Opinion

Día del Maestro

Olga Tuda/
Analista

2017-05-16

El mes de mayo está concurrido de festividades que de alguna manera afectan las actividades cotidianas del entorno en que vivimos. En México sobran estos días, pero este mes lleva una carga extraordinaria: primero de mayo, Día del Trabajo (no se trabaja); cinco de mayo, la Batalla de Puebla (aunque algunos políticos han declarado lo contrario); 10 de mayo, Día de la Madre (tampoco trabajan los que no lo son); 15 de mayo, Día del Maestro (no trabajan los docentes, ni los alumnos); 23 de mayo, Día del Estudiante (no se trabaja, ni se estudia).
Cinco días de permanencia voluntaria en la inhabilidad de los quehaceres, sin contar las vacaciones de primavera que se extienden por dos semanas. Si tomamos en cuenta los sábados como días hábiles, estamos contando que se restan 17 días del presente mes. Fechas donde se programa sacar adelante los pendientes que se tienen, pero mayoritean las actividades vacacionales y se posponen las promesas hechas anteriormente, para caer en un estado de culpabilidad y a veces de arrepentimiento.
Hablando del festejo del Día del Maestro, nos ocupa el tema de la educación, que reviste gran importancia para la salud del país. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), declara que México está por debajo de la media de los 34 países que conforman esta organización, pero arriba de la media en América Latina, en las áreas de Ciencias, Matemática y Lectura.
Para muchos, la palabra maestro, no va más allá de un salón de clases, donde se imparte un conocimiento y se revisan tareas. Decir maestro, significa amar la profesión, amar a los alumnos, a todos, porque de ello depende forjar buenos profesionistas, buenos ciudadanos, buenos seres humanos.
Pero también, es necesario proporcionar las condiciones adecuadas para que la docencia se lleve a cabo en su máximo esplendor. El fin de semana pasado, el SPD (Servicio Profesional Docente), tuvo a bien colocar un examen de oposición para los candidatos de nuevo ingreso a los puestos de maestros, en los diferentes subsistemas y niveles. Otro fue para la promoción de puestos..
Estos exámenes tienen una duración de nueve horas aproximadamente y algunos de los participantes exteriorizaron: “se me secó el cerebro”. Es un examen que mide conocimientos y habilidades para la práctica docente, así como habilidades intelectuales y responsabilidades ético-profesionales. El cansancio, el nerviosismo y la incertidumbre –por el tiempo–, agotó en unos esa capacidad y en otros inhabilitó su desarrollo pleno, quedando la duda si verdaderamente el resultado es real y corresponde a la capacidad de desarrollo del maestro.
Muchos creen que ser docente se limita a una hora de clase dentro del aula por cada matera que se imparte, pero no basta; se requieren muchos atributos para ser un verdadero maestro. Es tener rostro, es tener voz, es tener alma, es tener olor a maestro,  para que lo vean, lo escuchen y reciban el conocimiento los alumnos.
Así los define un maestro, a quien respeto y admiro: “Al final del camino, podremos ser ricos o pobres, pero la verdadera riqueza es la trascendencia que logramos. Ser docente es una profesión de impacto, tocamos corazones, trasformamos vidas y generamos conocimiento, inquietud, creatividad, etc. Gracias docente, sigue con tu vocación... “ –Hugo Arias.
Así es el magisterio, amar lo que hacemos y amar a quienes enseñamos. Podemos encontrar a docentes que dejan el corazón en la clase, que son los que motivan al mundo a ser mejor. También hay los que condicionan su tiempo y su espacio, los que buscan reconocimiento, los que exigen respeto, pero estos últimos no son maestros, simplemente son trabajadores que buscan recompensa.
TIP: Escuché una plática de tres docentes, que al iniciar su carrera, lo hicieron en una escuela del Valle de Juárez, sucedió en la época de la violencia y cuentan su experiencia, entre miradas que se van al pasado, gestos de angustia y voces de remembranza: “Nos íbamos juntos, no sabíamos si regresábamos, pero siempre estuvimos presentes. Nos preocupaban nuestros alumnos, que después de un gran tiroteo y a los pocos segundos, continuaban con la clase en medio del olor a pólvora. Pero ellos eran quienes retomaban el tema, nunca supimos que cabía en ellos, si huían a una realidad o ya se habían acostumbrado…”
Ser maestro es entregarse y ser congruentes con lo que se dice y se hace. Mi reconocimiento a todos ellos.

olgatuda@hotmail.com

X