Sergio Sarmiento
2017-04-17
Javier Duarte es el pretexto, el objetivo real es el poder. Vemos un torbellino de declaraciones de políticos que buscan aprovechar el sonado caso del ex gobernador de Veracruz. Todos quieren llevar agua a su molino.
El nuevo gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, ha afirmado que él aportó información que permitió la presentación de acusaciones en contra de Duarte, a lo que el PRI de Veracruz respondió que "el gobernador del estado no es policía ni fiscal, y el pueblo de Veracruz no debe ser manipulado ni engañado".
Cuitláhuac García, ex candidato de Morena al gobierno de Veracruz, dijo que la detención de Duarte es "una medida electorera, en momentos en que está decaída la campaña del PRI en el estado de México y para las alcaldías de Veracruz". Andrés López Obrador afirmó en Twitter: "Detienen a Duarte para simular que combaten la corrupción. Pero el pueblo no se conforma con chivos expiatorios, quiere la caída del PRIAN." El presidente Enrique Peña Nieto declaró ayer que las detenciones de Tomás Yarrington y Duarte son un mensaje firme y contundente del Estado mexicano contra la impunidad. Duarte se ha convertido en un símbolo de corrupción. Sus transgresiones han sido tan grandes que incluso el PRI y el gobierno de Peña Nieto lo han abandonado.
El baile de cifras es alucinante. Juan Manuel Portal, titular de la Auditoría Superior de la Federación, declaró en noviembre pasado que la institución había presentado 60 denuncias ante la PGR por irregularidades diversas que implicaban un daño patrimonial por 60 mil millones de pesos para la federación (animalpolitico.com, 4.11.16). Ayer, el nuevo gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, me dijo en entrevista que en Veracruz han encontrado faltantes o irregularidades por un monto de 16 mil millones de pesos.
Es difícil saber cuánto es producto de una mala administración y cuánto de apropiaciones indebidas. La demanda de que Duarte regrese lo robado puede ser muy legítima, pero parece hecha para generar decepción. Yunes me decía ayer que, como gobernador electo, logró recuperar 700 millones de pesos en efectivo y 500 millones en bienes. Pero es una gota de agua en un mar enorme. Pretender que se podrán recuperar 60 mil millones de pesos o más sólo puede generar falsas expectativas.
Hasta ahora no hemos oído el punto de vista de Duarte. Habrá que escucharlo, pero el alud de irregularidades es enorme. No sé cuánto dinero se embolsó personalmente el ex mandatario, pero no hay duda que encabezó un mal gobierno que fue continuación de otro igualmente malo, el de Fidel Herrera, a quien se premió nombrándolo cónsul en Barcelona.
Una forma de medir este mal desempeño es la deuda pública. Según el gobernador Yunes, Fidel Herrera recibió 3 mil millones de pesos en deuda estatal y multiplicó la cifra a 27 mil millones, mientras que Duarte la elevó a su vez a 47 mil millones. Esto no incluye la deuda a proveedores, que "está sin cuantificar". Nada más los pagos de intereses y amortizaciones del gobierno veracruzano pasaron de 581 millones de pesos en 2010 a 5,200 millones en 2016 (El Economista, 1.9.16).
Todo parece indicar que Duarte metió la mano en las arcas públicas. Pero quizá la mala administración que encabezó fue más dañina que su propia codicia. Lo que irrita es que muchos de los políticos que hoy exigen la cabeza de Duarte están llevando a cabo o prometiendo políticas tan irresponsables financieramente como las de Duarte. Meter las manos en las arcas no es el único pecado.
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Guerras de Trump Trump dijo en campaña que dejaría de involucrar a Estados Unidos en guerras extranjeras. Pero ya bombardeó Siria y Afganistán, y amenaza a una Corea del norte cada vez más beligerante.