Javier Cuéllar/
Abogado
“Perdida la razón, goza a su modo,
Y nunca estar en su razón le agrada:
Que el vino es todo, la razón es nada,
Soneto El Borracho de Antonio Plaza. Fragmento.
Definitivamente nuestra ciudad atraviesa por una dolorosa racha de accidentes automovilísticos provocados por la imprudencia de ebrios al volante que conducen en estado semi-inconsciente sus vehículos que apenas pudieron arrancar. “Comienzan tomando cubas y le siguen con cerveza para que luego con tequila se les suba a la cabeza”, reza una vieja canción de Eulalio González, El Piporro.
Se aferran a manejar provocando numerosos accidentes que recientemente indujeron la muerte de los niños Michelle Leyva e Ilse García y que mantienen gravemente heridos a otros cuatro menores.
Todos jugaban plácidamente en las inmediaciones de su vivienda de la colonia Anapra en hechos que, por lo frecuente y lo grave, han conmocionado a toda esa colonia y a la ciudad entera. Bien lo dice Rick Larsen: “Los niños son a menudo las víctimas silenciosas de los abusos de drogas y el alcohol”. Aunque ellos no hayan bebido nunca.
Recuerdo por lo cercana y doloroso para mí el asesinato del doctor José Ortiz Salgado ocurrido hace unos meses a manos de un senecto embrutecido por el alcohol en las inmediaciones del poblado de Zaragoza. Igual que ese lamentable deceso se han dado otros tantos con una perniciosa frecuencia que parece que nuestra ciudad está muriendo víctima de esa plaga de choferes alcoholizados que nos mantienen permanentemente enlutados.
De acuerdo a una nota periodística publicada por El Diario de Juárez, el gobierno del estado está promoviendo una iniciativa que trata de relajar los parámetros del alcoholímetro con una reforma a la Ley Estatal de Vialidad que permitiría una ingesta menor a los 0.089 miligramos por litro como límite para considerar a alguien alcoholizado en primer grado y por lo tanto, infractor susceptible de castigo.
El gobierno municipal, por otra parte, está promoviendo una serie de medidas para reprimir con más drasticidad a los choferes borrachos donde se ha bajado el limite a la cantidad de 0.075 miligramos por litro de alcohol, lo cual implica castigar la ingesta de una o dos cervezas o algo así, que generalmente se considera una costumbre gourmet intrascendente.
No hay que exagerar, somos seres pensantes y debemos entender que el problema se encuentra en la enorme cantidad de bebidas alcohólicas que algunas personas ingieren en un solo evento porque los ebrios que han provocado todos estos accidentes fatales no habían tomado una o dos cervezas sino muchísimas más y luego le revolvieron con tequila para que se les haya subido a la cabeza convirtiéndolos en zombis trastabillantes.
No fueron bebedores sociales, fueron alcohólicos sin freno que no tienen capacidad para controlar lo que se toman. El vicio los controla a ellos y conducen automotores totalmente descontrolados ocasionando daños y muerte a sí mismos y a terceros. “A un borracho no se le debe tener confianza ni no estando.” Decían nuestros viejos.
El alcoholismo es una enfermedad progresiva y mortal que debe ser combatida por la sociedad con todos los recursos que tengamos a nuestro alcance pero debe comenzarse con la educación desde la secundaria que es cuando nuestros jóvenes generalmente inician a ingerir sus primeras cervezas y si esto no se detiene, después se arrojan a las múltiples albercas de cerveza que existen en nuestra ciudad con los resultados de que ciudad Juárez es una comunidad que padece graves problemas de alcoholismo y otras adicciones que está más pesado tolerar.
Nuestros muchachos desde temprana edad deben tener muy claro en sus conciencias que “usar drogas o alcohol es dar patadas a su propia vida. Todos debemos entender que si estás en el mundo de las drogas o en un contorno de borrachos complacientes, probablemente estés también en un grupo social que usa drogas. Identificarlo y desecharlo será una de las mejores decisiones que se pueden tomar en la vida,” si hemos de estar a las conclusiones directrices que da la institución Lifeder consultada por mí al elaborar éste artículo.
La virtud de la templanza.
Nuestra sociedad en todos sus estratos debe cultivar la virtud cristiana de la templanza que es una de las cuatro virtudes cardinales. Se trata de una virtud moral que consiste en la moderación de los apetitos y de la atracción que ejercen los placeres a partir de la razón.
La templanza refleja el dominio de la voluntad humana y permite poner límites a los deseos generalmente vinculados al pecado. La templanza permite que la persona sea equilibrada y sopese su tendencia natural hacia los placeres de los sentidos y el recogimiento espiritual.
Es cierto que tantos y tan mortales accidentes provocados por el alcoholismo nos ha dañado porque ya tenemos miedo de salir a nuestras calles. Aunque no andemos embriagados, puede estamparse contra nosotros un borracho. Debemos tomar precauciones y manejar a la defensiva, pero como sociedad y gobierno no debemos caer en el prohibicionismo aberrante que dio origen a la violenta época de los gánsteres en el primer tercio del siglo pasado en los Estados Unidos, pero tampoco en la orgía de drogas alcohol y rockanrol que vivimos actualmente.
La primera opción y la más efectiva debe ser el auto control, la práctica de la templanza, pero si la gente no se controla a si misma voluntariamente, los gobierno tienen el legítimo derecho y la obligación de controlarlos a como dé lugar.
Para muchos el gobierno del estado tiene razón en fijar el límite de alcohol en 0.089 miligramos por litro porque lo que pretende el gobierno municipal se presta a muchos abusos y corruptelas contra ciudadanos que son simples comensales y no beodos, pero ¿cuál es la diferencia entre 0.089 miligramos por litro y 0.075 miligramos por litro? ¡Muy leve! Y les aseguro que ese hombre que asesinó a los niños en Anapra no andaba en el nivel 0.089 ni en el de 0.075 sino muchísimo más arriba pues con un tercer grado de ebriedad (y eso porque no hay mas) no te puedes ni sostener en pie mucho menos conducir un vehículo, seguramente solo lo puso a andar y le pisó el acelerador para estrellarse.
Como quiera que sea éste debate es la consecuencia lógica de una sociedad que se encuentra justificadamente alarmada por la enorme cantidad de choferes ebrios que manejan todos los días en nuestras vialidades constituyéndose en una amenaza para ellos mismos.
Bueno sería que como parte de la sanción a conductores ebrios se les obligara a un internamiento de por lo menos tres meses en un centro de regeneración anti adicciones para que les corrigieran sus conductas viciosas e irresponsables. Si bien es cierto que con nada se repara el daño causado a las víctimas y sus familiares, lo menos que podemos hacer es prevenir futuros percances altamente mortales.
Justicia, crueldad
o misericordia
Ha trascendido la noticia de que el expresidente municipal de Chihuahua, Javier Alfonso Garfio Pacheco, ha sido internado en el hospital del Cereso número Uno de la capital del estado debido a un severo cuadro de deshidratación y baja presión arterial y a que, desde su encarcelamiento, ha perdido alrededor de doce kilos debido a profundas crisis de depresión que ha padecido durante todo su proceso donde es acusado de peculado.
El gobernador Javier Corral Jurado debe reflexionar un poco y ver muy claro que Santo Tomás de Aquino nos enseña que “justicia sin misericordia es crueldad” y este hombre ya ha sufrido bastante y ahora se encuentra su vida en grave compromiso.
No sé si debamos hablar de perdón porque para ello es necesario anteponer la reparación del daño causado. Al efecto, el empresario Benito Tagle ha ofrecido una abierta reparación del daño al devolver al patrimonio del estado el predio conocido como Labor de Terrazas, que es el objeto material del delito, deshaciendo la operación y regresándose las partes sus contraprestaciones con lo cual la reparación del daño quedaría prácticamente liquidada.
El pueblo de Chihuahua quiere justicia no crueldad ni ferocidad y quiere que el daño patrimonial sea resarcido. Nada abona a la justicia la eventual muerte de este hombre si el patrimonio de los chihuahuenses no es recuperado. Aquí la Fiscalía debe privilegiar la recuperación de ese terreno sobre cualquier consideración de castigo.
Ambas partes, defensa y fiscalía, involucradas en el manejo del proceso, deben buscar rápidamente el camino para que la reparación del daño se dé y propiciar que el acusado pueda obtener el beneficio de la libertad bajo fianza o una sanción reducida que le permita ver de nuevo la luz del día porque de otra manera la brutalidad será una mancha que empañe permanentemente la imagen del gobierno de Corral. “Si bien es cierto que todas las cualidades de Dios son iguales, más prevalece a nuestro ver la misericordia que la justicia. (Miguel de Cervantes Saavedra). Este hombre ya ha sido suficientemente castigado, ahora no debemos esperar que muera y que la justicia se vuelva contra el estado.