Enrique Aranda/
Analista
Ciudad de México.– Consistentemente negada su existencia y operación en la Ciudad de México por cuanta autoridad fue cuestionada sobre ello, el denominado Cártel de Tláhuac acabó exhibiendo la falaz afirmación de aquellas, e irrumpiendo de manera violenta en la vida de la sociedad capitalina merced, primero, al exitoso operativo realizado para abatir a su líder, Felipe de Jesús “N”, y, luego, por las diversas reacciones —narcobloqueos incluso— que siguieron al mismo.
Luego que, al filo del mediodía de ayer, elementos de la Secretaría de Marina y la Policía Federal, presumiblemente sin conocimiento de autoridades locales, las delegacionales al menos, irrumpieran en la colonia La Conchita Zapotitlán en busca de El Ojos, la falaz afirmación oficial de que en naciente CDMX no operaba cártel alguno del narcotráfico quedó más que evidenciada, al igual que quienes, Rodolfo Ríos Garza desde la titularidad de la Procuraduría de Justicia que recién dejó o el mismísimo Miguel Ángel Mancera Espinosa, titular en funciones del gobierno capitalino y ahora activo suspirante presidencial, insistieron por años en ella…
Al final, el operativo se zanjó con la muerte del capo, identificado como jefe de la organización responsable de la distribución y venta de toda suerte de drogas —mariguana, cocaína, haschis, metanfetaminas y más— al interior e inmediaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como con el abatimiento de siete de sus más cercanos colaboradores, una veintena de detenidos, el incendio de cuatro microbuses y un camión torton, también un sinnúmero de narcobloqueos a cargo de decenas de los llamados moto-taxis… muchos de los cuales, se afirma, estarían involucrados con el suministro de los enervantes a los responsables de la operación de narcomenudeo.
A la vista de lo ocurrido ayer, vale insistir, nada parece más obvio que la existencia de grupos delincuenciales organizados en la capital de la República, la zona metropolitana del Valle de México si se quiere que, de manera más o menos consistente, operan el trasiego y distribución de toda suerte de drogas, no sólo para atender la creciente demanda sino, igualmente, como parte de operativos mucho más complejos que, invariablemente, pudieran estar repercutiendo con el alza en algunos de los indicadores de violencia, como pudieran ser la extorsión, secuestro, homicidios dolosos y más…
Atender la realidad actual para evitar un eventual agravamiento del problema, vale insistir, exige no sólo el reconocimiento de la existencia del problema sino, también, el alineamiento de todas las posibilidades al alcance de la autoridad local y/o federal para evitar que, como se afirmó por años sin que ello fuera necesariamente cierto, cárteles del narcotráfico se asienten en la más importante metrópoli del país, en la más poblada o, si se prefiere, en “la (otrora) región más transparente”.
El asunto no es menor…
ASTERISCOS
* En lo que más de alguno consideró como respuestas externadas a bote pronto, el presidente Enrique Peña Nieto negó que, por el momento, esté pensando en realizar cambios en su gabinete aunque, vale decir, no descartó que “en algún momento eventualmente haga algún ajuste…”, así en singular, lo que propició el surgimiento de versiones en el sentido de que, “el asunto del socavón” (en el Paso Exprés de Cuernavaca) pudiera ser un expediente que aún se encuentra abierto. ¿Será?
* Acostumbrado, diría alguno, a ser el muñequito del pastel en la fiesta del amiguito, el expriista-elbista gobernador, panista ahora, de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, no parece dispuesto a perder la oportunidad de acaparar los medios en el marco del proceso penal (justamente) iniciado contra su antecesor Javier Duarte de Ochoa. Ahora sí que ¿cómo es aquello de que zapatero a tus zapatos…?