LA COLUMNA
De Los Reporteros
Antes que nada debemos advertir que la temática abordada hoy deriva en daño grave irreparable a instituciones públicas y aún a la propia hacienda chihuahuense.
Puede resultar desalentadora una conclusión semejante en el entremés del presente texto pero sirvan de alivio los datos graneados al menos para imaginar y dimensionar el estropicio. El conocimiento del gobierno nos colocará en entendimiento bastante claro sobre las implicaciones.
Decidimos centrar la radiografía en los personajes de la temática, lo que representan y su contexto para comprender la guasanga que mantiene expuestos al escándalo a varios cuerpos de gobierno, con sus funcionarios entretenidos en eso y no en cumplir sus obligaciones hacia la sociedad. Están cobrando del presupuesto público por pelear entre ellos.
Así es la disputa por el control de la Auditoría Superior del Estado (ASE), el órgano encargado de fiscalizar dineros por algo así como 60 mil millones de pesos anuales, que es el monto manejado por el Gobierno estatal. Tiene a su cargo también la supervisión del manejo de recursos de los 67 municipios, universidades públicas, organismos descentralizados, autónomos, Tribunal de Justicia, Congreso, etc...
No hay ninguna consideración de los políticos pendencieros hacia esa vital institución pública. En esta ocasión corresponde el show lamentable a los propios panistas que manejan al Poder Ejecutivo y controlan el Legislativo. Pelean entre ellos con mayor ferocidad que hacia sus opositores en otros partidos.
Han involucrado por igual al Instituto Estatal Electoral, de por sí afectado hasta la médula en su credibilidad. Conocen sus funcionarios muy bien el papel de cómplices, así que ahora lo han desempeñado con normalidad pero con un exceso de confianza que les pasará muy cara la factura.
Lo decimos líneas antes, son panistas los actores de la refriega pero blanquiazules con intereses personales y de facción tan disímbolos como irreconciliables. El gobernador, Javier Corral, por su lado; panistas en el Congreso del Estado, Presidencia Municipal de Chihuahua y hasta Tribunal de Justicia, por el otro; en estos, una amalgama de Dhiac-Yunque, resabios negociadores con el duartismo y algunos panistas de los llamados tradicionales.
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Vamos a revisar entonces cuál es el poder de cada grupo para visualizar cómo vienen las cosas en el futuro inmediato. Esta radiografía es, por decirlo presuntuosamente, indispensable para el sistema político estatal porque tiene qué ver hasta con la Presidencia Municipal de Juárez. ¿Por las auditorías que vienen? Sí, pero más por la reforma electoral para el proceso 2018. Armando Cabada se quiere reelegir, también los regidores, el síndico... los funcionarios municipales seguirán en la confortable nómina si el jefe continúa...
Al grano pues. Como en la cuerda del elefante, al gobernador le quedan en el Congreso del Estado únicamente tres diputados seguros de 16 que son en la bancada del Partido Acción Nacional (PAN) y quizá de los 33 que integran la Legislatura estatal. Jorge Carlos Soto Prieto, Maribel Hernández Martínez y Blanca Amelia Gámez Gutiérrez, son esos tres.
Hay dos de esos panistas que una vez están con el gobernador y otra no: Nadia Xóchitl Siqueiros Loera y Carmen Rocío González Alonso. Originalmente surgieron de negociaciones en favor del grupo de Corral pero “han sido descuidadas” por el equipo corralista de Palacio de Gobierno.
Juegan abiertamente en contra del gobernador la diputada por Casas Grandes, Patricia Gloria Jurado Alonso; el resto de los diputados(as) por Juárez, Víctor Manuel Uribe Montoya, Gabriel Ángel García Cantú, Gustavo Alfaro Ontiveros, Laura Mónica Marín Franco y Liliana Araceli Ibarra Rivera. También los diputados del interior del estado, Jesús Villarreal Macías, Francisco Malaxecheverría González, Miguel Francisco Latorre Sáenz, Jesús Alberto Valenciano García y Citlalic Guadalupe Portillo Hidalgo.
Con los diputados panistas opositores a Corral operan las cinco legisladoras rosas del PRI: María Isela Torres, Rocío Grisel Sáenz, Adriana Fuentes Téllez, Diana Karina Velázquez e Imelda Irene Beltrán Amaya. De estas cinco, cuatro mantienen sello indeleble duartista, sólo Fuentes no.
Hasta ahí llevamos al menos entre 15 y 17 diputados en contra de Corral. Los tres del Panal vienen votando regularmente contra el gobernador: René Frías Bencomo, María Antonieta Mendoza y Martha Rea Pérez. También los del Verde que armaron pingües negocios con el duartismo: Alejandro Gloria y Hever Quezada.
Los del PT, Rubén Aguilar y Héctor Vega Nevárez, dividen votaciones porque mantienen acuerdos con Corral pero en el Congreso han conseguido posiciones para sus parientes más cercanos en distintas áreas de gobierno; los de Morena, Pedro Torres y Leticia Ortega, también votan conforme les pongan el plato; Miguel Vallejo e Israel Fierro, de Movimiento Ciudadano y Encuentro Social, respectivamente, con regularidad apoyan al corralismo; la perredista Crystal Aragón, invariablemente con los opositores el gobernador.
Así tenemos que Corral no tiene ni hay visos que pueda conseguir la mayoría relativa, el 50 por ciento más uno; y por lo tanto es impensable que pueda obtener en alguna ocasión la mayoría absoluta, las dos terceras partes de los votos.
Atrás de la diputación mayoritaria del PAN coexisten grupos de panistas unidos por un denominador común: el desdén hacia ellos de Corral. En el Congreso opera de manera simple el coordinador blanquiazul, Miguel Latorre, pero la verdadera mano que mece la cuna está en la Secretaría del Ayuntamiento de Chihuahua, con César Jáuregui Moreno; la alcaldesa, María Eugenia Campos y el exdirigente estatal, Mario Vázquez Robles.
Junto a ellos sin duda la ultraderecha del Dhiac-Yunque que no ha soltado un centímetro de poder en el PAN chihuahuense desde hace décadas. Aunque hoy aparezca el corralista Fernando Álvarez Monge en la presidencia del Comité Estatal no quiere decir que tenga el control del mismo. En el comité municipal de Chihuahua es el Yunque el que domina por completo, como ejemplo.
Jáuregui, Campos, Vázquez, se quedaron esperando el llamado de Corral para la repartición del Gobierno estatal tras la elección de junio pasado. El equipo corralista identifica a los tres como negociadores con el duartismo, de ahí que para ellos ni una oficina de intendencia, aunque al Dhiac sí le haya cedido el Colegio de Bachilleres y la Comisión Estatal de Suelo y Vivienda.
Haya sido como haya sido, paradójicamente los votos que le condujeron al triunfo, los obtuvo Corral en Chihuahua, más de 100 mil sobre el duartista-priista Enrique Serrano; sin ellos hubiera perdido. En Juárez ganó apenas por tres mil y perdió prácticamente en toda la sierra. Esta es la parte imperdonable para el trío Chihuahua.
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Bajo ese escenario mañana reinician las hostilidades en el Congreso del Estado por el control de la Auditoría Superior del Estado. Los panistas anticorralistas parecen más firmes que nunca en sostener a quien ya eligieron como titular de esa área, Ignacio “Nachito” Rodríguez Bejarano, y Corral en tumbarlo por considerar que su elección tuvo origen en actos ilegales.
El gobernador tiene un pretexto idóneo para enfrentar a sus diputados porque tampoco su pelea tiene nada de idealista. En el Congreso del Estado fueron más hábiles sus opositores para sacar a su candidato que Corral en conseguir fuera designado cualquiera de sus candidatos: Armando Valenzuela o Manuel Siqueiros. La sociedad chihuahuense quedó por completo alejada a esos acuerdos.
Tras aquel desayuno de burritos –aquí relatado– entre el gobernador y Latorre, el diputado se trasladó de inmediato con el jefe político Jáuregui Moreno a refrendar que la decisión del gobernador era votar por Valenzuela. “Con nosotros sigue sin hablar, tú puedes votar por Armando... lo demás ya lo sabes”. “Nacho” sacó los 23 votos.
“El gobernador puede seguir trabajando con quienes él quiera: Víctor Quintana, Maclovio, Agueda, Alejandra de la Vega... con quien quiera... Ellos no son panistas, nosotros sí. Seguiremos en el PAN y trabajando desde Acción Nacional”, advierten los opositores a Palacio, resignados a que el gobernador no modificará su conducta “aunque su imagen siga en declive por todas partes”.
Javier Corral fue electo por cinco años, de los cuales han transcurrido seis meses y medio. El año entrante habrá elección –o reelección- para diputados locales, alcaldes, regidores y síndico (además de la presidencial, diputados federales y senadores).
Para el gobernador la cuesta es hacia arriba y muy fatigosa. Sus nuevos amigos funcionarios: Quintana, Agueda, Maclovio, Alejandra; vaya, ni su secretario general, son habilidosos para el manejo político. Sus opositores sí, desde la alcaldía Chihuahuita, en el Congreso del Estado y hasta en el Tribunal de Justicia donde se supone existe “control corralista”.
Las principales alcaldías que dan diputaciones están prácticamente perdidas para el mandatario: Chihuahua, Parral, Ciudad Juárez. Los alcaldes de las dos segundas ciudades pueden hacer alianza con la alcaldesa de Chihuahua y terminarían por sepultar a Corral.
Paralelamente a la discusión Auditoría, en los próximos días viene la obligada reforma electoral estatal para normar la elección del año entrante. Ahí estarán presentes todos esos factores.
Pudiera Corral echar mano de Ricardo Anaya, el dirigente nacional del PAN, para poner en “orden” a sus correligionarios en Chihuahua pero Anaya y el Comité Nacional hace buen tiempo consideraron cumplidos sus acuerdos con el gobernador. Ya no tienen más compromiso que el “mínimo institucional”, dicen.
Un golpe de timón o un milagro, modificarían el estado de cosas para Javier Corral.