Opinion

Una injusticia incorruptible

Javier Cuéllar/
Abogado

2017-07-18

Este lunes el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, fue extraditado a México y de inmediato consignado ante la presencia de un juez para que responda de serias acusaciones en su contra incoadas por la PGR y por las autoridades del estado de Veracruz en ese orden.
No pude evitar cierto sentimiento de tristeza al ver a un otrora brillante político mexicano reducido a la infame condición de reo y que la prensa nacional esté haciendo un festín de su repatriación; sin embargo espero que la justicia a secas impere en ese caso y en todos los demás que por ese estilo se ventilan actualmente a lo largo y ancho del territorio nacional. No olvidemos que aquí en Chihua-hua tenemos pendiente el asunto de César Duarte Jáquez, que se encuentra en calidad de prófugo de la justicia aparentemente en la vecina ciudad.
De acuerdo a la definición generalmente aceptada por la mayoría de los abogados, la justicia es una constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde tanto en el plano material como espiritual y en este sentido esperamos que con respecto al exgobernador Javier Duarte impere en sus juicios el espíritu de justicia y que su encarcelamiento y castigo no sea desvirtuado privándolo de un juicio justo en el que se observen todas las reglas del procedimiento y los principios jurídicos que rigen en derecho penal.
Esperemos que este proceso no sea utilizado únicamente como una venganza o un motivo de escarnio, como escarmiento o para atemorizar a políticos devenidos en desgracia. El Estado mexicano debe juzgar a Duarte de Ochoa con imparcialidad y en su caso castigarlo sin odio.
Una cosa son las acusaciones que existen en contra de este funcionario en el dominio público y otra muy distinta será el cúmulo de cargos que efectivamente le puedan ser probados dentro del juicio, al margen de la desgracia política que persigue a este exgobernador.
Su partido, el que lo entronizó en la gubernatura, lo ha expulsado de sus filas con un dejo de oprobio y esa acción marcó la caída de ese cuestionado funcionario, pero en todo caso, para constatar la vigencia del Estado de Derecho, debe respetársele al reo su presunción de inocencia.
Víctor Hugo, ese gran escritor francés nos dice: “Es cosa fácil ser bueno; lo difícil es ser justo”. Y esta idea no es fácil de ejecutar en la práctica porque de acuerdo a lo afirmado por Sócrates, ese filósofo griego que ha contribuido enormemente al desarrollo de la cultura occidental: “Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortesmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.” Y es precisamente ahí donde nuestros tribunales deben proceder con mucho cuidado porque un juicio de ese tamaño va a estar constantemente bajo el escrutinio público y se requiere dar a todos, incluyendo al acusado, una brillante lección de justicia y equidad.
No estoy adoptando el papel de defensor oficioso del acusado Duarte de Ochoa, no, él ya tiene sus abogados defensores y son muy competentes, lo que sucede coincidentemente es que aquí en Chihuahua tenemos ya a varios ciudadanos reducidos a prisión acusados de diversos delitos relacionados con una administración publica reputadamente irregular y hasta fraudulenta, ocurridos durante la pasada gestión de César Duarte Jáquez, incluso el propio exgobernador se encuentra sustraído de la acción de la justicia refugiado presumiblemente en la vecina ciudad de El Paso Texas, pesando sobre su estampa sendas órdenes de aprehensión que tienen también las correspondientes fichas rojas de la interpol en una similitud preocupante a las de su par veracruzano, con la diferencia de que el chihuahuense no ha sido detenido ni mucho menos extraditado.
Pero dicen por ahí que nadie está tan lejos del largo brazo de la ley y tal vez, así como ahora a Duarte Ochoa le ha llegado la hora de ser juzgado, algún día nuestro Duarte se decida comparecer ante los tribunales para aclarar todos los entuertos que se han tejido entorno a su persona y a su gestión gubernamental, pero en ese supuesto el pueblo de Chihuahua quiere ver que se haga justicia y no venganza política.
El gremio de los juzgadores ha sido tan cuestionado que muchos piensan con Bertolt Brecht: “Muchos jueces son absolutamente incorruptibles, nadie puede inducirles a hacer justicia”.

yatrogenia@hotmail.com

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