Opinion

El Congreso del dispendio

Javier Cuéllar
Abogado

2017-04-25

Araíz de la crisis del gasolinazo que hace poco tiempo provocó el aumento desmedido de la gasolina y otros combustibles en todo el país se conoció que el excesivo gasto corriente es la causa original de que todos los gobiernos de la República se encuentren maltrechos en sus finanzas.
En esos días se hizo un compromiso gubernamental de adoptar medidas efectivas de austeridad para reducir el gasto público inútil y que la crisis económica por la que atraviesa el Gobierno mexicano en todos sus niveles se debe al derroche que se hace cotidianamente en el llamado gasto corriente y en el extraordinario.
A la fecha podemos observar que el Gobierno mexicano en todos sus niveles no tan sólo no ha reducido su derroche sino que, por el contrario lo ha aumentado.
Esto se prueba fácilmente con el excesivo gasto que está haciendo el Congreso del Estado que ha tenido la desfachatez de contratar a 18 asesores más para el servicio y aviadurías de los señores diputados.
Así, los 33 diputados locales, que de suyo son excesivos, y que en la pasada Legislatura pagaban a 38 asesores, ahora tenemos que pagarles 56 consejeros, que en verdad no sirven para nada pues duplican un trabajo que de por sí les correspondería realizar a los legisladores.
Si los diputados requieren de alguna asesoría lo correcto sería que la pagaran de su propio peculio y no que cargaran dichos sueldos al gasto público que en ese solo exceso ha llegado a observar un incremento mensual del orden de casi un millón y medio de pesos.
Como puede verse, la austeridad en México sólo queda en contra del exprimido pueblo de México porque nuestros políticos y dirigentes continúan dándose la gran vida con personal superfluo a su servicio para realizar su trabajo, endulzarles la vida y ellos únicamente concretarse a levantar el dedo.
Son varias las medidas que debe adoptar el Congreso para poder asumir que están involucrados en un plan de austeridad: suprimir todos, absolutamente todos los diputados plurinominales, y reducir sus asesores a uno para toda la bancada de cada partido.
Aunque bueno sería que redujeran también sus sueldos y moderaran sustancialmente todas las prestaciones extraordinarias que se autoasignan en una actitud de sanguijuelas insaciables.
El Congreso es en la realidad un sello de mesa del Poder Ejecutivo que para realizar su labor solapadora no tiene necesidad de gastar tanto. Lo cierto es que el esquema bicameral que tenemos en toda la República es excesivamente caro y un pueblo tan miserable como el mexicano no debe darse el lujo de gastar sus escasos recursos en sueldos de diputados y senadores prácticamente inútiles.
Afortunadamente en los congresos locales no se sigue el sistema bicameral como se hace en el congreso federal porque los senadores, toda la Cámara de Senadores es un conjunto de inútiles que de nada sirven al país. Si se suprimirá toda esta llamada cámara alta en realidad no se perdería nada.
Si no se emprende con autenticidad un programa de austeridad los tan presumidos cambios estructurales que dice el gobierno se están realizando no serán más que demagogia pura, sin substancia. Es que, como bien lo ha dicho Benjamín Franklin: “el secreto de la riqueza se encuentra más en el gastar que en el ganar.”  En el estado de Chihuahua y en el país entero las intenciones de austeridad y de combatir la corrupción son únicamente piezas de discurso mentiroso.
Por lo pronto y estando a lo denunciado por El Diario de Juárez, el Congreso del Estado se constituye como un órgano derrochador y un elemento de dispendio contranatural a cualquier conducta en tiempo de crisis.
En esta tesitura el problema económico de Chihuahua y de cualquier economía pública y privada solamente nos lleva al fracaso. Lo cierto es que la inmensa mayoría de esos aviadores disfrazados de asesores son una tiradera de dinero que no les cuesta a ellos y por eso lo desperdician tanto. “Porqué el queso del rey se desperdicia la mitad al pelarlo?. Porque está hecho con la leche del pueblo”.

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