Francisco Ortiz Bello
Periodista
Poner un “negocito” familiar que deje ganancias razonables, es el sueño de miles de mexicanos. Hacer de ese negocio el sustento digno de la familia es, además de un sueño, un derecho perfectamente legítimo. El problema es cuando se incurre en prácticas abusivas para que las ganancias sean muy altas. Desproporcionadas.
¿En función de qué, o cómo y quién, es que se fijan las ganancias de un negocio, cualesquiera que este sea?. Son muy diversos factores los que determinan el precio de un bien o servicio, y con ello las ganancias que sus propietarios obtienen, así como, dependiendo del sector, varias instancias gubernamentales las que regulan la competencia mercantil.
Uno de los factores, quizá el más importante y determinante, que regulan eso de los precios de venta y las ganancias de los empresarios, es el comportamiento del mercado. La famosa ley de la oferta y la demanda, como principio general de economía, termina por darle a cada uno lo suyo.
Traigo esta reflexión a propósito de la operación de los centros cambiarios (antes conocidos como casas de cambio) en nuestra ciudad, como resultado de un comentario que realizó Juan Eleuterio Muñoz, exsubdelegado de Economía federal y exdiputado local, en mi programa de radio “Vox Populi 860” el pasado lunes.
Con pleno dominio y conocimiento en la materia, ya que su padre operó por años un centro cambiario, Muñoz reflexionó en mi programa sobre el exagerado “spread” que manejan estos negocios en la frontera. El “spread” es la diferencia entre el precio de venta al público del dólar y el precio de compra, y que se constituye en términos simples en la ganancia del negocio.
En este punto, vale la pena aclarar que hay una importante diferencia entre casa de cambio y centro cambiario. La casa de cambio es una institución financiera que se encarga de realizar en forma habitual y profesional operaciones de compra y venta de divisas. Por su parte, el centro cambiario es solamente un negocio mercantil. Así pues, en nuestra ciudad las que operan son centros cambiarios.
Aclarado el punto, retomo el comentario de Juan Muñoz, quien, recordando los tiempos de trabajo en el centro cambiario de su padre, indicó que cuando tenían un “spread” o ganancia de 15 centavos ya les iba muy bien. Excepcionalmente si llegaba a los 20 centavos, ya era una verdadera locura.
Por eso, ahora que el “spread” se ha abierto hasta más del peso en algunas ocasiones y lugares, evidentemente estamos hablando de ganancias estratosféricas para los propietarios de esos centros cambiarios.
¿Es malo que ganen tanto? No, no lo es. Ojalá que todos los negocios pudieran tener márgenes de ganancia alto, y con eso generar más y mejores empleos. Lo criticable, en opinión de Muñoz (con la cual coincido), es que obtengan esas ganancias a costa del dinero de los juarenses sin que medie para ello un razonamiento sólido, ya sea financiero, operativo o legal.
Simplemente, con el paso del tiempo, los juarenses nos hemos ido acostumbrando a pagar lo que nos dan por un dólar en un centro cambiario. Hemos perdido el interés por buscar una mejor cotización, quizá porque el monto por el cual acudimos a esos negocios apenas y sobrepasa unos cuantos dólares, por lo que pareciera que pagar 5, 10 o 15 pesos más es algo que no tiene mayor trascendencia.
Pero sí la tiene. Y mucha. Cuando esa pequeña operación de cambio de divisas por 10, 15 o 20 dólares se repite por miles en la ciudad, con un spread que ronda el peso de diferencia (ganancia para el negocio), estamos hablando de millones de pesos.
En algo tan simple como decidir en donde cambiar o comprar dólares, se ha convertido en una mina de oro para los propietarios de estos negocios quienes, sin miramiento ni base sólida alguna, de pronto logran ponerse de acuerdo todos y fuerzan al mercado a minusvaluar el peso, al ofrecer un costo muy por debajo de su valor real.
Los centros cambiarios no son instituciones financieras, por lo tanto, en ese sentido, no están regulados por ninguna instancia gubernamental, así que si usted tuviera una queja de uno de estos negocios no podría acudir ante la Condusef a poner su queja, tendría que hacerlo ante la Profeco.
Pero lo que sí podemos hacer todos es, al igual que con cualquier otro servicio, exigir mejores condiciones de operación, lo que incluye cambiar o comprar nuestros dólares en donde nos ofrezcan los mejores precios. Nosotros podemos regular el mercado porque somos la demanda. Usemos ese poder.
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