LA COLUMNA
de El Diario
Una vez que nuestras fuentes no albergaron duda que Omar Bazán Flores sería el nuevo presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, en esta columna sostuvimos desde el 15 de junio que él llegaría al relevo de un Guillermo Dowell, lógicamente maltratado por los nuevos depositarios del poder público en el estado al reducirlo a una simple extensión del duartismo.
Ahora la brújula del análisis enfrenta el reto de ubicar dónde está parado el virtual nuevo presidente del CDE para ir definiendo por dónde irá su partido. A nivel nacional da penosos tumbos el Revolucionario Institucional pero a nivel local resultan obvias sus oportunidades de resurgir a sus cenizas gracias, entre otras cosas, al errático manejo de la administración pública liderado por los gobernantes estatales y municipales que iniciaron sus períodos en octubre pasado.
El arribo de Bazán tiene qué ver más con tiempo y circunstancia; hace un año andaba concentrado en solo cumplir una tarea partidaria a través de la Fundación Colosio, de la que es presidente en el estado. La explosión electoral que removió al PRI del Palacio de Gobierno, de las principales alcaldías de la entidad y de su jefatura en el Congreso del Estado, lo colocó en la posibilidad cierta de buscar su dirección.
Mientras eran buscados culpables entre los escombros y arribaba el nuevo régimen azul-izquierda al poder con la mira puesta en procesar penalmente a los sucumbidos, el nombre de Bazán fue colocado como opción de relevo junto a los de Graciela Ortiz, Alejandro Domínguez, Adriana Terrazas, Lilia Merodio, Enrique Serrano, Marco Adán Quezada, Heliodoro Araiza, Pablo Espinoza, Fermín Ordóñez.
Muy despacio, con toda la discreción requerida para el tema, pies de plomo, Graciela Ortiz se hizo a un lado pero tomó del brazo a Omar y lo convirtió en su candidato. Fuera de él no favorecían las circunstancias a nadie más de los mencionados, incluida ella misma.
Todos cargaron con alguna responsabilidad en la derrota, aunque el letrero correspondiente lo hayan colocado en mayúsculas al duartismo. Quezada y su padrino el reyesbaecismo fueron más allá, son sospechosos de haber apoyado a Javier Corral. Las huellas de esa operación incluyen a Ciudad Juárez. Solo se comprende semejante acción desde el punto de vista que el duartismo los combatió con todo el rigor al alcance de su mano.
Bazán se metió sin mayores dificultades entre grupos, intereses, animosidades, porque literalmente salió desterrado de Chihuahua cuando su primer padrino y gran tutor, el exsenador a la gubernatura, Artemio “El Hereford” Iglesias Miramontes, fue derrotado en la nominación por la gubernatura (1998). Ni en el triunfo tuvo gracia con ellos Patricio Martínez García.
En esas condiciones murió Artemio. La fortuna empezó a compensar a Bazán Flores a los 21 años con una curul en la Cámara de Diputados por la vía de la representación proporcional pero siguió lejos de los reflectores en Chihuahua. En el 2004 consiguió una alianza que hoy le ha servido de maravilla: fue suplente del diputado federal, José Reyes Baeza, que apenas tomó protesta y pidió licencia para ir por la gubernatura.
El chihuahuense no perdió nunca el tiempo ni en su tierra ni en el país. A distancia pero siempre muy activo. Con César Duarte tampoco tuvo cabida pero estuvo posicionado en la CNOP hasta llegar en el 2016 a la presidencia de la Fundación Colosio.
En el terreno nacional avanzó Bazán política y económicamente. Se hizo “gente muy cercana” al sonorense, Jesús Alberto Cano Vélez, director de la Sociedad Hipotecaria Federal, dependiente de la poderosa Secretaría de Hacienda.
Ese funcionario forma parte parte del círculo más próximo de Manlio Fabio Beltrones, cuando este fue gobernador de Sonora. Fue tesorero del estado y secretario de planeación. El negocio de las hipotecarias les ha generado mejor que buenos dividendos.
Algunos operadores duartistas buscaron contrapeso para Bazán pero su nuevo padrino Manlio se encargó de trabajar personalmente a su excompañera de bancada y actual coordinadora parlamentaria rosa-priista en el Congreso del Estado, Karina Velázquez, a su vez perteneciente en primera línea al equipo del exgobernador Duarte. Llegó muy tarde a la competencia el otro duartista de cepa, el dirigente del PRI municipal en Chihuahua, Fermín Ordóñez.
Marco Adán Quezada, el exalcalde chihuahuita, configuró un entusiasta bloque opositor sostenido en argumentos operativos y teóricos de plano esqueléticos: primero la integración nada representativa de una planilla para disputar el Consejo Político Estatal. La completó forzadamente solo con priistas de la ciudad de Chihuahua y la región de Cuauhtémoc. Sus discursos y manifiestos giraron en torno a la exigencia de democracia interna cuando en su curriculum y el de sus seguidores aparecen múltiples “dedodesignaciones” para distintas candidaturas. Quedó a un lado la autoridad moral y política como herramienta de “negociación”.
Al final del día los “marquistas” consiguieron hacer ruido durante la conformación del nuevo Consejo Estatal tricolor y evitaron que Bazán tomara protesta ahí mismo como nuevo líder del priismo en el estado pero a las horas siguientes fueron aquietados en toda forma por el padrino y líder de ellos, Reyes Baeza. Los llevó a desayunar machaca a su residencia en la ciudad de Chihuahua, los amonestó y los dejó encarrilados para abandonar el carril de la rebeldía. Hasta ahí quedó la aparente furia personal de Marco hacia el propio titular del ISSSTE.
Después buscó arrebatar la atención del respetable la senadora juarense, Lilia Merodio Reza. Usó los mismos argumentos que los marquistas. Democracia, etc., Mismo recorrido, misma trayectoria...mismo fin. Es chispeante la hilaridad de sus compañeros(as) de curul en la cámara alta por el desenlace. En la vida rutinaria del común de los mortales nadie escapa a esos traspiés, menos los políticos; suelen ser lapidarios entre ellos a la hora del bullying.
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Casi al término del proceso interno para ser entronizado dirigente estatal, nos cuentan, quedaron patentes las tablas de Omar Bazán. Se coló entre los grupos locales atrayendo el apoyo de sus principales líderes pero la faena principal la hizo en el comité nacional y en las áreas operativas correspondientes del gobierno federal.
Desde allá fue ratificado una y otra vez el apoyo a través del delegado nacional, Fernando Moreno y el aun dirigente estatal, Guillermo Dowell, que pacientemente pero con firmeza recibieron críticas y señalamientos a sabiendas que terminaría por imponerse la lógica del primer priismo nacional. Así fue.
Bajo todo ese contexto y con todas esas cualidades a su favor, el nuevo dirigente priista hará su presentación ante los opositores de su partido en gobiernos estatales y los principales municipios.
No llega el dirigente partidista con las manos vacías, –por algo el cargo era buscado por más gentes que él–, tiene el respaldo nacional y también cinco diputadas en el Congreso, 29 de las 67 presidencias municipales, así como 34 sindicaturas, de las mismas 67... y los sectores del partido metidos con sus sindicatos y agrupaciones en todos los sectores de gobierno.
Si Bazán sigue la escuela de su padrino de bautizo político, Artemio, no la pasará en los cafés o en eventos sociales de toda índole aventando críticas y cacayacas al gobernador Javier Corral y/o a los alcaldes de Delicias o Camargo; o a los independientes de Parral y Ciudad Juárez. Dejará que los “tumben” sus propios errores.
Y en un estilo combinado Artemio-Manlio y del padrino de Manlio, Fernando Gutiérrez Barrios, concentrará recursos humanos y económicos en estructurar la maquinaria territorial afamada durante décadas de control del poder público. En ese entorno el manejo de la información cuantitativa es celosamente guardada y celosamente operada. Sus opositores conocen de su existencia hasta que pierden, después de la jornada electoral. De ahí que Andrés Manuel López Obrador venga a Chihuahua para evitar las “casillas zapato” en la región de la sierra.
No es esperable entonces, la estridencia ni el escándalo con Bazán al frente del PRI en Chihuahua, pero sí el contrapeso necesario en las decisiones gubernamentales estatales que no convengan a los intereses de sus colores partidarios. Queda por ver su posición respecto de los intereses generales de los chihuahuenses conducidos por los gobiernos estatal y municipales no priistas. Dirá que esa es su prioridad pero lo dejamos sujeto a comprobación.