Opinion

Furia religiosa

Sergio Sarmiento

2017-04-13

Ciudad de México— El martes 11 de abril tres bombas fueron detonadas en Dortmund, Alemania, al paso del autobús que transportaba al equipo de futbol Borussia Dortmund a un partido de la Liga de Campeones de Europa. Un jugador, el español Marc Bartra, fue herido. Cerca del lugar se encontró una carta que exigía a Alemania retirar sus aviones de reconocimiento de Siria y cerrar la base aérea de Ramstein usada por fuerzas estadounidenses y de la OTAN.
El 9 de abril, Domingo de Ramos, dos explosiones en iglesias cristianas coptas provocaron la muerte de 36 personas que asistían a misa en Tanta y Alejandría en Egipto. El viernes 7 de abril un uzbeko simpatizante del Estado Islámico arremetió contra una multitud en una camioneta en Estocolmo, Suecia, y mató a cuatro personas, entre ellas una niña de 11 años.
Los atentados terroristas islámicos parecen no tener fin. Incluso los medios de comunicación se han cansado. Ya sólo dan espacio a los más sangrientos o los que se cometen en países occidentales. Los innumerables ataques en Iraq, Pakistán o Afganistán apenas son reportados. Las víctimas son miles todos los años. En algunos casos, como las niñas secuestradas en África por Boko Haram, el resultado es una vida de esclavitud.
Para la sensibilidad occidental contemporánea es increíble que alguien pueda matar, secuestrar o violar en nombre de Dios. Las distintas religiones cristianas han dejado de hacerlo, pero a lo largo de la historia fueron también muchos los asesinatos y abusos cometidos en nombre de Jesús. Arianos y cátaros fueron masacrados por tener una visión distinta de Jesús y del cristianismo. La Iglesia Católica lanzó cruzadas al cercano oriente que resultaron en matanzas no sólo de musulmanes, sino de comunidades completas de cristianos asentados en la zona desde los inicios del cristianismo que se vestían y se veían como musulmanes. Los Reyes Católicos de España masacraron a los moros y expulsaron a los judíos en el siglo XV. En los siglos XVI y XVII las guerras de religión entre católicos y protestantes llenaron de sangre las campiñas y las ciudades de Europa. La Inquisición española y los cazadores de brujas de Inglaterra y Estados Unidos mataron a miles, a muchas por el único pecado de ser mujeres.
¿Qué tiene la religión que hace tan fácil matar en su nombre? Parte del problema es que surge de dogmas. Si alguien demuestra científicamente que la Tierra tiene una antigüedad de 4 mil 543 millones de años o que gira alrededor del Sol, nadie de mentalidad abierta se molestará. si acaso, querrá conocer las pruebas para refutarlas si son incorrectas. Pero la actitud será distinta si el interlocutor cree que Dios creó la Tierra hace menos de 6 mil años, como dice el Génesis, u ordenó que el Sol detuviera su paso por el firmamento para que un militar pudiera aniquilar a sus enemigos, como apunta el Libro de Josué. Los terroristas islámicos están convencidos también de que Dios les ordena a través del Corán: “Y matadlos dondequiera que los encontréis. Y la falta de fe en Alá es peor que la muerte. Ésa es la recompensa de los que no creen” (2.191).
Steven Pinker sostiene en Better Angels of Our Nature que la violencia entre seres humanos ha bajado de forma importante. Documenta un proceso civilizatorio que ha reducido guerras, homicidios y torturas. El proceso ha estado acompañado del abandono de viejos dogmas. Hoy incluso la religión se ha vuelto humanista. Pero no en todos los casos. Por eso seguimos viendo asesinatos en nombre de Dios.

Matar aliados
Una vez más un bombardeo estadounidense en Siria mata a aliados que combaten al Estado Islámico. Éste es el tercer ataque estadounidense en un mes que acaba con civiles o aliados en lugar de militantes de ISIS.

Twitter: @SergioSarmiento

 

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