Opinion

El asesinato de una periodista

Francisco Ortiz Bello

2017-03-25

Cualquier atentado contra la vida, de cualquier ser humano, es reprobable desde el ángulo que se le vea. Cegar la vida de otra persona es un acto de una infinita barbarie, falta de escrúpulos; pero sobre todo, un acto lleno de desprecio por la dignidad de un ser humano, salvo que el crimen sea producto de un acto de defensa propia, claro.
Por esa simple razón, el asesinato es uno de los delitos más penados dentro de nuestra legislación, porque representa una de las conductas antisociales más nocivas para cualquier comunidad.
Sin embargo, y partiendo de esa premisa, hay crímenes que calan más hondo, que tienen un significado aún más fuerte que otros, no porque sean más reprobables sino porque encierran una amenaza aún más grande para la sociedad.
Se dice, entre el gremio periodístico, que es muy mala noticia cuando el periodista es el centro de la noticia, o la noticia en sí misma. Cuando eso ocurre, que el informador es noticia, es porque han ocurrido una de dos cosas: o bien, se salió de los cánones establecidos para informar, y deliberadamente se pone como protagonista de los hechos, lo cual es una actuación deficiente e inaceptable del periodista, o bien, porque algo le ha ocurrido que lo convierte en noticia. Lo que por supuesto, es también un signo de preocupación y alarma.
Los periodistas no somos una casta divina o especial, ni pretendemos que así se nos vea. Ni exigimos tratos especiales o privilegiados, sólo exigimos las facilidades mínimas necesarias para cumplir bien con nuestro trabajo que es, informar a la sociedad.
El periodista trabaja con la información, con los hechos que ocurren en su ciudad, debe hacer una recopilación pormenorizada y detallada de los mismos, para luego escribirlos y publicarlos, ya sea en un periódico, una revista, en el radio, la televisión o el internet.
Para cumplir con su trabajo adecuadamente, el periodista requiere de algunos insumos básicos. Una libreta, grabadora, pluma, computadora, Smartphone, iPad,
conexión a internet y
algunos otros dispositivos que hoy se tienen gracias al avance
tecnológico e informático. Pero además de eso y, antes que nada, el periodista requiere dos cosas: certeza sobre su seguridad e integridad personales, y estar físicamente en el lugar de los hechos, estar ahí en primerísimo lugar de espectador, para tener mejor oportunidad de registrar todo lo que ocurrió.
No se puede pensar en informar bien a la sociedad, si el periodista no dispone del equipo y herramientas de trabajo adecuados, pero además si se le niega la posibilidad de estar cerca, lo más cerca que se pueda, del lugar de los hechos. Pero tampoco, y menos que nunca, si se le niega la seguridad y garantía de que podrá desempeñar su trabajo amplia, detallada y profusamente, sin que por ello sea molestado en su integridad personal, o la de su familia.
Eso lo dice la ley. La sociedad tiene el derecho a la información, y para ello cuenta con la libertad de expresión, garantizada en la Constitución, y con la libertad de prensa, también expresamente reconocida en la Carta Magna.
Pero cuando lo que dice la ley, es letra muerta, entonces la sociedad entera está en un grave riesgo de sufrir afectaciones personales.
En Chihuahua, las agresiones a periodistas han sido una constante desde hace muchos años. Datos de la Red de Periodistas de Juárez señalan que, del año 2000 a la fecha, han sido asesinados 22 periodistas en nuestro estado ¡Vaya cifra terrorífica!.
Veintidós periodistas asesinados en poco más de 16 años, poco más de uno por año. Pero tan sólo en los primeros 6 meses de gobierno del panista Javier Corral Jurado ya van dos periodistas masacrados artera, vil y cobardemente.
Esta es la lista completa de los periodistas asesinados en el estado de Chihuahua del 2000 al 2017, publicada por la Red de Periodistas de Juárez:
José Ramírez Puente, Noticiero Juárez Hoy, asesinado en Ciudad Juárez, Chihuahua el 28 de abril del 2000; José Luis Ortega Mata, director del Semanario de Ojinaga, Chihuahua el 19 de febrero del 2001; José Barbosa Bejarano, Revista Alarma Chihuahua el 9 de marzo del 2001; Enrique Perea Quintanilla, Director Revista Dos Caras, una Verdad. Chihuahua el 9 de agosto del 2006; Gerardo Guevara Domínguez, del Semanario Siglo XXI, Ocampo, Chihuahua, el 11de marzo de 2007; Saúl Noé Martínez, Diario de Agua Prieta, Sonora, asesinado en la Carretera Janos-Agua Prieta el 23 de abril del 2007; Candelario Pérez Rodríguez, Revista Sucesos, en Ciudad Juárez el 23 de junio del 2008; José Armando Rodríguez Carreón, reportero de El Diario, Juárez el 13 de noviembre del 2008; David García Monroy, El Diario, Chihuahua el 9 de octubre del 2008; Ernesto Montañez Valdivia, Enfoque del Sol de Chihuahua, en Ciudad Juárez el 14 de julio del 2009; Norberto Miranda, Radio Visión Digital, Columna El Gallito, Nuevo Casas Grandes, en Chihuahua el 23 de septiembre del 2009; Jaime Omar Gándara, fotógrafo, asesinado en la ciudad de Chihuahua el 20 de septiembre del 2009, Isabel Cordero Martínez, exconductora de Televisa, Chihuahua, el 15 de abril del 2010; Guillermo Alcaraz Trejo, camarógrafo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), colaboraba con el periódico digital Omnia, Chihuahua, el 10 de julio del 2010; Luis Carlos Santiago Orozco, fotógrafo de El Diario, Juárez, el 16 de septiembre del 2010; Hugo César Muruato Flores, locutor de Multimedios Radio de la estación La Caliente, en Chihuahua el 02 de diciembre del 2011; Francisco Javier Moya Muñoz, conductor de radio, asesinado en Chihuahua el 21 de abril del 2012; Héctor Javier Salinas García, director de medios de comunicación en Chihuahua el 21 de abril del 2012; Ernesto Araujo Cano, de 38 años, fotógrafo de El Heraldo, Chihuahua el 18 de agosto del 2012; Jaime Guadalupe González Domínguez, director y reportero de Ojinaga Noticias en Ojinaga, el 03 de marzo del 2013; Jesús Adrián Rodríguez Samaniego, reportero de Antena Radio en Chihuahua el 10 de diciembre del 2016; finalmente, el más reciente, Miroslava Breach Velducea, corresponsal de La Jornada, directora de la agencia MIR, asesinada en Chihuahua el 23 de marzo del 2017. La lista es casi tan grande como la indiferencia de la autoridad.
El crimen de Miroslava estremeció brutalmente a los chihuahuenses, pero también a la comunidad mundial que no entendía cómo una periodista era asesinada prácticamente en las narices de la autoridad, casi con aviso de por medio, como el mismo gobernador del estado lo reconoció en una rueda de prensa.
Este es de los crímenes que trascienden por mucho la gravedad de cualquier hecho violento, porque encierra muchos significados para la sociedad, algunos claros y evidentes, otros soterrados e inducidos, pero terribles todos.
Ayer, en esta frontera, decenas de periodistas juarenses se manifestaron frente las oficinas de la PGR exigiendo justicia para Miroslava, pero también exigiendo respeto y garantías a su trabajo. Periodistas de distintas partes del mundo (España, medio oriente, Francia, Estados Unidos y Sudamérica) estuvieron presentes en la manifestación; fue conmovedor ver cómo cumplían con su trabajo de reportar la nota para sus medios, para de inmediato solidarizarse con sus colegas en desgracia.
El gobierno de Javier Corral es responsable de la muerte de Miroslava Breach, lo he dicho y lo seguiré repitiendo una y otra vez, porque cuando él rindió la protesta del cargo de gobernador, juró cumplir y hacer cumplir la ley, brindando a los chihuahuenses todas las garantías que emanan de la misma, entre las que destaca, por supuesto, la de la integridad de las personas. Y hasta hoy ha fallado, ha fallado rotundamente en esa tarea que juró cumplir. Por eso es responsable no solo de la muerte de Miroslava, sino del clima de inseguridad e incertidumbre que se vive en Chihuahua.
Este ‘nuevo amanecer’ se ha nublado trágicamente.

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