Opinion

Agua

Juan Carlos Loera de la Rosa
Empresario

2017-06-25

El agua es un elemento básico para la vida y el desarrollo de la sociedad.  Los asentamientos humanos y la fundación de núcleos poblacionales siempre han sido en torno al agua, no existen asentamientos que no hayan sido fundados cerca de un cuerpo de agua.
Nuestra ciudad no fue la excepción, sus primeros pobladores gozaban de un caudaloso río que daba vida a la región. Posteriormente, debido a un acuerdo ventajoso para nuestros vecinos del norte, la ciudad  ha estado sujeta a un tratado hidráulico a perpetuidad desde 1906. Se nos otorgaron únicamente 74 millones de metros cúbicos al año.
Hace 100 años pudieron haber sido suficientes para las necesidades agrícolas; sin embargo, décadas después, la insuficiencia del recurso hídrico era tal, que los agricultores del Valle de Juárez tuvieron que utilizar las aguas residuales para regar sus tierras, limitando así la variedad de cultivos. Esto evitó el desarrollo de la actividad agrícola de la zona. Hoy, las consecuencias de pobreza, marginación y desolación  se viven en los poblados de los municipios aledaños.
Existe un marcado contraste entre las parcelas de un lado y otro del río. A ello hay que agregarle el olvido lacerante al que han sido condenados los agricultores en todo el país por parte del gobierno y que ha provocado un desastre agrario en México.
Ante el reclamo histórico de lo desventajoso del tratado, los representantes texanos se han valido del supuesto incumplimiento de otro convenio de aguas firmado en 1944, relacionado con la entrega del agua proveniente del Río Conchos, esto se ha debido principalmente a grandes períodos de sequía, y se ha traducido en una deuda constante que ha obstaculizado una renegociación de ambos tratados.  
México en su defensa, debe argumentar que ambos tratados tienen que desvincularse por diversas razones: los afluentes al Río Bravo mencionados en el tratado de 1944 son mucho mayores, y en lugares donde la escasez de agua no es tan marcada como en el nuestro. El crecimiento de nuestra ciudad y la voracidad mostrada al desviar casi la totalidad del agua, han generado un daño irreversible a los ecosistemas que dependen del río; por otra parte, la construcción del muro fronterizo ha afectado la topografía en la cuenca del Bravo obstruyendo el flujo de agua natural de cañones y arroyos, además del gran perjuicio ocasionado a diversas especies animales que han visto alterado su hábitat.
Obviamente las alteraciones drásticas del clima y altibajos de los ciclos hidrológicos deben tomarse en cuenta. Una justa renegociación del tratado de 1906 abriría la posibilidad de que, en Juárez, como se hace en El Paso, el agua del Bravo pudiera usarse para fines distintos al agrícola.
A principios de siglo se proyectaba que para 2020 la población en Juárez superaría los dos millones de habitantes y el hasta entonces único acuífero abastecedor, el Bolsón del Hueco, se abatiría para el 2030 y sería necesario encontrar otra fuente de suministro de agua.
El acuífero Conejos-Médanos fue la respuesta y se emprendió millonaria obra hoy concesionada a capitales privados, que inyecta deficientemente agua a la red hidráulica en la parte poniente de la ciudad.  Las predicciones sobre población y extracción de agua quedaron muy por encima de la realidad. Afortunadamente Juárez tiene una fuente adicional de agua y además los consumidores juarenses tenemos una buena cultura del uso del líquido y hemos contribuido a su ahorro, el consumo diario per cápita es menor a los 300 litros, mientras que en El Paso ronda los 500.
Entonces, el problema no es la falta de agua ni los medios para suministrarla. La pésima planeación urbana que ha sido secuestrada por intereses económicos y políticos de un pequeño grupo para su beneficio ha impedido que se respete el derecho al agua que todos tenemos, el desabasto que sufren como siempre los más necesitados, devela el problema de fondo: la negligente operación por décadas de los organismos responsables de administrar y operar este servicio público (que por cierto todos pagamos), involucra a la CONAGUA, JMAS, JCAS y hasta La CFE.
Sabemos al menos en lo que respecta a la JMAS en qué se han gastado siempre el dinero, en vez de darle un adecuado mantenimiento a los pozos y red hidráulica, además de construir la infraestructura necesaria para abastecer a colonias tan antiguas como “los kilómetros”, han convertido el servicio del agua en un  laboratorio electorero del PRI y hoy  pagamos las consecuencias.
La promesa de Armando Cabada de municipalizar la Junta de Aguas ha quedado en el aire, nada dice en este momento de crisis, pero sí ha sabido aprovechar el problema con asistencialismo fugaz. Esta medida transitoria –muy cuestionada por no cumplir con los protocolos sanitarios- nada resuelve y sí va aparejada con la promoción de la imagen propia y la de su gobierno.
Profesionalismo, espíritu de servicio y ética al servicio del pueblo, son fundamentales para resolver este problema que es de vital importancia para nuestra ciudad. 

X