Opinion

De ligres, perros y tigrillos

Cecilia Ester Castañeda/
Escritora

2017-06-14

No sé si usted haya oído hablar sobre los ligres, esa nueva especie de la familia de los félidos producto de la intervención de los seres humanos que hemos puesto en los mismos espacios a animales de hábitats naturales tan alejados como los de leones y tigresas. Yo acabo de ver de cerca en Ciudad Juárez a varios de estos híbridos.
En realidad acudí a un zoológico localizado en Sauzal entusiasmada ante la idea de conocer a los tigrillos blancos cuyo nacimiento se había reportado en El Diario. Ya no estaban en exhibición pública pero conseguí verlos.
La madre, desde luego, se preocupaba en cuanto alguien se acercaba ligeramente a alguno de sus dos cachorros. Si se dice que las leonas se ponen como fieras al defender a sus crías, las tigresas —o cualquier otra hembra mamífera—no se quedan atrás. Por lo tanto se había optado por la medida más segura para animales y visitantes: resguardar en privado a los nuevos huéspedes del zoológico.
En cierto sentido me dio gusto. Me había alarmado al ver la fotografía de madre e hijos separados del público apenas por lo que parecía una bardita y una malla ciclónica. ¡Peligro, mucho peligro! ¿Recuerda, el mes pasado, el caso sobre un policía estatal consignado por disparar con una escopeta a una pitbull y seis cachorros recién nacidos debido a los rasguños sufridos por su hija de cuatro años? El hombre mató a dos animalitos, hirió con más de 30 esquirlas a la perra y acusó de muerte a la familia de la directora del refugio que presentó la denuncia. Todo ocasionado por una aparente falta de precaución —y una respuesta por demás agresiva, claro.
Si entendiéramos el instinto de protección de las hembras mamíferas con sus crías nos evitaríamos muchos niños lastimados, mascotas maltratadas y problemas tanto familiares y vecinales como legales. Hay dos momentos en los cuales está prohibido acercarse a cualquier animal, aun domesticados o de compañía: cuando está cuidando a sus cachorros y cuando está comiendo. Su instinto será defenderse de cualquier intruso, aunque normalmente tenga el temperamento más dócil.
En el caso de la perra atacada, además, se presentó otra variable capaz de intensificar el riesgo de acercarse a ella: se encontraba encadenada. La territoriabilidad de muchos animales crece estando recluidos en un espacio y, de hallarse atados, aumentan las probabilidades de nerviosismo por la posible falta de atención y ejercicio. En fin, es mejor no caminar junto a las rejas de las casas con mascotas.
Volviendo a mi visita al zoológico del Valle, me topé con un amplia colección de animales silvestres en mejores condiciones de lo que imaginaba. Ya antes había tenido oportunidad de ver una muestra de especies en cautiverio en otros centros recreativos del estado. Bueno, fue muy triste ver a esas criaturas encerradas.
Por lo menos en el zoológico juarense los recintos están limpios y son más espaciosos, con información y vigilancia. No sé cuáles sean los estándares nacionales —que el centro asegura acatar—, pero en mi calidad de observadora amateur de animales, lectora de noticias y autonombrada inspectora de seguridad en lugares públicos me parece necesario implorar un lugar mucho más alto para el halcón, pedir juguetes para todos los inquilinos y hacer por lo menos breves señalamientos sobre los tigres, leones y ligres.
La verdad no esperaba encontrar tantos, ni tan cerca. Una malla doble a 50 centímetros de los asistentes no me parece suficiente protección. No basta para los tigres ni para las personas. 
Pero más me preocupó ver varios cachorros grandes de león detrás de un vidrio que supongo muy grueso compartiendo aproximadamente 30 metros cuadrados. Luego, enseguida, y también detrás de una pared con ventanas, los cuatro híbridos de león y tigresa recorrían una superficie para mí demasiado estrecha tratándose de ligres de cuatro metros que aún no terminan de crecer. 
Agradezco que exista un refugio para animales en una región notoria por el tráfico ilícito de fauna exótica, y la oportunidad de verlos. Pero ya perdimos dos leones por falta de cuidados en el Parque Central. Manejar especies poco conocidas como los ligres no es un juego. Obliga, sobre todo, a extremar precauciones a fin de salvaguardar la seguridad de todos los involucrados.

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