Adela S. González
Analista
¿Mancha el lodo? Pregunta inocua… las amas de casa saben cuánto trabajo da quitarlo de ropa, zapatos, tapetes, etc. pero con agua y jabón se limpia, no así el que metafóricamente se lanza contra las personas para ensuciarles la reputación y buen nombre.
La frase famosa “existen aves que cruzan el pantano y no se manchan” gusta particularmente a políticos rateros que la utilizan (mala comparación) como argumento defensivo para sacudirse críticas, acusaciones y reclamos que un día sí y otro también se hacen sobre conductas corruptas.
El reciente escándalo de una candidata veracruzana adscrita a la corriente morenista de Andrés Manuel López Obrador retrajo la frase, de manera desafortunada para este político con habilidad para desligarse de acusaciones culpando a otros. En este caso, las evidencias acusatorias contra Eva Cadena, una de sus allegadas, no dejaron duda sobre su responsabilidad en el hecho que salpicó, y mucho, al aspirante presidencial caracterizado por sus embates a políticos y gobierno en general.
No solo López Obrador cuyo “prístino” plumaje se ensucia constantemente aunque diga lo contrario, acude a estas y otras expresiones para convencer de su honradez, cualidad, que como otras (hombría, palabra de honor, buen nombre…) desaparecen de las buenas costumbres y lenguaje. López Obrador no está solo en el pantano que se agita más durante los períodos electorales en los que políticos y partidos se descalifican entre sí con lo que reafirman la sospecha ciudadana de que todos son iguales.
Y ni a cual ir.
En Chihuahua, tras las maniobras ilícitas del anterior mandatario, se revelan fechorías del gobierno en curso: nepotismo, nóminas, igual de descaradas que los desvíos millonarios a cuentas particulares del antecesor, ignorados por los organismos responsables de detectar irregularidades en cuentas públicas.
Todo sigue el mismo cauce tras décadas de gobernantes ratas amparados en la impunidad, brazo derecho de la corrupción. Nada pasa en tanto se vuelve moda salir del país huyendo de la furia ciudadana que, asume vergüenza ante otros gobiernos sorprendidos de la facilidad con que roban y escapan protegidos por leyes duras para los comunes y laxas para rufianes de altura.
Los chihuahuenses –juarenses en particular por la cercanía- sufrimos pena ante las autoridades migratorias norteamericanas a las que Duarte solicita residencia. Veremos si dicha solicitud es aprobada por funcionarios que demoran más de diez años en responder a una solicitud de esta naturaleza y a diario rechazan decenas de ciudadanos no obstante comprobar honestidad, procedencia de recursos y otros requisitos insalvables para pasaporte local, permisos temporales, visa de estudiante, de trabajo, etc.
La corrupción sobrepasa al hecho delictivo por la impunidad inherente y se incorpora al anecdotario popular mexicano. Si alguien habla de corruptos solapados, de inmediato recuerda casos que incluso dan tema a películas nacionales que se exhiben en otros países donde nos identifican como gente sucia. Donald Trump lo dice abiertamente.
Algún investigador universitario encontrará en las gubernaturas veta inacabable para muchos tomos sobre casos sorprendentes de enriquecimiento guardados en el imaginario popular, verdaderas lecciones de astucia y sucias habilidades de políticos y gobernantes que sin embargo, son lecciones infructuosas que no sirven de acicate para sacudirse el lodazal
¿Tan mal estamos de la vista que no observamos lo sucio de nuestro sistema?
Un policía que muere en el cumplimiento del deber merece los mayores honores. Miguel Angel Ríos Rodríguez se lleva el reconocimiento y respeto de la sociedad que siente su pérdida en medio de tanta confusión derivada en violencia. Por él sabemos no todo está mal en el gremio policíaco y rogamos su sacrificio valga la pena.