN hasta la seguridad fronteriza, se está trabajando con certidumbre y pasos seguros. Incluso, en el volcánico mundo de Trump, se han logrado afianzar lazos firmes con personajes centrales como Kushner, Kelly, el general Mathis (secretario de la Defensa) y Rex Tillerson, el secretario de Estado, entre otros. No es un mérito menor, eso se ha reflejado en números y estabilidad económica y comercial.

LA HORA FINAL DE SALGADO
Después de la gélida comparecencia del jueves, al delegado de Tláhuac, Rigoberto Salgado, se le acabaron las cartas por jugar. El comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales y las autoridades capitales ya aceptaron que existe una investigación en su contra. Avanzan investigaciones sobre financiamiento del delegado a otras campañas de Morena y de sus lazos con el crimen organizado. Y sabemos que con sus 70 mil pesos de salario se dio el lujo de construir en año y medio una casa de apenas 7 mil metros cuadrados. Salgado va en caída libre, habrá que ver a cuántos arrastra.

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