Sergio Conde Varela
2017-04-21
Los 19 gobernadores que
se tomaron
la foto del
recuerdo el 1 de diciembre del año 2012, en la toma de posesión del presidente Enrique Peña Nieto, son los virreyes.
Así fueron considerados por el periodista Ciro Gómez Leyva, en su Noticiario Imagen. En este año del 2017 se les ha calificado como la generación de la desgracia.
Hoy a cinco años de distancia, juarenses, chihuahuenses y mexicanos, sabemos que ese grupo de funcionarios están siendo acorralados por sus actos de corrupción política y administrativa, por hacer y deshacer lo que les diera la gana.
Están siendo procesados por las enormes deudas que dejaron a los estados que gobernaron, causando un deterioro brutal al dinero del pueblo supuestamente administrado por ellos, un pésimo ejemplo a las generaciones de jóvenes y una absurda irresponsabilidad histórica que ha dejado semiparalizado a buena parte del país.
Buena parte de estos funcionarios está siendo procesado; otros, perseguidos por órdenes de aprehensión en su contra; algunos han huido a matacaballo por diferentes países tratando de ocultar las cascadas de dinero que nunca ganaron en su vida privada.
Llegaron a acumular cantidades que deberían ser aplicadas en las entidades para resolver urgentes problemas sociales, dejados de lado por las corruptelas emprendidas, devastadoras para el país en general y los estados y municipios que se debaten en una angustia diaria por las ausencias de fondos públicos.
El impacto de las corruptelas impulsa al llamado efecto de restauración social por el hartazgo que existe en la gente de la maldad que ha imperado en el manejo indebido de las cuentas públicas por las codicias manifiestas y por la presión de los grupos de poder, que no distinguen entre los negocios personales y los negocios públicos que deben resolverse de otra manera.
Seguramente, que en este tipo de cosas no cabe la menor duda de que por el cúmulo de tropelías políticas y administrativas, se reflejarán a velocidad imparable el próximo año, en que debe cambiarse constitucionalmente de Gobierno federal y de estados y municipios sujetos al calendario obligado.
Definitivamente lo que ha sucedido es inédito. Debido a la falta de ética en la función publica y el abandono a las instituciones, han aparecido nuevos ricos que pretenden codearse en el jet set financiero, sin haber tenido las capacidades necesarias que exigen los negocios y el trabajo arduo que muchos de estos representan. Estos ricos a mansalva francamente tendrán que devolver las fortunas adquiridas sin manos limpias, una vez que se les finquen responsabilidades producto de los hechos antisociales cometidos.
Esto ha provocado que la sociedad viva con angustia cada día; sin ingresos justos; con enfermedades sin combatir con pseudomedicinas como sucedió en nuestro estado, con vacíos educativos alarmantes y con jóvenes dejados a la falta de medidas apropiadas para que triunfen en la vida.
El 2018, año de la elección presidencial, será no el año del cambio, sino de la transformación, porque ya desde estos días se siente el impulso del pueblo para que se implemente de la A a la Z, esa transformación de las instituciones y de la nueva faz de los políticos.
No es porque se quiera hacer, sino porque el estado social que ya se siente, lo exige y lo va a llevar a cabo hasta sus últimas consecuencias. Lo anterior lo deben meditar a fondo quienes pretendan llegar a los cargos públicos.
Lo que ha pasado no se podrá explicar con palabras sino demostrar con hechos; que se sepa desde estos días que nuevos aires soplan sobre nuestra tierra, por muchas circunstancias y esos vientos se llevarán las nubes de indiferencia que ha tenido el pueblo debido a la torpeza política y a la falta de sabiduría que se tiene para entender la transformación de un país como el nuestro que está cansado de la desesperanza. Hay que poner interés a esto. Es verdad a secas.
condevarela81@hotmail.com