Opinion

La Universidad debe transformarse

Víctor Orozco/
Escritor

2017-05-06

Quise titular este artículo con el mismo nombre que llevaba el documento en el cual se consignaban las ideas centrales sobre la universidad con las cuales se abanderó el movimiento de estudiantes, profesores y trabajadores administrativos desarrollado en la Universidad Autónoma de Chihuahua entre 1973 y 1974. ¿Por qué recordar estas luchas?. La razón es que este seis de mayo, el rector de esta casa de estudios, entregó varios reconocimientos a personas que participamos en aquellas jornadas y fuimos expulsados de la institución como consecuencia de nuestra actividad académico-política.
La UACH fue la casa en la cual estudiamos la mayoría de los chihuahuenses, antes de que naciera su hermana, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Durante los años sesentas y principios de los setentas del siglo anterior, en la institución se vivieron todos los conflictos ideológicos y políticos característicos del mundo de entonces.
La guerra de Vietnam, los procesos de descolonización en los países del entonces llamado Tercer Mundo, los efectos de la Revolución Cubana y de la invasión soviética a Checoslovaquia, la rebelión de la juventud que aspiraba a cambiar el mundo en Francia, Italia, Japón, Estados Unidos, México, países en donde las movilizaciones tuvieron mayor potencia.
En el ámbito nacional, crecía el descontento en contra de un régimen autoritario y paralizante que taponaba todos los poros de la sociedad y reprimía a médicos, obreros, campesinos, estudiantes, colonos urbanos. La manifestaciones abarcaron todas las formas de lucha: huelgas, tomas de tierras, protestas en los edificios públicos, guerrillas rurales.
En el ámbito ideológico se debatían en torno a las viejas concepciones liberales y conservadoras que marcaron el México decimonónico, entre juaristas y clericales, al parejo de las vías para edificar el socialismo, entre partidarios del foco guerrillero enseñado por los cubanos o los esfuerzos electorales. Y, también estaba ya presente la impugnación de la Unión Soviética y sus métodos. Unos optaban por la senda de los maoístas que dirigieron la revolución china, otros, adoptaban el eurocomunismo, o bien planteaban la necesidad de pensar por cuenta propia y hacer la crítica de todos estos modelos para construir nuevas alternativas.
A este panorama mundial y nacional se agregaba la problemática regional y local. Chihuahua estaba en tránsito entre la vieja sociedad rural, con sus tradiciones revolucionarias y los nuevos escenarios urbanos donde las dos principales ciudades del Estado, comprendían ya la mitad de la población.
Las contradicciones en el campo generaban todavía combativos movimientos campesinos demandantes de tierras. Colonias, asentamientos precarios surgían de la noche a la mañana en la capital y en Ciudad Juárez principalmente. De allí brotó un nuevo protagonista de las luchas sociales que fueron los colonos o paracaidistas como se le apodó peyorativamente. 
Tales son los componentes fundamentales del contexto histórico en cuyo seno se desplegaron las luchas universitarias en Chihuahua durante el período que va con aproximación entre 1965 y 1974. La última y más significativa de estas pugnas tuvo lugar a partir de febrero de 1973 y llegó hasta mediados de 1974.
"La Universidad debe Transformarse", el documento aludido al principio, condensaba las banderas estudiantiles y académicas en general junto con las aspiraciones igualitarias o justicieras con las cuales se identificaban los movimiento estudiantiles de todo el orbe.
Se demandaba educación superior para los marginados o impedidos de llegar a las instituciones, instrumentando para ellos amplios programas de becas e internados estudiantiles, reglas democráticas dentro de aquellas para designar a sus órganos de gobierno y diseñar programas de estudios, transparencia en el uso de los fondos, exigencia a los gobiernos para que suministraran recursos suficientes a la educación, entendida como una inversión y no como un gasto. Fue una lucha noble y audaz en sus aspiraciones. Por eso, atrajo la adhesión de miles de estudiantes y ciudadanos.
A los planteamientos y propuestas del movimiento universitario se les respondió con acciones de fuerza, combinándose para ello el gobierno federal y el del estado. Se clausuró la Escuela Preparatoria, institución que había heredado al centenario Instituto Científico y Literario del Estado, ello implicó la pérdida y dilapidación de legados valiosos como la colección de libros incunables o muy antiguos existentes en su biblioteca.
Más aún, se echó por la borda el patrimonio intangible e histórico representado por el Instituto, que había sido una columna central en la formación de la sociedad y el estado en Chihuahua. Se rompió de esta manera la unidad en la formación de los estudiantes, que permitía engranar y compatibilizar la educación media con la superior.
Para acabar con la preparatoria, el gobierno federal creó a mata caballo el Colegio de Bachilleres, inaugurando su primer plantel en el estado de Chihuahua incluso antes de que se publicara el decreto para establecerlo en todo el país. Se expulsó a varias decenas de maestros de la Preparatoria y a cientos de estudiantes. Igual sucedió en la de Derecho. La de Agronomía sufrió múltiples intentos de clausura, salvándose en medio de otras tantas vicisitudes. Hubo otros actos represivos como mi encarcelamiento por más de dos meses en la Penitenciaría del Estado.
A la derrota, siguió un largo período de cerrazón en las aulas y en la administración de la UACH. Se volvió monocorde, con una burocracia dominante que confundió sus propios intereses con los de la institución, que son a fin de cuentas los del pueblo. Olvidando la dignidad de la función universitaria y la autonomía que es su expresión jurídica, la institución se convirtió en un apéndice del aparato estatal, como un factor más en las reyertas por el poder. Durante la última administración estatal, se llegó a extremos de vasallaje impensables en otro tiempo.
Así que, el acto aquí examinado y que protagonizó el rector Luis Alberto Fierro Ramírez tiene un enorme significado. Se trata de recuperar una etapa en la historia de la Universidad Autónoma de Chihuahua a la cual se ha intentado sepultar y junto con ella  a las expresiones libertarias y democráticas que en ese tiempo tuvieron lugar. Bajo estas convicciones es que acepté con mucho gusto la placa que me entregó el rector  junto a otros universitarios (cuyos nombres  no incluyo por no haber recabado su autorización) y que dice:

"La Universidad Autónoma de Chihuahua
En el marco de la conmemoración de los 50 años del movimiento estudiantil nacional que culminó con la creación de la Escuela de Agronomía, hoy Facultad de Ciencias Agrícolas y Forestales, y como un ejercicio crítico de recuperación y reconciliación con una parte importante de su historia, otorga el presente

Reconocimiento
Al Dr. Víctor Orozco Orozco

Por su destacada participación como dirigente estudiantil y como maestro, en la democratización de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Por su importante intervención en las luchas sociales de nuestra localidad y por sus significativas aportaciones como investigador de la historia de Chihuahua". Gracias a mi Alma Mater.

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