Opinion

Cobrar por estacionarse

Carlos Irigoyen
Analista

2017-04-27

Y se terminó la euforia, lo que hace unos meses fue la acción que levantó el “rating” a la pasada administración municipal, hoy se convierte en desencanto.
Una plaza comercial han decidido cobrar el estacionamiento e incluso el aeropuerto sigue cobrando por ese servicio, aunque sea solo por recoger a una persona a una razón algo elevada de costo; pero qué más da, es el aeropuerto y ahí todo es caro.
¿Qué pasa cuando se cobra un derecho a estacionarse? Mucho se ha argumentado y poco se ha resuelto. La disposición gubernamental hizo que miles de juarenses nos alegráramos con la medida. Era ahorrarse unos pesos, después de todo la gran mayoría de los cobros no resuelven una eventualidad, lo que sí encarece es la experiencia de compra de un consumidor, este actor de la ingeniería económica que termina por recibir incremento tras incremento y cuyo poder adquisitivo tiene más mermas que el Titanic hundido.
Y ahora la novedad es que volverá a cobrar una plaza comercial. Tenemos dos puntos de vista, el de aumentar los ingresos vía esta fuente de cobro; y el social, que defiende a ultranza que no se debe de cobrar por ser un derecho del consumidor, ¿Con cuál versión se quiere quedar usted?
El alcalde declaró que no va a permitir que se reactivara el cobro del estacionamiento. Eso ha provocado nueva pelea legal y mediática.
Analizando la perspectiva, la logística y la percepción, el consumidor saldrá perdiendo. ¿Cuál es el valor agregado de cobrar el estacionamiento? Comenzar por una buena comunicación de los beneficios ayudaría a reducir la tensión creada por el anuncio de cobros y la molestia incluso del líder de la comuna, que no dudemos que acuda presuroso a verificar por sí mismo que no estén cobrando el derecho de uso de espacios para estacionarse.
Las cámaras pueden ayudar mucho a fortalecer la imagen de la persona que busca consolidar un proyecto de reelección, los reflectores que le pondrán este tipo de asuntos públicos pueden ser muy útiles para tonificar la imagen publica del funcionario. Pero aquí el enfoque sería: ¿Cuál es el valor agregado?. ¿Una aseguranza, una oportunidad de reducir el robo de vehículos; una oportunidad de posicionamiento de plazas seguras, una forma de dar un servicio extra?.
La ciudadanía está encontrando formas cada vez más reales de exigir un valor agregado por lo que paga, este cobro se puede revertir en un factor de poca competitividad para el centro comercial y se puede traducir en si “están descuidando los pesos por llevarse los centavos”.
Pero es que no son cifras despreciables; según notas periodísticas el alcance de los cobros ha ido desde los 500 mil pesos hasta los tres millones en las diversas plazas; de ahí que el amparo para cobrar será una figura muy socorrida; esos “centavitos” pueden maximizar las utilidades del negocio y hacerlos más rentables. Y vuelvo a enfatizar, las plazas quieren dinero pero a cambio qué estarán dispuestas –en este caso dispuesta– a ofrecer para que el consumidor se convenza de que es bueno pagar esta cantidad.
Lo que no queremos ver es una confrontación de intereses en la cual la parte gubernamental pretenda acaparar reflectores de benefactor y por el otro un concesionario que bajo el esquema de la libre empresa quiere generar mayores ingresos, pero sin beneficios para el consumidor; lo primero es muy válido en el espíritu empresarial, lo segundo una vacilada inaceptable. Aquí es cuestión de percepción, la clave es la forma de cómo se va a comunicar, beneficios, una imagen de servicio, seguridad, poder tener una buena experiencia de compra. No es nada más avisar y repartir volantes con el aviso de “ya te vamos a cobrar”.
Reinician los juegos por la batalla de los estacionamientos, el juego de intereses donde las posturas resultan irrelevantes si no se explican los beneficios. Ojalá que no se les olvide quién es el que termina pagando los platos rotos, el cliente.
Y que la batalla no se convierta en un ring público, por un lado, quien exhibe una voracidad desmedida por sacarle renta al metro cuadrado de espacio que tiene y por el otro alguien que quiere reflectores abanderados con una causa social.
Si hay justificación de beneficios y que estos sean tangibles para el consumidor, adelante con el cobro; pero si es un intento de capitalizar una renta por simple desenfreno económico y capricho de ambición, que guarden sus aparatos de cobros; ni un céntimo por estacionamiento.

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