Opinion

Corral, el dictador del año

Carlos Murillo/
Abogado

2017-06-17

Después de la embriaguez de la victoria, el Gobierno del Estado que encabeza Javier Corral comenzó a tocar tierra con la realidad. Los fanáticos del “nuevo amanecer” ya matizan sus expresiones, antes gritaban que todo se arreglaría al reemplazar al mal gobierno, pero ahora, un año después de su elección, con cierto pudor político aceptan que no hubo cambio, pero afirman que sí habrá, pero será gradual. Ya nadie les cree.
Mientras las mediciones de la opinión pública nacional ubican a Javier Corral como uno de los 10 gobernadores más aceptados del país y se rumoran quiméricos escenarios sobre su futuro político, en Chihuahua vivimos otra realidad muy distinta, el gobierno panista es el peor en la historia moderna del estado.
Ha pasado un año y no se puede mencionar un solo logro que impacte en la ciudadanía, para mejorar la calidad de vida; ni en la seguridad, ni en la economía, ni en la educación o en la salud pública. Ni un hospital, ni una escuela, ni una inversión de alto impacto, ni reducción de los índices de la delincuencia. Nada.
Entonces ¿cuáles son los éxitos de la administración de Javier Corral?, según ellos, el mayor logro es la inquisitoria “Operación Justicia para Chihuahua”; un eufemismo de la venganza política.
Desde la implementación de los juicios de corte acusatorio adversarial en Chihuahua, nunca, ni para los peores delincuentes, se había retorcido la ley al grado de usarla para cumplir con las órdenes del Poder Ejecutivo de encerrar a como de lugar a los exfuncionarios, enemigos políticos de Javier Corral.
Violentando los principios del proceso penal, principalmente el debido proceso legal y la presunción de inocencia, estos juicios rememoran el oscurantismo de la Santa Inquisición de la Edad Media. Los juicios contra ex funcionarios, no se tratan de asuntos legales que deban resolverse conforme al derecho, estos casos atienden a razones políticas y buscan un efecto mediático para beneficio de la imagen del gobernador Javier Corral.
La venganza ilegítima materializada en la persecución política y el castigo mediático, aprovechándose de la prisión preventiva, es la forma de tortura que ha adoptado el gobierno del nuevo amanecer para hacer hablar hasta a las piedras, con tal de que sigan el guión.
Esto es posible solamente si se tiene el control del Poder Judicial, como en este momento Javier Corral lo tiene a través de la imposición de su amigo Julio César Jiménez Castro, como presidente del Tribunal Superior de Justicia y de su aliada Luz Estela Castro Rodríguez como nueva patrona de jueces y magistrados desde el Consejo de la Judicatura.
Con el control del Poder Judicial y el Poder Legislativo y las fronteras de la división de poderes borradas, Javier Corral es un auténtico dictador que tiene todo el poder en un puño. Si puede poner y quitar jueces a su antojo ¿cuál juez le va a decir que no al ilegal auto de vinculación a proceso para sus enemigos políticos? ¿qué agente del ministerio público le va a negar su teoría del caso aunque sea ilógica? ¿qué diputado le vetará una decisión?
Mientras el sistema retrocede para convertirse en inquisitorio y lento para los enemigos políticos por órdenes del nuevo mandamás, el resto del gabinete se pelea hasta con el espejo.
En educación, Bachilleres está al punto del colapso y con riesgo de un paro laboral que afectará a miles de familias en todo el estado, también se rumora el cierre de las Universidades Tecnológicas y las relaciones con el Sindicato Nacional de Trabajadores al Servicio del Estado (SNTE) no están en su mejor época. El cambio en los directivos de Bachilleres es urgente.
En salud, la crisis de medicamentos continúa, mientras los hospitales que se quedaron a la mitad durante el sexenio anterior van que vuelan para ser elefantes blancos, mientras esto ocurre, las obras públicas siguen detenidas y ya estamos a la mitad del año. No hay más pretextos.
En seguridad, se desataron los demonios, regresaron los asesinatos de alto impacto y el estado perdió el control del sur de la entidad, principalmente en Cuahutémoc que ahora es tierra sin ley, mientras que el crecimiento de los hechos delictivos es consistente mes tras mes. El gobierno debe aceptar que fracasó en seguridad y replantear una estrategia.
Por si fuera poco la manipulación de lo poderes, la omisión en los temas estratégicos del desarrollo y el fracaso en materia de seguridad, el gobierno del nuevo amanecer está peleado con la prensa, a quienes acusa de ser cómplices del satanizado gobierno anterior, sin ninguna cordura mantiene un pleito estéril con los reporteros, lo que lastima la libertad de expresión. Vaya, ni siquiera con su amigo publicista se pudieron poner de acuerdo y llegar a un arreglo por sus servicios durante la transición ¿qué se pueden esperar los demás a quienes consideran enemigos?
Así, extorsionando con el abuso del poder a jueces, agentes del ministerio público,  reporteros, maestros, empleados, amigos y enemigos, este gobierno se ha convertido en una pesadilla para la democracia y las instituciones.
El único resultado hasta ahora es media docena de carpetas de investigación amañadas para aparentar el combate a la corrupción, mientras los socios de Madero y de Riggs siguen hinchando sus carteras con los contratos más jugosos. Para ellos no hay límites, ni leyes. Para ellos sólo hay cheques.
Se cumplió un año de la elección, nadie lo celebró, no hubo un relanzamiento de la imagen, ni se publicaron felicitaciones de los empresarios. Pasó desapercibido, porque no hay nada qué celebrar. El bono democrático está agotado y antes de cumplir los primeros 365 días en el poder, Javier Corral ya se reveló como el dictador que está por cumplir un año.

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