Opinion

A prueba

Pascal Beltrán del Río/
Analista

2017-07-18

El regreso de Javier Duarte de Ochoa a territorio nacional abre un par de interrogantes.
La primera: ¿Tendrá el Ministerio Público la capacidad de probar ante un juez los delitos que se atribuyen al exgobernador? ¿Y sabrá el gobierno federal generar un mensaje positivo en torno de su extradición y procesamiento?
La segunda: ¿El nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, que ha sido llamado hipergarantista, dejará satisfechos a quienes tienen una visión prejuiciada sobre la culpabilidad de un acusado, a quien en los hechos se niega la presunción de inocencia?
Me llamaron la atención las primeras declaraciones que hizo Marco del Toro, abogado de Duarte, a las afueras del Reclusorio Norte, justo cuando éste arribaba al juzgado ayer por la tarde. A pregunta expresa, Del Toro afirmó que las acusaciones contra el exmandatario estatal tenían unas “flaquezas impresionantes” y que el expediente armado por la PGR daba cuenta de la “plena inocencia” de su defendido.
Parecería una mala estrategia legal alertar al Ministerio Público sobre sus fallas, pues podría llevarlo a reforzar el contenido de la carpeta de investigación, cosa que ningún abogado alentaría. Por la selección de la defensa, da la impresión de que la batalla de Duarte contra sus acusadores se dará, sobre todo, en el terreno mediático, como ha ocurrido en el caso de Elba Esther Gordillo.
A la exlideresa del SNTE el abogado Del Toro aún no le ha podido conseguir el beneficio de la prisión domiciliaria, pero sí ha logrado una asombrosa transformación de su imagen ante la opinión pública, de perversa regenteadora de la educación pública a víctima del sistema.
¿Será la estrategia de fondo de Javier Duarte aprovechar la escasa capacidad comunicativa del gobierno federal? ¿Se le hará bolas a éste un asunto que debiera beneficiarlo, que podría ayudarlo a limpiar su propia imagen?
Cualquier provecho que pueda sacar el gobierno federal de este caso pasará necesariamente por conseguir una sentencia condenatoria. Para eso, tendrá que probar ante la justicia las acusaciones de delincuencia organizada y lavado de dinero contra Duarte.
Si lo logra, el gobierno habrá borrado la impresión de que la corrupción no tiene consecuencias, lo que favorecería la lucha cuesta arriba del PRI por permanecer en Los Pinos. En cambio, si permite que se le vaya el tiempo en las maniobras dilatorias que Del Toro conoce muy bien, ese efecto se perderá. Peor aún si fracasa en probar sus acusaciones, pues en ese caso habrá cavado su tumba.
En resumen, un Duarte redimido en su imagen pública y/o exonerado, sería un desastre para la imagen del gobierno.
El proceso del político veracruzano también pondrá a prueba el nuevo sistema penal. Éste será el primer caso relevante a nivel nacional juzgado bajo las nuevas reglas. Para bien o para mal, el sistema se dará a conocer por este caso.
He escuchado a sus promotores decir que una de sus principales virtudes es poner en el centro la presunción de inocencia. Si eso es verdad, la presunción de inocencia vale también para Duarte. A su vez, he escuchado a los críticos del nuevo sistema decir que cualquier acusado puede ahora evitar la cárcel si tiene una buena defensa. Es evidente que nadie podía imaginar que el primer caso relevante sería el de un exgobernador acusado de cosas terribles, como haber permitido la compra por parte de su gobierno de quimioterapias inservibles que habrían sido aplicadas a niños.
Más allá de que esos señalamientos estén sustentados en datos o no, la mayoría de los mexicanos tiene la peor impresión de Duarte, como se vio ayer durante su traslado del aeropuerto capitalino al Reclusorio Norte, cuando la caravana en la que iba recibió decenas de mentadas de transeúntes a lo largo de la ruta.
¿Se imagina si Duarte queda libre gracias al hipergarantismo del nuevo sistema?

BUSCAPIÉS
Ayer, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos dio a conocer sus objetivos en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Aunque habla del déficit comercial que el TLCAN ha significado para Estados Unidos, no propone eliminarlo, sino reducirlo. Por lo demás, no parece haber dejado a los negociadores mexicanos muy preocupados. Por ejemplo, no propone un aumento en los aranceles, cosa que ayer se festejaba en la Secretaría de Economía.

X