Opinion

Jugando al dinosaurio

Carlos Irigoyen
Analista

2017-06-15

Todos los días recorro la jungla de asfalto en que ha sido convertido nuestra ciudad. No deja de sorprenderme su rostro urbano; somos un galimatías de alto contexto, una histeria e historia de contrastes. La gente de nuestra ciudad es lo mejor que tenemos, solidaria en la desgracia, pero aún reacia a aceptar y colaborar en algunos temas. Hay personalidades que andan en nuestra ciudad y estas son tres para destacar.
Madrugarex. Chofer de rutera o camión de personal que abre el día. Al alba hay una espectacular andanada de camiones viejos para llevar a la gente a sus centros laborales, la voluntad de levantarse tan temprano para transportar gente requiere de mucha “enjundia”, parte de ser echados pa’ delante, de no “rajarse”; porque llueva, truene o relampaguee ahí andan. Y por momentos aparece una variedad de esta especie en su versión más diurna, el Chofiris Diarex Brutus, aquel chofer que se siente dueño de la calle, único en su contexto, le valen un soberano pepino las señales de tránsito, su unidad tiene fachada de árbol navideño y por dentro parece una cantina de prosapia con ambiente musical incluido y en algunas ocasiones hasta bebidas espirituosas, creador de experiencias celestiales al tener que encomendarse al Ser Supremo al subir y cuyos ascensos y descensos son auténticos saltos de longitud.
Padreciraptor. Son los padres de familia que disciplinadamente con mucho amor educan a sus hijos en valores y actitudes para la vida, y aunque no están en peligro de extinción en ocasiones practican el deporte extremo de llevar a sus hijos a la escuela en 5 minutos a pesar de estar a 20 minutos de la misma.
En la versión masculina, se vuelve una mezcla entre piloto de Fórmula 1 con doctorado en lenguaje arrabalero. Cargado de adrenalina evade toda clase de obstáculos, semáforos que están en rojo y es que “el fin justifica los medios”, bonito mensaje le damos a los chiquillos volándonos las reglas.
Los baches, esos hoyancos o cráteres citadinos que son capaces de tragarse desde la quincena por reparación de amortiguadores hasta automóviles enteros; personas que osan atravesarse en el camino y que son “dignos” depositarios del lenguaje más florido de esta especie; por un lado, la prisa del conductor y por el otro la inconciencia del peatón, “si la libro”.
En su versión femenina ir detallándose como la obra maestra que son las mujeres, calmando a los párvulos con amenazas dignas de ser emuladas por fieros dictadores, ir haciendo relaciones públicas en las redes sociales y además tienen la rara habilidad de ir poniendo textos, cantar a todo pulmón y de vez en cuando sonreír a los otros conductores que se “atraviesan inconscientemente”, sarcasmo incluido.
Wannabenosaurus Como filosofía de vida el “wannabe” (quiero ser) puede construir sus metas y con rigurosidad recorrer el camino que necesita para llegar al resultado que desea. La versión tergiversada es la de aquel ciudadano que se sube a un ladrillo y se marea.
Ese ladrillo puede ser el alcohol, un puesto público, el dinero, estar bien “mamer” o bien “mami”, ser un “yolo” de Cerpa con ego inflado y falto de mentalidad colectiva, llevar vida de Chavoruco en decadencia. Lo negativo no es solamente su actitud en ocasiones detestable, es su falta de respeto a los demás ciudadanos que no comparten sus impresiones, sino que además son acusados por el wannabe de falta de tolerancia y comprensión a sus comportamientos. Como ejemplo, cuando por medio de sus redes sociales creen que están haciendo un gran servicio comunitario poniendo anuncios como: ¡aguas! retén en la Ejército”.
Benditos retenes cuando han logrado poner fuera de circulación a uno de estos inconscientes que creen que manejar borrachos es toda una demostración de cuan “chin…” son, o de cómo burlan a las autoridades llegando a su casa ebrios, orgullosos de su hazaña; cuantas historias de terror hemos escuchado de personas que sin deberla ni temerla mueren por la inconciencia de un papanatas que escudándose en su falsa calidad de humano decide estando ebrio conducir un carro; más increíble que aun y con estas cosas haya gente que “denuncie” los retenes para prevenir que “te trampen” y tengas que dormir en el fresco bote.
Hay personalidades con sentido humano que día tras día se dedican a ver la vida como una aspiración, pero también es cierto que hay humanos sentidos con su personalidad que hacen de su vida una banalidad, los juarenses siempre hemos sido una aspiración así que sigamos construyendo el colectivo que añoramos y podemos ser. 

cirigoyen@itesm.mx 

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