LA COLUMNA
de El Diario
• Morir a los 79 por una locura delictiva
• La machaca y unos puntos hacia Los Pinos
• Miroslava en su quinto mes… y nada!
• Buscan guantazo transparente contra la JMAS
La trayectoria por 79 años de vida indudablemente presentó para doña Guadalupe Bobadilla numerosos retos hacia su persona: afecciones, enfermedades, violencia, accidentes...
Todo obstáculo, todo peligro, fue superado en casi ocho décadas. Ella tenía prácticamente cruzada con éxito la línea temporal de vida entre los seres humanos.
Nadie hubiera pensado que a doña Guadalupe le fuera a privar de la existencia un acto de extraordinaria locura al salir de compras o de mero relax del centro comercial Río Grande Mall, en esta frontera.
Ella fue balaceada por “intentar” resistirse a un asalto. Fue lesionada también la amiga que le acompañaba y muerto un parquero que debe ser elevado a héroe porque buscó defenderlas. Sin más, así terminó la presencia de doña Guadalupe y del parquero en este mundo.
El centro comercial es un lugar populoso que siempre tiene vigilancia de policías municipales y federales. El medio día del jueves arribaron cinco minutos después cuando los dos muchachillos asesinos lentamente treparon a un carro destartalado y lentamente huyeron. “Los polis nomás llegaron a desquitarse con los otros parqueros, vendedores y la gente que iba saliendo de aquí”, se lamentaron encargados de negocios.
Es fácil morir en estos tiempos por balas que no le corresponden a gente pacífica. Es un dolor que a los creyentes conduce a pelear contra Dios por tratarse de actos bárbaros e inexplicables. “Que se maten entre delincuentes; porqué a niños, porqué a ancianos...porqué a nosotros”, reclaman los que cada día sudan la camiseta para conseguir el sustento propio y el de los suyos. La sinrazón delictiva no arranca la vida de una persona, se lleva a la familia completa traumatizada, a los amigos atónitos. ¿Porqué?.
Doña Guadalupe, el parquero, cientos de juarenses más, miles de chihuahuenses, han sido privados de mayor vida sin deberla ni temerla, mientras los responsables en los gobiernos de velar por su integridad mantienen su atención en el placer personal por controlar el poder; ahí sí, contra viento y marea.
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El fiscal general del Estado, César Augusto Peniche Espejel, finalmente ha cedido y “permitido” que la operación completa de la policía estatal no tenga más decisión que la del comisionado de seguridad, Óscar Alberto Aparicio Avendaño. Sigue con ventaja el jefe de la Policía Federal con licencia en el alargado duelo de vencidas ante Peniche.
Así ha sido la reestructuración de jefes de la ahora Comisión Estatal de Seguridad Pública en las regiones de Juárez, Cuauhtémoc y Madera.
A la zona norte con cabecera en Juárez fue traído Antonio Soledad Pérez; a la occidente con asiento en Cuauhtémoc, Gregorio Ricardo Silva Beato, quien estaba acantonado en el Valle de Juárez con una veintena de agentes más, y Carlos Alejandro Cruz Rangel fue llevado a Madera.
Los tres jefes policiacos pertenecen a la Policía Federal, son de las mismas filas que Aparicio, quien poco a poco ha ido desplazando a los policías estatales chihuahuenses que sufren doble infortunio: la mala fama de su exjefe Pablo Ernesto Rocha y la confrontación nada sutil entre Avendaño y el Fiscal Peniche.
Cuauhtémoc, Madera, la región de Nuevo Casas Grandes y la sierra, son lugares donde el crimen organizado mantiene rebasadas a las autoridades de los tres niveles. Chihuahua y Juárez andan en las mismas pero con análisis distintos. Allá, se supone, que el control de los mandos policiacos lo tiene tomado por completo el gobernador, Javier Corral.
El punto al final de cuentas es eso. Corral lleva infructuosamente casi seis meses tratando de contener la violencia en aquellas regiones sin el pretexto de las policías municipales ni de otra corporación ninguna porque de manera unilateral así lo decidió.
¿Debemos esperar que las cosas cambien allá y aquí poniendo la autoridad de la policía estatal completamente en manos de federales?. No creemos.
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Nos dicen que la Junta Municipal de Agua en Juárez (JMAS) y su presidente, Jorge Domínguez Cortez, permanecen bajo una tormenta distinta a la de agua celestial o las fugas en las calles.
Fans del funcionario y de la vital descentralizada han interpuesto decenas de solicitudes de información que tienen qué ver con aspectos internos de la JMAS pero también con negocios de Domínguez como la menudería, los seguros etc.,
Esos fans –seguramente identificados por el cuerpo de inteligencia liderado por Humberto “Chacho” Uranga– han ido a la segunda etapa de las meras peticiones informativas, que es la interposición de recursos de revisión ante el Instituto Chihuahuense para la Transparencia y Acceso a la Información Pública (Ichitaip).
Ahí es donde la puerquita de la JMAS torcerá el rabo porque los responsables de atender las solicitudes de información –dentro del comité de transparencia– no hicieron adecuadamente su chamba y es muy probable que sean sancionados...junto con su presidente. Al tiempo.