Opinion

Dejarse llevar por un bono

Carlos Murillo

2017-04-22

Esta frase ha marcado la primera parte del sexenio de Javier Corral. Enmarca toda una filosofía política en el ejercicio de la administración pública.
“Me dejé llevar”, así se justificó el secretario de Salud del ‘nuevo amanecer’, Ernesto Ávila, cuando aceptó que él y sus subordinados se dieron un bono en diciembre de 2016 sin tener derecho y sin haber para lo indispensable. Para él, el bono fue la friolera de cien mil pesos y para su equipo distintas cantidades hasta alcanzar más de un millón.
Pero la frase no solamente es una absurda manera de explicar su despilfarro en la administración del erario estatal, encierra además un estilo de gobernar frívolo, irracional e ingente, con una doble moral que está en completa contradicción con el discurso del Gobierno del Estado.
En diciembre de 2016, Javier Corral montó todo un espectáculo mediático para convencer a la gente de que el gobierno anterior había dejado en bancarrota las arcas estatales.
Ellos mismos apretaron el chorro de la manguera intencionalmente para provocar la escasez. Esto ocasionó un shock en la sociedad, al no haber ni lo indispensable para funcionar, patrullas sin gasolina y hospitales sin medicamento. Todo un señuelo.
En esas fechas Javier Corral emitió un plan de austeridad, acompañado de un código de ética que sustituyó a la tradicional fotografía oficial del gobernador, que durante la historia moderna de Chihuahua se había usado para adornar las oficinas oficiales.
Los escépticos pensamos que se trataba de un discurso para seguir nutriendo el descontento social y seguir culpando a César Duarte, porque al mismo tiempo que el gobernador Javier Corral sostenía la versión de un estado en coma financiero, sus amigos, el síndico Miguel Riggs y Gustavo Madero cobraban cifras millonarias por gastos superfluos, como los insumos para una carrera pedestre o un software alegando que el anterior no servía.
Hay un dicho muy famoso de que “quien sube por la izquierda baja por la derecha”. Los casos se cuentan por montones, principalmente líderes sociales que probaron las mieles del poder y de la nómina para convertirse en aristócratas al estilo de Luis XVI.
Aunque Javier Corral no pertenece a un partido de izquierda, su forma de pensar parece tener más coincidencias en esa forma de pensar, entonces sí le aplica este dicho, porque en cuanto comenzó su administración se acabó el activista y comenzó a tomar decisiones el fascista.
Eso pasa cuando las luchas santas se convierten en una obsesión y la venganza en misión, pero además de perder la brújula en la parte política, en la cuestión financiera comenzaron a surgir situaciones sospechosas, actuando con una abierta doble moral, opacidad y cinismo a la hora de explicar ciertos actos.
Un ejemplo de ello, es la frase “me dejé llevar” de un secretario de Salud, donde la crisis de los medicamentos se exhibió a nivel nacional como el resultado de la “perversa” administración anterior, ese discurso se desmorona al saber que en plena crisis, los funcionarios de Salud se entregaron un bono que bien pudo haber resuelto el problema de medicamentos para cientos de personas que se quedaron esperando que el estado cumpliera con su obligación.
Si se les aplica la misma retórica que usaron con César Duarte, cuando lo acusaron de tener medicamentos caducos, entonces al PAN-gobierno ¿no les da vergüenza darse un bono ilegal mientras cientos de personas se quedaron sin medicina?.
Hay más interrogantes: ¿Cuántos secretarios más se dejarían llevar en diciembre para repartirse el pastel? ¿Fue central como siempre o hubo bonos en Juárez? ¿Entonces sigue el despilfarro que se había señalado en la administración anterior? ¿Y si este acto es ilegal así se va a quedar?, ¿La justicia es selectiva o es para todos? ¿Habrá impunidad para los corralistas?.
Si se dejaron llevar para darse un bono, ¿también se dejaron llevar con las denuncias por peculado contra Duarte? ¿En cuantas cosas más se dejarían llevar?.
Javier Corral se ha encontrado en varias encrucijadas durante el último semestre, su discurso se desmorona cuando los actos de sus allegados contradicen por completo la premisa del ‘nuevo amanecer’, un gobierno que se proclama por ser honesto y austero pero poco de eso tiene en los actos.
Cuando se le cuestiona a un corralista de hueso azul sobre la evidente ineficacia y la doble moral para gobernar, la respuesta casi en automático es “¡lo que quieras menos corrupto!”, gritan como si ese débil argumento fuera suficiente y con ello se resolvieran los problemas del estado.
Ahora, ¿qué dirán si ni siquiera eso de la no corrupción se sostiene? Porque ahí está la ilegalidad a flor de piel, aceptada y solapada, con absoluta impunidad expuesta como parte del estilo de administrar al gobierno del ‘nuevo amanecer’ y el tiempo sigue corriendo sin resultados, mientras Javier Corral se aferra al pasado.
Hasta ahora, está comprobada la doble moral del Gobierno estatal en la administración financiera y, en los hechos, se observa la terrible inexperiencia que ha provocado retrocesos en materia de seguridad.
Hoy, lo más articulado que se le ha visto a Javier Corral es la venganza política y aún ese se sostiene con alfileres porque se basa en un discurso mediático y no en pruebas. Un hecho irrefutable es que el gabinete estatal tiene una agenda distinta al gobernador.
Es importante señalar todas estas
deficiencias, porque estamos a tiempo de que el Gobierno del Estado rectifique y se ponga a trabajar en el cuadrante de lo importante y lo urgente, para dejar a un lado lo no urgente y lo no importante, como cualquier organización debe priorizar sus acciones.
Para finalizar, algo que debe preocuparnos como ciudadanos, más allá del ridículo que está haciendo el Gobierno estatal, es que se normalice la ineficacia y la sinrazón. No podemos permitir que eso suceda.
En el trienio 1989-1992, el alcalde priista Jesús Macías Delgado comenzó con un proyecto de largo alcance, el Centro Cultural Paso del Norte, en su administración se construyó el edificio hasta la obra gris, pero después, con cuatro administraciones al hilo del PAN, el lugar se convirtió en un “elefante blanco”. Tuvieron que pasar 12 años para que un gobierno priista retomara el proyecto y lo hiciera realidad.
El Centro Cultural Paso del Norte, en nuestros días, es uno de los lugares emblemáticos de la frontera. Pero la venganza, la sin razón, el absurdo desinterés de los panistas lo tenía en ruinas.
Esa historia oscura de la frontera no debe repetirse, ni aquí, ni en ninguna parte del estado. Hoy, los amigos del gobernador Corral ya están planeado nuevas obras para el futuro y las que se quedaron a la mitad en la administración anterior se hacen a un lado. Debemos exigir que la sed de venganza no nuble la razón para que esos proyectos pendientes sean los primeros en terminarse y no vayan a quedarse como “elefantes blancos”, ese es el reclamo de los juarenses.
Para lograr esto necesitamos funcionarios que no se “dejen llevar”, ni por su interés económico, ni por la venganza, ni por los regionalismos, ni por los colores. Y los que ya se dejaron llevar que sean sancionados. Es lo mínimo que puede hacer Javier Corral por congruencia.

 murillonet@yahoo.com

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