Opinion

El Infierno en Juárez

Francisco Ortiz Bello/
Analista

2017-07-15

¿Se imagina usted de presidente municipal de esta ciudad a un pelado mal encarado, de 1 metro 87 centímetros de altura, de sombrero tejano, botas y cinto pitiados, con tremenda escuadra 9 milímetros fajada a la cintura y un cuerno de chivo en las manos? Difícil creerlo, pero es algo que puede ser una realidad.
Al menos en cuanto al personaje descrito, aunque éste pertenezca a la ficción del cine nacional, además de que se tendrían que dar varias condiciones aún para que lo viéramos como un hecho.
Resulta que el pasado viernes, en La Columna de los reporteros de este diario, se dio a conocer lo que resultó una primicia en la información política. Se trata de las negociaciones ya muy avanzadas, entre el Comité Ejecutivo Nacional de Morena y el actor nayarita Joaquín Cosío Gamboa, para que, en el próximo proceso electoral del 2018, represente a ese instituto político en esta frontera, contendiendo por la presidencia municipal.
Y bueno, la noticia ha causado gran revuelo no sólo entre la clase política sino también entre la comunidad en general, y no es que se trate de un inusitado activismo político de los juarenses interesados de pronto en las cosas de la política, sino más bien la curiosidad y el morbo que despierta un personaje de la fama y popularidad del “Mascarita”, uno de los personajes con los que Cosío se dio a conocer en todo el país.
Con fuertes raíces juarenses, aunque de origen nayarita, Cosío se ha proyectado desde el cine nacional como un actor recio, interpretando papeles en los que da vida a personajes muy ligados a sus orígenes y raíces, los narcos o sicarios son, en esencia y desgraciadamente, parte de la cultura del norte del país.
En la película “El Infierno” de 2009, Cosío interpreta a un despiadado pero noble sicario, “El Cochiloco”, quien le brinda su apoyo a un viejo amigo deportado de EU (Demián Alcazár) sin saber que, con eso, estaría marcando su destino fatal. Él mismo termina abatido por las balas de quienes fueran sus compañeros de andanzas y de “trabajo”.
Pero no es la única actividad de Cosío. En agosto de 2012, presentó su libro de poemas "Bala por mí, Cordero que me olvida" una recopilación de poesías en las que evoca imágenes y paisajes de Tepic, y Ciudad Juárez, sitios donde Joaquín Cosío vivió.
Los poemas, escritos en verso libre, fueron construidos luego de que el actor abandonó su residencia en Ciudad Juárez, para vivir en el Distrito Federal. De acuerdo con el mismo Cochiloco, es un libro con mucha nostalgia, muchos recuerdos de los lugares donde vivió y ya no está.
El caso es que este hombre ha despertado una inesperada expectativa para los integrantes de Morena, tanto a nivel local como a nivel nacional. Debo decir, no en todos los casos la expectativa es igual de esperanzadora, al menos por lo que declaró para este periódico el juarense Juan Carlos Loera de la Rosa, líder de ese partido, quien más bien deja ver una especie de desinterés o indiferencia por el tema.
En las redes sociales se han dejado sentir toda clase de manifestaciones, tanto a favor o en contra, así como de un enfoque más bien chusco. Pero sin duda es un tema que ha llamado la atención de los juarenses.
En una conversación que tuve, a través del Messenger de Facebook, con el académico juarense Miguel Ángel García, a propósito de un comentario suyo, en una de las tantas publicaciones que se hicieron el fin de semana sobre el tema, me confirma que hace dos años Cosío fue invitado por el mismo instituto político a encabezar el proyecto de la alcaldía en 2016, invitación que el actor declinó tajantemente.
En ese tiempo, García era parte del Comité Ejecutivo Municipal de Morena, y formó parte del equipo que presentó a Cosío la propuesta, misma que fue denegada con el argumento del poco tiempo que le dejaba el cine al actor, pero también remarcó su negativa señalando que sus habilidades políticas eran nulas, y que la política es algo que ni entiende, ni disfruta.
Para sustentar su comentario en la red social de Facebook, García acompañó su publicación con una imagen (captura de pantalla de celular) en la que puede apreciar la conversación entre él y Cosío, y en la que el actor le dice textual: “Hola Miguel Angel, te agradezco mucho la invitación pero mi tiempo es casi por completo ocupado por mi carrera y mis habilidades políticas son nulas. Muchísimas gracias por considerarme pero la política es algo que no entiendo ni disfruto. Un abrazo.”
Es cierto que, en ese tiempo hace dos años, pudiera no haber sido de su interés participar en política, como también los es que hoy esa postura pudiera haber cambiado, como el mismo Miguel Ángel García me lo expresó personalmente, lo cierto es que la sola posibilidad abre un gran espacio de discusión sobre el tema.
Ejemplos de famosos en la política, ajenos a esta actividad previamente, son muchos. Desde la inefable Carmelita Salinas, pasando por “El Cuau” hasta llegar al payaso Lagrimita, pero la verdad es que no a todos les ha ido bien en ese cambio de actividad. Mas bien podría generalizar diciendo que les ha ido muy mal. Bastante mal.
¿Por qué la sociedad se entusiasma tanto con estos personajes cuando deciden incursionar en la política? La respuesta es simple pero profundamente desesperanzadora. La gente ya no cree en los políticos. Y no solamente no les cree, los repudia, los rechaza, los aborrece.
Sin embargo, lo peligroso de esa percepción social, es que los electores cada vez más están dispuestos a darle su voto hasta al “burrochon” inclusive, antes que a un político tradicional. Pero eso no garantiza que las cosas van a mejorar, antes, por el contrario, la realidad ha demostrado que se han cometido gravísimos errores al seleccionar, para gobernantes o legisladores, a personajes muy famosos de la farándula, el deporte u otras actividades, pero muy malos para la política. Hasta hoy, salido peor el remedio que la enfermedad.
¿Saldrá bueno para gobernar “El Cochiloco”? Eso en caso de que fuera el candidato de Morena, y luego ganara la elección. No lo podemos saber. Pero desde luego que su enorme popularidad y arrastre de masas no garantiza que así sea. Y es necesario también destacar la gran responsabilidad que tienen todos los actores que trabajan en ese proyecto, desde los dirigentes de Morena hasta el mismo Joaquín Cosío quienes, antes que valorar la parte estrictamente pragmática y de rentabilidad electoral del proyecto, deben evaluar seriamente las capacidades y habilidades del actor, incluido él mismo por supuesto en un obligado autoanálisis, porque ¿Qué tal que sí gana? ¿Y luego?
La pregunta que me sigo haciendo y que me causa una gran frustración, desesperanza y desasosiego ¿Qué no ven los partidos políticos, y todos sus liderazgos, el enorme descrédito social del que gozan? ¿Qué no se dan cuenta que la sociedad ya no confía en absoluto en ellos? ¿Qué no se dan cuenta que la sociedad repudia todo lo que tiene que ver con la política, los políticos y los partidos?
Y lo pregunto porque no veo que estén haciendo nada para cambiar esa percepción social. Y en ese camino, van derechito al desfiladero. Conste que han sido muchas advertencias de la sociedad y de los medios. Luego no digan que no se les advirtió a tiempo.

fcortizb@gmail.com

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