Opinion

Preocuparse o no preocuparse

Cecilia Ester Castañeda

2017-04-12

Ansiedad generalizada, depresión, suicidios... A juzgar por los recientes reportes publicados en El Diario, la salud mental de los juarenses es un reflejo de la crisis colectiva de confianza.
No, no se preocupe tanto. En esto no somos precursores. Según datos periodísticos, a nivel estatal ha aumentado gradualmente el número de trastornos mentales a lo largo de los últimos años. En México “hay más deprimidos que diabéticos”, dijo a Notimex el director de Investigación del Instituto de Neurociencias, Investigación y Desarrollo Emocional, Edilberto Peña de León. Por su parte, de un tiempo acá en Estados Unidos ha crecido el estrés. ¿Las razones? El dinero, el trabajo, la economía —hasta aquí no hay nada nuevo—, el nuevo presidente, la política, la violencia y la incertidumbre sobre el futuro del país, a decir del informe emitido por el sitio de internet WalletHub.
En parte es cierto que las cifras más altas se relacionan con la mayor oferta de servicios dirigidos a la salud mental, como aseguran las autoridades. Asimismo, producto de campañas a diversos niveles, se ha registrado una naciente desestigmatización al respecto. Por lo menos ya más gente sabe que andar “nervioso”, deprimirse o no poder concentrarse alguna vez representa algo normal y no equivale a la locura de atar. Las lecciones están ahí: si alguien con tanto talento, éxito, fama y dinero como Robin Williams se suicida entonces cualquiera es susceptible a padecer trastornos mentales. Estar consciente de ello ya es un paso hacia delante. Y saber que son tratables también.
En Ciudad Juárez, en particular, según datos oficiales publicados en El Diario, la ansiedad generalizada encabeza la lista y está presentándose con mayor frecuencia en personas del sexo masculino, seguida por la depresión, la cual es más común entre las mujeres. Sin embargo otro parámetro brinda una idea inquietante sobre el grado al cual ha crecido la patología mental. De acuerdo con cifras del Programa de Salud Mental de la Secretaría de Salud proporcionadas a este medio, entre el 2013 y el 2016 en la ciudad se elevó de 42 a 318 —más de siete veces— la cantidad de personas que piensan en suicidarse o lo intentan.
Aun más, según expertos la población con mayor riesgo de quitarse la vida son los hombres mayores de 75 años que viven solos. Pero en nuestra ciudad, indica El Diario, el sector de suicidas potenciales que más ha crecido ha sido el de personas de 30 a 49 años —el rango de edad de mayores responsabilidades productivas y también el más asociado con la depresión— mientras que en algunas secundarias hasta 90 estudiantes han admitido tendencias suicidas en las cuatro semanas previas a recibir pláticas de concientización.
En cuanto a la depresión, Chihuahua ocupa el quinto lugar de incidencia nacional entre la población de 15 a 19 años y el noveno en la de 10 a 14 años,en base a datos de la Dirección General de Epidemiología.
Estamos viendo un fenómeno generalizado.
Más allá del debate en torno a las causas de los trastornos mentales, la situación actual puede poner nervioso a cualquiera. Bastante tenemos los mexicanos con las dudas y decepciones con nuestros propios gobernantes, la falta de empleos dignos, la escasez de ejemplos de éxito, la contaminación, la violencia al alza y el continuo bombardeo de spots partidistas machacando las frustraciones nacionales. Ahora al presidente del país vecino se le ocurre usarnos de chivo expiatorio y atacar regiones donde hay armas nucleares.
Lo importante es darse cuenta de los factores a nuestro alcance ante condiciones o sucesos potencialmente estresantes. Porque es posible aprender a responder de otra forma a los hechos, la tensión se puede controlar y existen técnicas y medidas probadas para fomentar —de manera individual o colectiva— una actitud mentalmente saludable ante cualquier circunstancia.
Es hora de difundirlas, de aprovecharlas.
Y mientras se implementan programas de salud mental suficientes para abordar los retos de la sociedad moderna, evitemos aislarnos. Es el primer paso si sentimos que la ansiedad está afectando nuestra salud, nuestra relación con los demás o nuestras actividades cotidianas.

 

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