Cecilia Ester Castañeda
Escritora
“La cultura sensibiliza”, dijo recientemente Plácido Domingo en entrevista con la Agencia Reforma. Algo sabrá de eso el tenor de 76 años que ha dedicado su vida a la música clásica y la ópera.
La cultura, definida como el cultivo de las artes y las humanidades y las manifestaciones de éstas que conforman la identidad de una sociedad, invita a involucrarse emocionalmente con el mundo alrededor. Significa descubrir un vínculo interno con los demás, sentirse parte de un todo común.
Por ello, constituye una herramienta de cohesión entre los integrantes de una comunidad. En épocas de individualismo exaltado y descomposición social como la que vivimos, resulta un antídoto para el aislamiento o la deshumanización, para el pesimismo, para la desesperanza. Durante francas crisis es también agente que motiva a afrontar los desafíos.
En Ciudad Juárez, dicha herramienta casi siempre ha sido desaprovechada. En los últimos años, en particular, es lamentable no haber incluido en forma concertada y sostenida a la cultura en la defensa ante los embates de la violencia intermitente. Peor todavía, se sigue relegando como mero renglón ornamental a un elemento determinante en el empoderamiento de la población.
La mayoría de los aislados esfuerzos encaminados al quehacer cultural han sucumbido a la nula voluntad política, la escasez de partidas presupuestales, la falta de continuidad o la corrupción —tan sólo esta semana, según nota de El Diario, se informó ignorarse el destino de 50 millones de pesos etiquetados para la ampliación del Museo del Chamizal en el 2016.
Pero conocer sus valores históricos y artísticos comunitarios genera dignidad entre los ciudadanos, a decir de Ana Mercedes Hoyos. “Individuos conscientes y orgullosos de su cultura serán capaces de estructurar, hacia el futuro, un ambiente de respeto y lograr la convivencia en paz”, escribió en Semana la artista plástica colombiana.
Ese camino es preferible al barril sin fondo de los gastos policiacos —con todo su colofón de violaciones a los derechos humanos— cuando las situaciones adquieren carácter de urgencia.
Durante una crisis, el amor por la ciudad justifica la labor de todos por seguir adelante en conjunto. Ayuda a permanecer unidos y ofrecer respaldo al vecino, en vez de deshumanizarse o sólo ver por los intereses individuales. A través de la cultura se mantiene viva esa cualidad humana que se suele adormecer cuando los impactos son numerosos o muy fuertes: la sensibilidad.
El propio Domingo nos mostró hasta qué punto puede incidir lo anterior en una emergencia comunitaria. Durante el temblor de 1985 en la Ciudad de México, el tenor —quien perdió a varios familiares en el siniestro— participó personalmente en las labores de rescate y recaudación de fondos para las víctimas de la tragedia a pesar de que hubo quien reprochara el peligro en el cual ponía a su privilegiada voz. “No hay nada que te pueda consolar que no sea la fe y el cariño de todos unidos…”, dijo en ese entonces en entrevista con Televisa. “Se da uno cuenta de que [los deudos] necesitan ese apoyo, necesitan esas palabras”.
La cultura sirve asimismo como expresión catártica de las inquietudes de una sociedad. Es el origen del Día de Muertos, por ejemplo, o de las razones de la gran influencia en el imaginario colectivo nacional de la obra del escritor Juan Rulfo —el centenario de cuyo natalicio se celebró este 16 de mayo—. En un caso de mayor actualidad, el columnista de CNN Dean Obeidallah consideró que los sketches cómicos del programa SNL sobre el vocero presidencial de Estados Unidos Sean Spicer quizá constituyan “el mejor antídoto para la tensión provocada por Trump”.
Por eso seguiré abogando a fin de que se apoye la cultura fronteriza. Así sea con las obras de Telón de Arena, el Museo de Tin Tan, los cuentos de Jesús Gardea, las fotografías de Alfonso Fernández, la canción de la Adelita, las casas de Juan Gabriel o la conmemoración por los 50 años de la entrega del Chamizal, necesitamos divulgar y fomentar los valores artísticos e históricos de Ciudad Juárez.
Son nuestro himno, en tiempos de tranquilidad y de zozobra.
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