Sergio Conde Varela/
Abogado
Impacta la palabra que titula este artículo. Sin embargo no debemos paniquearnos con ella los habitantes de estas tierras fronterizas.
El significado de este vocablo es su referencia a algo fantástico, ficticio; no solo eso, en nuestro estado, en Veracruz y en Quintana Roo, por la actuación de sus exgobernadores, no se considera lo democrático como algo ficticio sino que originó el suicidio de la atribulada democracia mexicana.
Tantas palabras de motivación y aliento que gastó el presidente Peña Nieto al referirse a estos funcionarios, hoy sujetos a procesos penales. Se pensó cuando las pronunció que se anunciaba una nueva generación que haría renacer al tricolor, con la esperanza que sembrarían estos nuevos administradores públicos estatales en sus gobiernos para buena cosecha.
Sin embargo, el resultado fue un lamentable sueño guajiro. Por la falta profunda de inteligencia de no entender la exigencia que se les pedía. Confundieron el servicio público con su interés personal completamente alejado de las necesidades del pueblo. Pensaron quizás que el servicio público era una entelequia, una ficción democrática sin seriedad.
Los juarenses y mexicanos en general hemos pasado por situaciones difíciles, atemorizantes, que han transtornado nuestra vida social. Se ha sufrido una confusión por la acción de los grupos gobernantes que han olvidado lastimosamente lo que es servir a la sociedad y mandar sin ton ni son, desde los puestos menores hasta los elevados, utilizando solo el impacto publicitario y olvidándose que las figuras legales del referéndum y el plebiscito son recursos válidos para justificar los actos de gobierno. En otras palabras creyeron en la entelequia fantasiosa de satisfacer anhelos enfermizos del tener, tener y no entender que el poder es para servir y no para cometer tropelías.
En nuestro estado se exige al gobernador Corral que su gobierno no solo atienda la persecución de delitos cometidos por funcionarios contra el patrimonio del estado. Realmente a fondo, el pueblo, nada sabe a cuánto ascienden las cantidades faltantes. No se ha emitido un boletín gubernamental que las señale, salvo en algunos medios, sin precisar concretamente a cuánto ascienden las cantidades que desparecieron de las arcas oficiales. Con cifras fijas se ha manifestado que se requiere 25 mil millones de pesos para que la maquinaria estatal siga caminando sin detenerse.
Estamos viviendo las comunidades de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo una pesadilla estrujante sin ver en nuestro estado, El nuevo amanecer.
Frente a estos tres casos emblemáticos de lo que no debe ser la democracia, todavía hay voceros oficiales que no parece que se dan cuenta de estos hechos y mucho menos saben lo que Giovanni Sartori – uno de los mayores protagonistas del debate político cultural– define a la democracia como un sistema y régimen en el que el pueblo manda.
Nosotros los mexicanos no vivimos este régimen o sistema sino una entelequia, fantástica y ficticia.
En las conversaciones políticas se jura y perjura que el que manda es el que tiene. Muchos buscan fieramente el poder económico para mandar, aunque no sepan cómo debe funcionar el gobierno a favor de las mayorías. Eso ha sido el peor castigo que se nos ha impuesto a los mexicanos. Por eso el atraso, la falta de lazos serios con la gente.
Hay solución a la ficción a la que hemos sido proclives muchos y se deriva del pensamiento de Aristóteles. Dice que la entelequia es una palabra que encierra una realidad para alcanzar una perfección. Si creemos que la democracia es una realidad y no una mentira, podemos luchar porque así sea; si pensamos que nosotros debemos ser decisivos para levantar una vida de realización real y no ficticia, la ciudad, el estado la patria o la nación, debemos olvidarnos de la primera entelequia y será realidad la entelequia aristotélica de perfeccionar la democracia con valor y decisión... Y no hay más.
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